domingo, 24 de julio de 2022

En el Oeste está el agite (teatral)

Cobertura especial de

 Mónica Borgogno/ Guillermo Meresman

 

Parafraseando al tema de Divididos, la 17° edición del Festival de Teatro de Rafaela que se llevó a cabo entre el 9 y el 17 de julio, regresó con toda su potencia. Volvió a sus fechas acostumbradas en el receso lectivo del invierno, luego del parate que implicó la pandemia del 2020, y el cambio del mes en la edición del 2021.

Los nueve días de intensa programación y las numerosas actividades de formación y difusión, recuperaron su impronta y formato, lo que lo reafirma una vez más como uno de los festivales más atractivos del país. Las artes escénicas y sus hacedores se encuentran para mover, pensar, transformar y agitar en el frío de la comarca, y ese lugar es el FTR.

Una ciudad imbuida de teatro (Foto Mónica B.)

“La creatividad, la capacidad de superación, la apertura y la generosidad son rasgos que identifican a nuestra comunidad desde sus orígenes”, afirmó el intendente de la ciudad santafesina Luis Castellano en el programa, y este Festival es una manifestación de ello.

Luego del desfile y del acto oficial de apertura, la Banda de tías fue la propuesta musical elegida para inaugurar la maratón de obras y laboratorios de creación escénica con artistas locales.

A partir del martes 12, entre otras, se presentaron Un hueco, de Juan Pablo Gómez, en una renovada versión mendocina, con dirección Agustín Daguerre -y las potentes composiciones de Darío Martínez, Marcelo Díaz y Cristian Di Carlo-, y luego, le siguió la corrosiva comedia dramática Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual (Comarca Andina) de la chilena Carla Zúñiga, diestramente dirigida por Luciano Delprato y Darío Levin, que por primera vez salió de El Bolsón. Ambos trabajos estuvieron lejos de desentonar dentro de una programación artística de excelencia, a cargo de Gustavo Mondino.

Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual. 

Este año en que no se instaló la carpa, los programadores tuvieron el buen tino de además de proponer a los más chicos, espacios alternativos y ofrecerles buenos espectáculos de títeres, destrezas y variedades. Y como en todas las ediciones anteriores, se integraron trabajos en lugares no habituales ni convencionales. 


Más de veinte espacios de la planta urbana de Rafaela, fueron testigos del fenómeno.

Juventud

Los espacios de formación en formato de experimentación artística se hicieron presentes por primera vez el año 2021 en el FTR y fueron tan aplaudidos y demandados, que se quedaron, generaron expectativas, crecieron y se multiplicaron. 

Un poco más, propuesta dirigida por Ana Gurbanov
Esta vez, fueron cuatro las propuestas, a cargo de Francisco Benvenutti, Ana Gurbanov, Braian Kobla y Rodrigo Cuesta. Ellos afrontaron el desafío de dirigir en perentorio tiempo, prácticamente de manera virtual y con la asistencia de egresados de la Escuela Municipal de Artes Escénicas (EMAE), a elencos numerosos. 


Quería llorar, bajo dirección de F. Benvenutti

Con salas llenas por los mismos rafaelinos y la prensa congregada de distintos puntos de Argentina, se produjeron trabajos atractivos que con distintas estéticas y mucho ritmo, dieron cuenta de la realidad, sobre todo de los más jóvenes. En efecto, las piezas subidas a escena tuvieron casi como un denominador común, la comunicación de un universo muchas veces subestimado –por el simple hecho de ser protagonizado por los más jóvenes-, los sueños y proyectos, la persecución y prejuicios hacia el arte callejero, las diversidades sexuales, cierta revalorización o diálogo con el pasado teatral de la propia ciudad en la que viven, su vínculo con el tiempo y las tecnologías.

Apenas un pasaje de Todos mueren al final, 
bajo dirección de Rodrigo Cuesta.







https://www.eldiario.com.ar/212094-la-centralidad-de-los-laboratorios-escenicos-y-el-decir-joven-local/

 

Entre lo destacado

Los gráficos de Imprenteros llegaron precedidos por excelentes críticas de Buenos Aires y el renombre de Lorena Vega, conocida eminentemente como actriz. En este caso, junto a sus hermanos Sergio y Federico, Vega concreta un espectáculo sensible y profundo, estrenado en el 2018 pero al que las restricciones impusieron la larga pausa de más de un año. La presencia de los tres hermanos acompañados por otros cuatro buenos actores y un equipo técnico de excelencia, hicieron que su biodrama fuera uno de los más de treinta espectáculos, aplaudidos a rabiar en el Teatro Lasserre.

