Mónica Borgogno
Una nueva
edición del ciclo de teatro y género denominado Mujeres Barderas, del grupo de
Teatro del Bardo, se desarrolló del 8 de septiembre hasta este sábado 16 cuando por la noche, en la sala de Almafuerte 104, se vio la función de Matrioska
del grupo Imaginateatro, de Paysandú (Uruguay).
El ciclo
trajo en esta ocasión una serie de trabajos que con humor y talento, hicieron pensar a la
platea. Entre las piezas programadas estuvo el aplaudido y celebrado trabajo de
Mona Álvarez en La mujer Invisible de Las mandadas (Santa Fe), Lunática, una
producción de teatro de papel con la actriz Mayra de Paco, que siempre sorprende, de Kika Producciones (Río
Cuarto).
Asimismo, en el Teatro 3 de Febrero se hicieron funciones especiales para instituciones educativas, como las de El caballo y la Paz, y Pánfilos del grupo organizador.
En tanto
el viernes 15 se vieron dos obras breves de La Zancada teatro (Buenos Aires).
Una de ellas fue "Esto es una silla", protagonizada por Carolina Ayub. Con
gran despliegue actoral, la actriz divierte, hace participar al público y en su
monólogo, que gira en torno a una disparatada –o no tanto…- teoría conspirativa
de los objetos cotidianos, repasa y desliza con sorna una serie de premisas,
herencias y estereotipos que las mujeres cargan a sus espaldas.
Con una
delicada escenografía, mérito de Nabila Hosain, la actriz juega en torno a una
mesa con tres sillas, un juego de té, una frutera y un par de muñecas en
particular, una muy pequeña, a la que suma unas curiosas e increíbles Barbie que le vienen
bien para demostrar su idea a la que abona otras tantas más.
El trabajo siguiente fue interpretado por Aldana Pellicani. En este caso, la actriz hizo uso del espacio vacío, totalmente despojado, con tal versatilidad y gracia que disparó las carcajadas de los presentes.
En su afán de dar consejos a las mujeres para que éstas se den cuenta cuándo están frente al hombre de sus vidas, el monólogo fue in crescendo en profundidad y cuestionamientos varios, echando mano siempre al humor. Recreando diferentes escenas, Pellicani arrancó trayendo a colación las etapas de enamoramiento y seducción, pasó por la convivencia y maltratos cotidianos, los típicos malentendidos entre varones y mujeres, hasta llegar a la maternidad que con la cultura del patriarcado aún vigente, genera cansancio y agobio.
En ambas
obras, la maternidad apareció semblanteada en su complejidad y contrariedades, también como
algo que puede ser no deseado, aristas que resultan cruciales para no
romantizar el ser madres y en todo caso, considerarlo y contemplarlo desde otra perspectiva.
En fin, la invitación a disfrutar del teatro y tras la función, seguir hablando de lo visto y reflexionar sobre los cada vez más necesarios modos de vivir en una mayor paridad de género, prosiguió. El sábado a las 21 en la sala de Teatro del Bardo, se programó Matrioska del grupo Imaginateatro que llega desde Paysandú, Uruguay y las actividades culminaron con un taller sobre iluminación teatral del mismo grupo del país vecino.
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