miércoles, 18 de agosto de 2021

Por el XXX Festival de Mujeres en Escena por la Paz

La Narradora Impura, de Córdoba, estuvo en Colombia. Su directora, Paula Neri nos convidó la siguiente crónica para compartir lo que vivieron y vieron en este histórico y esperado festival.

 

El 17 de mayo de este año fue un lunes y estaba bien nublado. Ese lunes a las 11 de la mañana, prendí la compu, revisé los correos y me enteré de la noticia: El XXX Festival de Mujeres en Escena por la Paz había seleccionado nuestra obra “La narradora impura (teatro para cuentos)”, para participar en su país, Colombia.

Eugenia Cora, actriz y yo, directora, hicimos hace tres años esta obra a la que llamamos La Narradora Impura (Teatro para Cuentos) con la que venimos haciendo funciones desde su estreno en 2019.


El Festival de Mujeres nos cubría parte de la estadía, exactamente cuatro noches y el alimento de esos días y de algunos más, pero los pasajes aéreos no estaban cubiertos. Lloramos de alegría y arrancamos con una campaña de trabajo y de logística que finalmente nos ayudó a estar presentes en Bogotá para mostrar lo nuestro. La voluntad de que la Narradora llegue a la capital colombiana, fue total.

El 2 de agosto volamos durante seis horas y sin escalas a Colombia. Luz, una colombiana artista plástica que se enamoró de nuestra aventura, nos ofreció a cambio de nada un piso 17, en pleno centro y muy cerca del barrio La Candelaria.

Ahí se realiza este festival que reúne a muchas salas de teatro, entre ellas la sala La Candelaria y la sala Seki Sano, verdaderas centrales de operaciones de este encuentro de mujeres creadoras que se desplegó del 6 al 15 de agosto.

En este territorio histórico de la ciudad de Bogotá, pudimos observar gran cantidad de salas de teatro, fundaciones culturales, casas de cultura y fomento para las artes, museos y galerías. Desde nuestra visión y en estado de turistas teatreras lo vimos muy positivo y alentador. Charlando con hacedores y hacedoras de Bogotá no lo ven tan así, pero como en todos lados.

La calidad teatral, la forma de hacer teatro, los espacios y las personas que lo hacen nos gustaron también por la forma tan maravillosa de ponerle el cuerpo al teatro. Este aspecto tan único también lo vimos reflejado en el equipamiento, las estructuras de las salas, los baños, los elementos, los suelos, las ventanas, la cocina, la cocinera y los técnicos. Cada una de estas referencias están realizadas con amor y las personas quieren hacerlo, nadie está en un lugar o rol en el que no quiera estar. Y eso es un montón.

La organización de este festival está a cargo en su mayoría de mujeres, aunque hay muchos varones también y se respira sintonía y respeto, orden, entusiasmo, alegría y cooperativismo. Nos han recibido muy bien, mucha gente a disposición nuestra y del resto de las bandas de teatro, atención y conexión.

Este festival que ya lleva 30 ediciones, lo arrancó la actriz y directora Patricia Ariza. En sus inicios, era muy pequeño, sólo 6 obras y sin apoyo, pero con mucha fuerza y creatividad y con el mismo objetivo, conseguir la paz, la libertad de expresión y que estas no estén atravesadas por el patriarcado. Propuestas libres de machismo y marcas patriarcales. Este año, en su trigésimo aniversario, el festival reunió 80 obras y una nutrida programación de eventos especiales como talleres, encuentros y conferencias relacionadas con la perspectiva de género en el teatro.


Las bandas de teatro o compañías son casi todas bogotanas, nosotras fuimos las únicas argentinas, aunque hubo algunas obras de Chile, México, España, Portugal y otras tantas del interior de Colombia. Pudimos ver a las compañeras chilenas en “Juntas en resistencia” –de la compañía Noche de payasas- con una propuesta de clown muy encantadora sobre todo porque ellas, empáticas con Colombia, supieron hacerlo con humor. En tanto, las propuestas colombianas, atravesadas por lo social, coincidieron en general, en expresar de distintos modos que esta violencia, esta desigualdad social no es de ahora, es de hace muchísimos años.

Por la calle, en un fanzine que repartían, la situación se sintetizaba en un párrafo:

No ha sido un mes

Han sido casi quinientos veinte años

En que nos mienten, matan, violan

Diciendo que es lo mejor para nosotros.

En Argentina también sucede, también pasa, suponemos que cada pueblo lo vive desde su raíz, desde su tradición. Aquí y allá también violan, desplazan pueblos originarios, desaparecen gente y asesinan a personas inocentes, también los presidentes mienten y prometen, la gente se manifiesta y no sabe si vuelve a su casa, también la juventud exige mejores condiciones de educación, de vida y de alimentos.

El Festival de Mujeres en Escena por la Paz, seguirá llamándose así hasta que ya no haga falta incluir las palabras “por la paz”, suelen asegurar las organizadoras. Ellas consideran que aún es necesario y así lo pensamos también Eugenia y yo.

Nosotras, que estamos viviendo este  momento y en este contexto, creemos fuertemente que el arte hace bien y no enferma, que es saludable y necesario, que tiene que seguir resistiendo porque consideramos que es esencial, más que otras actividades. Consumir arte es nutrirse de otras almas, de otras vivencias que nos abren la cabeza y el corazón, el teatro nos muestra que solo depende de nosotres crear nuestra propia historia, en paz, en armonía, sin desear el mal a nadie, sin romper nada, estando allí, adelante del público, en presencia. habilitando la magia de otros mundos, cosquilleando a la alegría y esperanzando a la humanidad.

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Por la suspensión de su vuelo, tuvieron que quedarse unos días más y ahí nomás, programaron una nueva función de La narradora impura. Será el 19 y 20 de agosto a las 18 en la sala Ditirambo Teatro, en Bogotá.

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