domingo, 13 de octubre de 2019

Teatro de aquí y allá que celebra la singularidad


El sábado 12 de octubre finalizó el 12º Festival Internacional de Teatro Mercosur, en Córdoba.
Cerca de 40.000 espectadores y unos 500 artistas fueron parte de este mega encuentro que una vez más, supo reunir disímiles estéticas y propuestas, más una importante participación de elencos cordobeses.

Mónica Borgogno

Durante nueve días, se sucedieron espectáculos provenientes de distintas latitudes y rincones de la Argentina. Del 4 al 12 de octubre, los cordobeses fueron el corazón de este festival pionero, el más antiguo de Latinoamérica.
Como ya se ha dicho, esta edición le hizo un importante lugar al teatro que se hace en el Litoral – ¿Por qué demoró tanto?, de Santa Fe e Icaria, de Entre Ríos- e incluyó a la abundante y rica propuesta de los teatros independientes de la Docta, ciudad cuna de la Reforma Universitaria y del Cordobazo.
Estos dos hechos de la Historia argentina, marcaron rumbos e identifican al pueblo cordobés en su condición de precursor. De esta geografía privilegiada de montañas y ríos, salió hace más de 30 años el primer festival latinoamericano y desde entonces siguen batallando, o como le gusta decir a Raúl Sansica, principal gestor del festival, “resistiendo”, sobre todo en la actual coyuntura, en este “contexto de zozobra y expectancia… un momento histórico de ebullición”.
Esos 50 años del Cordobazo ocurrido en mayo de 1969, cuando precisamente varones y mujeres, obreros y estudiantes, salieron a la calle a resistir las políticas implementadas desde 1966 por el gobierno dictatorial de Juan Carlos Onganía, fueron bien recordados con una charla en la que se dio cuenta de las vinculaciones entre teatro y política de la mano de la actriz y docente Graciela Mengarelli, una de las fundadoras de Teatro La Chispa.
En El Cordobazo de las mujeres. Memorias, uno de los libros que los organizadores regalaron a periodistas acaso para colaborar en la tarea de dar visibilidad a voces acalladas por la Historia, la autora Bibiana Fulchieri, recupera relatos en primera persona, de veinte mujeres que en esas jornadas ganaron las calles, cobijaron a Agustín Tosco, auxiliaron a heridos, participaron de asambleas junto a sus hijos o salieron a buscar a sus maridos torturados o desaparecidos. Es un libro más que necesario, como lo fue la propuesta de La narradora impura, obra elegida por el jurado de la convocatoria de Teatros Independientes, que formó parte de la programación de este año. 

La actriz Eugenia Cora insiste en decir que se trata de su primera narración oral escénica pero lo cierto es que el trabajo parece mucho más que narración oral. Cora es portadora de una convicción que se filtra por todos sus poros -y los de la directora de esta puesta mínima, íntima y potente a la vez, Paula Neri-: la de correrse de los mandatos, salirse de la ruta establecida y elegir otros atajos, aunque no solamente. Pues se incluye “Las putas de San Julián” de Osvaldo Bayer, una historia que deja ver la antítesis del patriarcado que se instala en el ejército, los soldados, la policía: son las mujeres Lisístratas de la historia argentina que pensaron y actuaron por los otros, los obreros asesinados.
Eugenia Cora en La narradura impura.
La selección de los textos –“Niña mala” de Montserrat Ordoñez Vila, “Caperucita Roja” de James Garner, “Cosecha” de Angélica Gorodischer y “Una se va quedando” de Hebe Uhart- es en sí misma un acierto, una combinación que concentra humor, ternura y crudezas varias. Así, con esas historias Eugenia Cora, conduce a los espectadores por diversos estados. Y los entreactos, esa suerte de intersticio entre uno y otro relato, dejan ver una historia más que comienza y termina con el sonoro motor de un ventiladorcito viejo, una radio y ella, entrenando o cambiándose para salir a escena.
Esta pieza, llegada de San Marcos Sierra (Córdoba), fue elegida por el jurado de modo excepcional puesto que debían escoger cinco y por los méritos que encerraba, los organizadores aceptaron la moción. Y lo bien que hicieron. Es una obra necesaria, insistimos, que debería empezar a girar por todo el país.

