martes, 9 de febrero de 2016

Crónica de Centroamérica

II Encuentro “Teatro y Memoria” en El Salvador

Alejandro Finzi


Entre el 14 y el 20 de enero de 2016 se desarrolló en San Salvador este Encuentro que, en palabras de la teatrista Jennifer Valiente, busca proponer a la sociedad salvadoreña, desde la práctica teatral, una instancia de reflexión sobre la historia y su relación con la escena de su país. En efecto, el primer Encuentro estuvo dedicado a la guerra que esta nación sufrió entre 1980 y 1992  entre las Fuerzas Armadas del Estado y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. El extenuante y luctuoso conflicto concluyó hace hoy veinticuatro años, cuando se firmó el Acuerdo de Paz de Chapultepec, dejando atrás una República devastada. Un país que, siendo unos de los más pequeños de América Latina, es uno de los más ricos por su exquisita tradición cultural y sus aportes artísticos contemporáneos que se traducen en nombres como los del pintor y escritor Salarrué; el más grande caricaturista latinoamericano del siglo XX, Toño Salazar; los poetas Claudia Lars y Roque Dalton.
Jennifer Valiente dedicó la primera edición del Encuentro, en 2015, a la relación entre el espacio bélico por el que transitó El Salvador en el siglo XX y la dramaturgia, proponiendo la lectura de obras de tres autores cuya producción germina en las tablas en años recientes. Este segundo Encuentro, apelando siempre a la Memoria y su visibilidad en el ejercicio teatral, fue dedicado a Consuelo Suncín, con el montaje de tres obras, un Conversatorio y la presentación del libro “Cicatrices de la memoria”.
Toda la programación del evento se desarrolló en el Teatro Municipal de Cámara “Roque Dalton” (de “cámara” no tiene nada, posee 270 butacas) que dirige la actriz y directora Rubidia Contreras, quien me hizo conocer del valor y significación del quehacer teatral durante el período bélico (muchos puntos de contacto surgen entre aquella experiencia y la que vivió nuestro país durante los años 1976-83).
El primer espectáculo fue una adaptación de “El Principito” llevada a escena por el grupo “Cuenterete Teatro”, con la dirección de Francisco Ramos, ilustre teatrista salvadoreño radicado en Santa Tecla y con una trayectoria escénica vinculada desde hace décadas con la pedagogía. Su montaje, que resultó ser hogar de diferentes técnicas escénicas, sobresale por su calidad visual y las eficaces soluciones plásticas que encuentra en la manipulación de muñecos y objetos.

El segundo espectáculo fue “Un volcán sobre los techos de París”, una co-producción de Ka-Théâtre y La Galera Teatro con texto y dirección de  Christine Matos. La obra, cuyo título recuerda la expresión con la que Germán Arciniegas se refería a Consuelo Suncín, relata la vida sentimental de quien fuera esposa de Saint-Exupéry, revelando las alternativas de ese universo íntimo, bien lejos del retrato que habitualmente se da a conocer del autor de “Tierra de hombres”. La obra es interpretada, con absoluta entrega, por Linnet Luján y por René Lovo, dos actores de destacada trayectoria en su país y el exterior.
(foto de Mauricio Sánchez)
El Conversatorio, que tuvo lugar el 14, día de la apertura, reunió a los artistas participantes, en un diálogo muy rico e infrecuente, por lo despojado y esclarecedor. Todos los presentes abordamos nuestras diferentes profesiones teatrales evocando los espacios de conflicto cotidiano que debemos afrontar. Jennifer Valiente contextualizó los términos de la conversación, reflexionando sobre el sentido y los alcances  de la Memoria en nuestras búsquedas estéticas. Su fecunda experiencia en el teatro comunitario junto al TIET se hizo aquí patente: los latinoamericanos tenemos un territorio común para nuestras prácticas. Lo sabemos, claro está, pero cuando una instancia de reflexión tan valiosa como la que se produjo en este Encuentro queda abierta, volvemos a interrogarnos sobre el sentido y alcance de nuestros oficios.


La ocasión de la presentación del libro, el 15 de enero, reunió a tres de los más importes dramaturgos nacionales en un diálogo donde cada uno revelo sus procedimientos, motivos y búsquedas escriturales. El volumen reúne “Las Voces del tiempo”, de Jorgelina Cerritos, “Butacas trémulas” de Santiago Nogales y “Ninpha o estudio entrecortado sobre lo que sueñan las cigarras”  de Jennifer Valiente. Los tres textos, de  sólida factura, están atravesados por la palabra poética, la calidad de los cruces compositivos y de indagación textual, lo que hace visible la  relevancia de la dramaturgia salvadoreña en el concierto de la teatralidad latinoamericana. El TIET, organizador de los dos Encuentros, con la edición de este libro, sin otro apoyo que su entusiasmo y convicción, abre el camino para que descubramos a tres estupendos autores.


El consuelo de la memoria
Luis Alvarenga

Encontrarnos con una mujer excepcional, libre, valiente, en los momentos previos a su muerte es algo que se logra en la pieza de Alejandro Finzi, El último viaje de Consuelo Suncín. La puesta en escena tuvo lugar en enero, en San Salvador, a cargo del Taller Inestable de Experimentación Teatral, TIET, dirigido por la dramaturga Jennifer Valiente.
Si no teníamos ni remota idea de quién era Consuelo Suncín, de su fuerza como mujer, de su vida como artista -que es más rica que su matrimonio con Saint-Exupéry-, la pieza de Alejandro Finzi no sólo nos da una idea, sino que nos mueve y conmueve como espectadores. El drama está planteado desde varias perspectivas que se conjugan: la de un escritor que está en plena labor de hacer una obra sobre la agonía de Suncín -que recurre a la técnica del distanciamiento para hacernos consciencia de que está escribiendo el texto en ese instante y que interpela a la propia directora del elenco teatral para hacerle indicaciones sobre la puesta en escena- ; la de la propia autora, que está prisionera en el sanatorio, presa de una enfermedad pulmonar que está minando su vida y la de las dos enfermeras que la atienden, que la ven como una paciente problemática, de procedencia incierta y de ocupaciones raras.
Consuelo Suncín emprende su último viaje desde la inminencia de la muerte, lugar desde el cual puede ver las cumbres y los abismos de su vida. El consuelo de la memoria ante la inminente desaparición del todo, que se hace más nítida a medida que la nada avanza, pero que al final, como ocurre con Consuelo, ofrece un vuelo liberador.