M.B./G.M.
Como un faro, el Festival de Teatro de
Rafaela iluminó y anunció la larga vida que tiene por delante. Pasó su décimo
quinta edición ininterrumpida, con gran acompañamiento de público –más de 16.500
espectadores-, artistas y prensa especializada. Con su acostumbrado formato y
perfil, y siempre con novedades, el habitual recreo invernal santafesino
congregó durante seis intensos días, en la Perla del Oeste, debates, encuentros e
inolvidables obras.
Fueron experiencias y exploraciones
liminales, y toda una ciudad movilizada y tomada por el circo, el drama y la
comedia. Ocurrió así, un festival imparable, como rezaba el eslogan de este año.
Por segunda vez, un colectivo de artistas
rafaelinos se encargó del desfile inaugural y el comienzo del festival en las
calles. Fue el preludio a los discursos formales en el Cine Teatro Belgrano, de
los responsables de los tres principales organizadores: la Municipalidad , la Provincia y la Nación.
Volare, de Ariel
Falchini, Pablo Pellegrinet y Jorgelina Sabena, ofreció un despliegue que se
diferenció de anteriores aperturas, en el adoquinado Boulevard Santa Fe, con DJ
de música electrónica que esta vez contó con la participación de estudiantes de
la Escuela Municipal
de Teatro.
En tanto luego, se oyó con atención al director
ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT) Marcelo Allasino, a la ministra
saliente de Innovación y Cultura, María de los Ángeles González y a Luis
Castellano, recientemente elegido por tercera vez para conducir los destinos de
la comarca anfitriona.
Como el año pasado se habló en los medios
nacionales de este Festival a partir de la polémica que generó en las redes
sociales, la foto de apenas un fragmento de la obra Dios, de Lisandro Rodríguez- Norberto Laino, en medio de la
discusión nacional en torno a la legalización del aborto, Allasino, gestor fundacional
de este encuentro, aprovechó la ocasión para traer a colación su reflexión. Recordó
no sin pesar, “la ola de reacciones tan intolerantes como fanatizadas ... no
sólo de algunos medios de comunicación, sino también de algunas autoridades de
gobierno”, cuestionó al tiempo que compartió una sentida expresión de deseo: “Ojalá el teatro que veamos en estos días,
nos invite a sensibilizarnos ... nos ayude a cambiar... A transformar el miedo en calma, el odio en
amor”. En suma, soñar con otro mundo posible.
Leonardo. |
Al rato, Leonardo. Trabajo Práctico Nº 1, de Gerardo Hochman, sensibilizaba
y nos transformaba. Es una propuesta
que regala una suerte de poesía visual en torno al multifacético Da Vinci –en
este año se recuerda en todo el mundo los 500 años de su muerte-, sus
descubrimientos, artes y estudios. La obra deja ver cuerpos como máquinas que
deslumbran por la agilidad y la belleza de las acrobacias y escenas. Una puesta
visual, fotográfica y coreográfica, al decir de su reconocido director, que
explora y explota todas las máximas y afirmaciones del genio del Renacimiento.
De lo mejor
Romance del Baco y la vaca (fotos de G. Conti) |
Escena de VOS (Córdoba) |
Hubo un puñado de espectáculos que, como
todos los años, quedarán en la memoria ya sea por su calidad o los universos que instauraron.
Difícilmente los públicos que asistieron al Romance
del Baco y la vaca (Buenos Aires), a la Versión Original Subtitulada (Córdoba), a Quiero
decir te amo (San Martín de los Andes) en La Máscara , el Lasserre o el
Viejo Mercado, olviden esos encuentros maravillosos con esas historias, una por
hilarante, otra por romántica, otra por amorosa y poética, por caso. Pero no
fueron estas las únicas obras que impactaron de lleno en los corazones.
Propuestas como las de El río en mí, Pobre Daniel, La verdad de los pies, Bufón,
y Terrorismo emocional, también se
destacaron en esta programación que tuvo la curadoría de Gustavo Mondino.
Las actrices de Quiero decir te amo. |
En Romance
del Baco y la vaca, de Gonzalo Demaría se asiste ya desde el título, al
humor, al verso, a la música y a la conjunción del talento tanto de su protagonista,
Marco Antonio Caponi como de Daniel Casablanca, responsable de la dirección. Así
el Baco, personaje inscripto en la tradición de la gauchesca primitiva – en
cierto diálogo con el Martín Fierro, puesto que resulta igual de atrevido, marginal
y prófugo de la justicia-, desanda su desopilante historia de amor y aventuras.
La escritura en rima en la dramaturgia contemporánea, es preciso decir, resulta
una rara avis, y también acá muy
efectiva. Esa extrañeza y ruptura con la linealidad del relato, al igual que la
música con un instrumento de cuerdas y lata -duro como el heavy metal
distorsionado - y el signo de un gaucho más bien gringo o del far west, generan
un atractivo extra. Por otra parte, la conducta lactante del guacho, devenido
enamorado, es tan inagotable como convincente, aunque resulte un epifánico
delirio.
V.O.S., la Versión Original
Subtitulada de El cuenco, propone en su comedia romántica un juego
teatral en el que se lucen los trabajos de Ale Orlando, María Belén Pistone,
Maura Sajeva, Gastón Mori y el director Rodrigo Cuesta. Sus encantos no fueron
solamente disfrutados en Rafaela, sino que llegaron a las subsedes de Ataliva y
Suardi, donde la gente colmó las salas.