Un equilibrista

Entre los espectáculos difíciles de olvidar, sumamente conmovedor está El equilibrista, de Dayub, Mariano Saba y Patricio Abadi. Al igual que lo que ocurrió días antes en el Teatro 3 de Febrero de Paraná y el 1 de Mayo de Santa Fe, la sala mayor del Teatro Real estuvo repleta y al final, todo el mundo aplaudió de pie a un Mauricio Dayub que se vio tan emocionado como su público. Este unipersonal que –hay que advertir, deja con un nudo en la garganta y más aún-, tiene la potencia de las buenas actuaciones. Además de magia, belleza, humor y destrezas varias, tiene a un equipo de talentosos con dirección de César Brie.
El actor, nacido en Entre Ríos pero desde hace años radicado en Buenos Aires, despliega aquí un sinnúmero de personajes de su entorno familiar mientras busca saber de dónde viene él y lo que es: un tío referee, otro bañista, un padre martillero, una novia o una abuela italiana que abandona su tierra y su familia por mucho tiempo.
Dayub en El equilibrista. (foto de Teatro Real)
La puesta es un capítulo aparte tal vez. Mil lucesitas de pronto son un firmamento cargado de estrellas o bien, los encendedores de la hinchada de una cancha; otras bombitas de colores son la fiesta familiar mientras que una luz de linterna construye un gracioso momento de indecisión personal: “¿voy, no voy, voy, no voy?” o sirve para iluminar con sombras a aquella novia que se va con otro.
En esa construcción, emerge el ser equilibrado o el dejar de serlo por un instante, el reconocer los orígenes, las ausencias, las fallas, las pujas con uno mismo. Y eso, emociona.


Litoraleños

Por qué demoró tanto? Foto de Nery Ortigoza.
Desde Santa Fe llegó ¿Por qué demoró tanto?, pieza en la que actúan Raúl Kreig y María Rosa Pfeiffer, con dirección de Edgardo Dib. Por los bordes de lo metateatral el espectáculo condensa a dos de los personajes de “La gaviota” de Antón Chéjov y la vida de los actores que la representaron tiempo atrás. Una atmósfera densa tiene la obra, un humo espeso que le da profundidad a los personajes-actores, y que se observa como síntesis de ese tiempo transcurrido. La impronta local de los reconocidos teatrisas, más aún cuando no están en la espesura de personajes densos como Konstantin y Nina, es decir, cuando surge la singularidad de autores/actores de una provincia determinada, le imprime frescura a la puesta. Y Dib vuelve a apostar a la adaptación de un clásico, dotando al trabajo de modernidad y poesía.
En tanto Icaria, una de las elegidas para cerrar este festival, constituye una propuesta de clown protagonizada por Paula Righelato y dirigida por Nadia Grandón, en la que un atractivo dispositivo escénico creado por Alfredo Godoy Wilson, bien acompaña y sostiene el relato épico y cómico. La madurez que dan los años de escenarios, aparecen en esta payasa paranaense que ofrece matices y gags muy disfrutados por el público. Ahora, asume el desafío de este unipersonal que irá al Nacional a representar a Entre Ríos.
Apenas un momento de Trilogía Filloy (foto de M. B)

Con tonada cordobesa
La Comedia Cordobesa exhibió cuatro obras. En los primeros días del festival se vio Trilogía Filloy, un recital poético, describen sus hacedores. No obstante, resulta una puesta plena de belleza, con un dispositivo audiovisual y musical que completan una veintena de buenos actores que encarnan a Elvirus y Elvira, dos críticos teatrales, los personajes de L´ambigú, del magistral y querido autor de Río Cuarto, don Juan Filloy, o los siete “linyeras” de Caterva, o Ignitus, “tragedia del tiempo que transcurre y del dolor que no se aleja”. El trabajo coral, dirigido por Sergio Osses -con dramaturgia de Ariel Dávila-, deja con ganas de ir a encontrarse con las palabras del centenario autor de Op Oloop, su novela más conocida. Además, esta trilogía hace justicia con el legado del prolífico escritor provinciano que puso el dedo en la policía que –aún hoy- arremete contra los que osan protestar contra el sistema, la exquisitez o pedancia de los críticos teatrales o los lectores palurdos, entre otras cuestiones. No se olviden de Sarah o el arte de morir de la compañía La Cochera, sorprende con la actuación de Graciela Mengarelli y Víctor Trapote, que bajo dirección de Paco Giménez, desandan con humor el paso del tiempo de una actriz como Sarah Bernhard.
No se olviden de Sarah... (foto M. B.)
Vals (sabemos a qué atenernos), Lago, un tiempo después, Las de naides, estampa gaucha, o El deshojado, son algunas de las propuestas cordobesas que por distintas razones, merecen este apartado especial. Tienen riesgo, denuncian, conmueven, dejan pensando.
Por otra parte, es preciso destacar que este año, el Festival abrió con la Noche de los teatros, con un sinnúmero de obras de las salas independientes. Una iniciativa a copiar por estos lares ya que moviliza y le da entidad a los espacios de creación de la ciudad y contribuya a la formación de espectadores.