Rota, un unipersonal interpretado por Raquel Ameri, bien dirigida por Mariano Stolkiner, conmovió con la historia de una mujer pobre que pierde a un hijo feminicida, entre otros hilos que tejió Natalia Villamil, autora de esta desgarradora obra. La actriz regresó así a un protagonismo para lucimiento de sus recursos expresivos, bien acompañada por otros artistas, como había ya ocurrido con Millones de segundos.

En El hombre de acero, otro unipersonal con igual nivel de interpretación, Marcos Montes se lució con la obra de Juan Dasso, ganadora del Premio Germán Rozenmacher en el 2019. En su espectáculo se retratan parecidos devaneos, pero de una clase social acomodada, de la burguesía nacional. Con un singular dispositivo montado en la sala de La Máscara, los espectadores fueron succionados desde el minuto cero, y soltados con el corazón estrujado a la medianoche de la gélida nocturnidad del clima y el alma.

En ambos trabajos, se pone en escena algo de lo que no se dice ni habla demasiado como el suicidio de un hijo o la sexualidad de personas con alguna discapacidad. En Rota, la trama se ancla prioritariamente desde el lugar de la pérdida de un hijo que se “vuela los pensamientos” después de matar a su mujer; en El hombre de acero, un padre comparte sus aciertos y desaciertos, las tantas estrategias que prueba con más o menos suerte para tratar de comunicarse con un hijo autista que está en su pleno despertar sexual.

Otro de los aciertos de la programación fue The big mountain. El platense Braian Kobla operó con su estrategia transdisciplinar, conduciendo a los nueve integrantes de un elenco dominantemente jovencísimo (Ilenia Contín, Ana Belén Recabarren, Denisse Van der Ploeg, Agustín Recondo, Mariel Santiago, Federico Aimetta, Juan Castiglione, Valentín Prioretti y Manuela Villanueva Fernández), para entre otras cosas, convertir la crítica social a la tecnologización de la vida cotidiana, en puro arte.

Los miedos (foto Gustavo Conti)

Los miedos, de un inspirado Ale Gigena, que también se vio en La Máscara, demostró por qué desde hace cinco años es un éxito en el Teatro El Grito de Buenos Aires. También aquí, un numeroso elenco integrado por Sofí Brihet, Max Suen, María Soldi, Camila Peralta, Javier Abril y Luciana Lifschitz, se lució en este caso, innovando en los procesos de creación tradicionales. Los actores, conducidos por su director todo el tiempo en escena, improvisaron y desandaron diferentes historias y personajes desopilantes con una versatilidad y desparpajo increíbles.

Escena de Las cargas (foto de G. Conti)
Las cargas, de Christian García (CABA) aportó algo más que buenas actuaciones en medio de un drama apabullante. La maternidad-paternidad, los límites, la angustia y violencia del no poder con los hijos, padezcan o no alguna enfermedad, la incomunicación filial, aparecen como ejes de esta historia, podría decirse. Pero la discapacidad tal como la componía cada uno de los actores (Valeria Franchi, Pablo Chao y Lucas Crespi) fue tremendamente conmovedora y profunda. Al respecto, un actor rafaelino, en las conversaciones junto a periodistas apuntó: “Era una deuda hablar de la discapacidad en este Festival, lo celebro. Me sentí muy identificado con lo que se muestra en esta obra”.

Federal y misterioso

Misterio (una obra de una obra) de Silvina Grinberg, fue en esta edición el único trabajo de raíz más entrerriana, aunque el grupo se definió como “interprovincial”, ya que integran su reparto los santafesinos Ciro y Juan Berrón y el radicado en Paraná Pablo Vallejo. Con algo de biodrama, el espectáculo de danza-teatro para toda la familia, que reactualiza las dificultades de cualquier grupalidad, fue bien recibido por la platea. En las rondas de devoluciones, precisamente, se destacó el crecimiento de esta pieza que hace poco se vio en La Vieja Usina (Paraná).

La nave disruptiva

La provocación en esta ocasión, en parte, estuvo dada por la perturbadora experiencia inmersiva en 360° de los locales Ramiro Rodríguez y Matías Brasca La nave.