Quiero decir te
amo,
de Mariano Tenconi Blanco y con fina dirección de Juan Parodi, continúa su
tránsito por festivales nacionales e internacionales. Con un reemplazo respecto
a la puesta que disfrutamos en la Fiesta
Nacional de Mendoza, Jorgelina Balsa y Malena Rago siguen
emocionando, epístolas mediante, con los detalles de una relación pasional y un
erotismo que deja a los espectadores erizados. A poco de abrirse la venta de
entradas, los organizadores contaron que se habían agotado las butacas de las
tres funciones previstas.
También pasaron y no precisamente
inadvertidas, las cordobesas La verdad de
los pies, y Bufón, dos piezas que
sorprenden, incomodan y denuncian con poesía y humor en iguales dosis. Sobre
ambos trabajos hemos dedicado varias líneas en otros números de esta revista (VER Número 18, diciembre de
2017, página 5).
El río en mí, de Francisco
Lumerman y Pobre Daniel, de Santiago
Gobernori, con sobresalientes composiciones de Manuel Attwell, Julián Cabrera y
Laura Paredes, fueron otras dos puestas notables.
En el primer caso, las interpretaciones de
Claudio Da Passano, Mercedes Docampo, Malena Figón y Elena Petraglia, son la
principal carnadura de una escena despojada, que no sólo denuncia la
industrialización y la alteración de la naturaleza, en particular, de ese río
que ruge a diario y los atraviesa en su cotidianeidad, tanto que los enloquece.
El río en mí. |
El texto dramático pero además, la puesta en sí, evidencia un juego de luces y
distancias que demarca territorios y escenas más que significativas y deja al
espectador la reflexión a cerca de quién es el más loco o el más malo de todos
en cualquier sociedad. En tanto en el trabajo de Gobernori, se esboza una
especie de tragicomedia en torno a la salud mental, el miedo y el vínculo entre
los tres personajes, también con una escenografía mínima, ironía y un modo
único e increíble de recrear y comprender la cabeza y el razonamiento de quien
padece el mundo.
Deserto (Rafaela). |
Pobre Daniel, de Santiago Gobernori. |
Con la inclusión de Deserto, en tanto, se sumó más color local de calidad. Es una
producción de danza teatro rafaelina que sorprendió por la osadía de mostrar con los cuerpos de jóvenes artistas y sus
minúsculos movimientos, eso de lo que no se habla, la sexualidad, el deseo, la
piel, el erotismo, las violencias. La escena de una mujer corrigiendo al oído
de un varón, uno de aquellos pequeños movimientos acaso para su goce, fue
estremecedor. Pues esa composición parecía poner patas para arriba, hacer
trizas las enseñanzas y legados del patriarcado tan instalado.
Furufuhué (Foto de M. Borgogno.) |
En el segundo, los cirqueros proponen una
vuelta a la cajita de música o en todo caso, a la magia y encanto de la música.
Todo el elenco en su conjunto –Florencia Montaldo, María Fernanda Podestá,
Pablo Holgado, Martín Ruiz y Pablo Censi- da cuerda y mueve una ingeniosa
maquinaria musical y exhibe un sinnúmero de destrezas y humor con las que van desarrollando
una historia simple y atractiva que chicos y grandes supieron aplaudir.
Diversos momentos de Resonar (fotos de M. B.) |
Mientras que en diversos espacios
públicos, se hicieron funciones gratuitas
de La conquistación (Córdoba) con una
historia romántica simple en clave de clown, con magia y acrobacias que
conquistó a los más pequeños y Fedro y el
Dragón (Salta). Un apartado especial merece esta última pieza, pues tras
cada función, Claudia Peña y Fernando Arancibia exhibían a quienes quisieran,
el cómo lograban hacer todo lo que hacían entre dos y así se descubría el
sonido en vivo, la manipulación y mecanismos que permitían el movimiento de un
caballo diminuto o un dragón que batía sus alas, abría su gigantesca boca,
emitía sonidos o encendía sus ojos de furia.
Se desconcierta el
concierto (Rosario), se hizo en un renovado boulevard de la ciudad. Con gran
asistencia de público, la clown Caterina Stefanoff se robó todas las carcajadas
de los presentes que aplaudió cada una de sus inagotables intervenciones y
gracias, mientras que su co equiper Rodrigo Moller, no le fue en saga con sus
acrobacias y malabares.
Largas colas para entrar a la carpa La Moringa (foto de M.B) |
Josefina Trías en Terrorismo emocional. |
Internacionales
Tanto Far
away de Cristián Weidmann (oriundo de Humbold pero formado en Noruega y
España), como Terrorismo emocional,
de Josefina Trías (Uruguay), fueron otros aciertos del festival, aunque desde
facturas muy disímiles. En el primer caso, el artista mostró una gran capacidad
como manipulador y creador de objetos y universos en miniatura que hacía
explorar diversos climas, momentos, conceptos.
En el caso del unipersonal de la actriz
uruguaya, su variedad de recursos y matices, sostienen con la acertada
dirección de Bruno Contenti, y la música de Leandro Aquistapacie, una honda
deriva temporal. Trías, que ha recibido numerosos premios por su dramaturgia e
interpretación, cautivó con gran sensibilidad a cientos de conmovidos espectadores.
En fin, a juzgar por la riqueza y
sostenida calidad de las 24 obras que se vieron en esta 15ª edición, en 2020 seguro
habrá más festival y una ciudad entera volverá a moverse para reír,
emocionarse, sorprenderse o pensar.