Internacionales

Yo trato de volar (Italia)
En esta ocasión, elencos de Italia, España, México, Venezuela, Chile, Brasil, Bolivia, República Dominicana, Corea del Sur, se cruzaron o encontraron, mejor -con sus distintos acentos, estéticas, propuestas- con artistas de Buenos Aires, CABA, Santa Fe, San Juan, Entre Ríos y de la misma Córdoba.
La confluencia de esa diversidad, vuelve rica la experiencia de mirar, sentir, reír, pensar en lo universal pero también lo singular.
Dos grupos de actores provenientes de Italia, más precisamente de la zona de Puglia, se dieron cita en esta 12ª edición. Uno de ellos trajo Yo trato de volar, trabajo que rinde homenaje al actor y cantautor Doménico Modugno y que encarna el actor ciego Gianfranco Berardi junto a un músico y una música en escena que dotan de ritmo y alegría. Las dotes de Berardi, hay que decirlo, son muchas; no sólo actuó en perfecto castellano –incluyendo chistes sobre la política argentina e italiana y otros códigos muy argentinos-, también hizo gala de un humor que parecía no agotarse así como de una frescura y versatilidad únicas.
Memorable escena de El código de vuelo (foto de M. B).
El código de vuelo de La Compagnia del sole, de Bari, fue otra posibilidad de asomarse a la escena de otras latitudes. Aquí sobresale la composición de Flavio Albanese, quien desde el personaje de Tommaso Masini –asistente y fiel amigo de Leonardo Da Vinci- cuenta la vida, los intentos, los inventos y secretos del gran genio del Renacimiento. En perfecto italiano y sin traducción alguna, el espectáculo escrito y dirigido por Albanese con la colaboración artística de Marinella Anaclerio, se comprende muy bien y se lo disfruta, por las dotes de este actor que sabe llegar y crear climas disímiles, todos con humor y belleza.
México en tanto, estuvo bien representado con Papá está en la Atlántida, donde Erick Consuelo y Esteban Castellanos (Compañía Los Pinches Chamacos) se lucen contando una historia cruda que se repite a lo largo de toda la frontera con Estados Unidos: la orfandad de los niños cuyos padres viajan en busca de nuevos destinos. Esta obra de Javier Malpica, según confiaron sus actores, también se repite significativamente en otros tantos grupos de teatro.

Orgullo de pertenecer y formarse en la Comedia Cordobesa

Luis Torres es un actor conocido en Córdoba. Este año cumple 40 años como integrante de la Comedia Cordobesa, elenco oficial que en 2019 celebra sus 60 años de trayectoria.
La Otra Butaca quiso tener su palabra, para saber cómo fue creciendo esta experiencia: “A lo largo de estos años participé como actor en muchas obras. Antes de ingresar al elenco, es decir en los primeros 20 años de vida de la Comedia, casi todas las puestas eran dirigidas por artistas de Buenos Aires. En los 80 se fue alternando con directores surgidos del propio elenco, y en los últimos 20 años hemos trabajado con varios directores formados en Córdoba. Además de sumarse nuevos integrantes del elenco que también dirigimos y seguir contratando directores de "afuera". Ese podría decirse es uno de los cambios significativos. Por otro lado, siempre hubo en el elenco actrices y actores de otros lugares, pero la mayoría se formados en Córdoba. En otras áreas, como diseño de escenografía, lumínico o de sonido, (incluso partitura original) mayoritariamente se trabajó con gente de nuestro medio”, señaló Torres.
“Uno de los objetivos de la Comedia es la difusión de textos clásicos, tanto nacionales como internacionales, y eso se ha hecho: sobretodo, se hicieron obras de envergadura que le resultaría difícil encarar al teatro no oficial. A la par, se está tratando de promover nuevas dramaturgias. Otro de los objetivos es llevar el teatro al interior, algo que con mayor o menor frecuencia también se ha hecho aunque debería incrementarse más aún. Somos un elenco que participamos de innumerables festivales -en más de una oportunidad representamos a la Argentina en otros países-, y es para nosotros un orgullo pertenecer a la Comedia. En lo personal, si bien he actuado y dirigido en formato independiente, mi crecimiento fue en gran medida, gracias al "contacto" con tantos artistas que estuvieron o están en la Comedia Cordobesa”, agregó el actor.
Lucía Nocioni, por su parte, es una de las últimas ingresantes por concurso, al elenco oficial. Consultada sobre su experiencia, la actriz señaló: “Pertenecer al único elenco estable oficial de estas características, con 60 años ininterrumpidos desde su creación, no tan solo me llena de honor sino de un gran compromiso y respeto a mi oficio de actriz. Oficio que pude forjar con más de 30 años transitados a la escena. Soy una enamorada de la escena y en este sentido la Comedia es el espacio que nos permite dar vida a nuestra expresión”.
“Su objetivo fundacional es recorrer de manera itinerante con todas las propuestas, cada rincón de la provincia. El teatro se vive y se hace junto al público y eso tiene este elenco, sale en busca de todos los públicos”, resaltó Nocioni al tiempo que añadió: “En el tiempo que me toque ocupar este cargo, haré honor de mi oficio y amor por el teatro”.

El dato

Todos los años la convocatoria a entrar a los elencos oficiales de Córdoba, es numerosa. Este año se presentaron 400 artistas del teatro independiente, de los cuales se eligieron 25, según informó Gabriel Abrile, jefe de prensa del Teatro Real.

A la par, otro dato que llama la atención, es la expectativa que genera el poder participar de este Festival internacional. Cada vez que ocurre, la Agencia Córdoba Cultura lanza un certamen para los teatros independientes. En este 2019 hubo 53 propuestas, sobre las que se seleccionaron 5 pero el jurado pidió excepcionalmente incluir una más.

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