A través de lentes de realidad virtual, y durante sólo quince minutos, uno podía meterse en la historia que representaban Lucas Vilches y Pablo Pellegrinet. Una propuesta de ciencia ficción, amoral y dramática en la colonización al planeta Marte, que cada espectador vivenció en un pequeño espacio previamente delimitado en el Museo Histórico Municipal. En esta apuesta, Rodríguez y Brasca, combinaron sus pasiones por los videos juegos y el cine.

Rodríguez –egresado en el séptimo arte de Córdoba- medio atajando cuestionamientos, dudas y turbaciones de la ronda de críticos, aseguró que “el cine 360° no va a funcionar jamás, porque el cine necesita del montaje”.

A siete años del comienzo de su construcción, ofrecer en El o Un Festival de Teatro su disruptivo concurso con algo de actuación, tuvo ese “pasarse de límites” respecto al propio milenario arte de la representación convivial, cosa que siempre se agradece en la Perla del Oeste. Pareció que para algunos, el teatro del siglo XXI no pudiera dejar de ser “un espacio vacío”. La trasgresión de La nave, (además de política o ideológica), provino precisamente de su “diferencia” con las artes escénicas practicadas, al menos, hasta hoy... o hasta ayer, cuando la pandemia nos asoló globalmente. Entonces aparecieron nuevos formatos, búsquedas y desafíos, tan propios de lo humano y de las artes en general.

 

Elegir el riesgo


Tamagno junto a Eva Bianco en La Sapo.
En tanto procesos de creación, Proyecto Migrante como La sapo, dos elaboraciones del cordobés Ignacio Tamagno, tuvieron por espacio el Museo Histórico La Usina y su magia de tuberías y conductos enormes y viejos. El teatrista –acompañado por una contundente Eva Bianco y por la dinamarquesa Petra Banke, con la imprescindible asistencia de “Tati” De Gennaro- desplegó una puesta que desnudó una vez más, parte de sus mundos poéticos, siempre no complacientes, arriesgados, que desovillan alguna piola de su biografía artística y personal. El Festival le dio un espacio importante para hacer lecturas de ciertos pasajes de los “bloques de recuerdos” que componen La sapo, y un desmontaje, en el marco de la creación en residencia por la que opta Tamagno, esto es migrando, moviéndose de un lugar a otro, con el abono de lo que dicen los espectadores. En efecto, dicho trabajo se orquestó y montó en cuatro días de FTR y proseguirá su camino y proceso. Ahora, el talentoso actor y dramaturgo estaba haciendo las valijas para su próximo work in progress en Colombia, donde el proyecto seguirá mutando y trascendiendo, aunque en dicha versión será con el desafío y riesgo, de ser sin Petra y sus hermosas canciones.

La tierra, las palas, las hachas, están muy presentes en ambos trabajos, para cavar o violentar, para levantar polvareda y ensuciar, para incomodar o simplemente, hacer viajar al público.

 



La mistonga y más

Imagen de Yateencontraré.
La variedad de los espectáculos infantiles o para toda la familia, sorprendió. El sinnúmero de títeres manipulados sólo por Omar Álvarez en Tic Tac, el héroe del tiempo, las destrezas de Aníbal Galeano y Azul Jaimes de Subite ahí, Yateencontraré, de Casablanca y Guadalupe Bervih, con unas deslumbrantes sombras dibujadas con arena, en el momento, por Alejandro Bustos, quien recreó escenografías únicas y evanescentes, más la música de Ricardo Scalise y dirección de Andrés Sahade, fueron celebrados en el Cine Teatro Belgrano, en pequeñas salas o en plazas, con igual intensidad.

La niña que fue Cyrano, de Guillermo Balbo, trajo una historia que se sale de la heteronormatividad para hablar del amor y las mudanzas en un amplio sentido, y cuestionar la figura de adultos en la crianza de niños, esa con la cual alguno puede sentirse interpelado y emocionado al término de la función.

La murga estilo uruguaya La Mistonga, de Rafaela, ofreció De sobremesa, con guiños humorísticos locales, y lo familiar como centro vital, bajo dirección escénica de Matías Masín.

En el cementerio

Nada de carne sobre nosotras, de Mariana Enríquez- Analía Couceyro fue, sin quererlo, un suceso social, puesto que la ubicación del Site specific fue en el Cementerio Municipal, alarmando al sector más conservador y ultra religioso de Rafaela. Sin embargo, la decisión del Intendente y los organizadores, bastó para una respetuosa experiencia artística y existencial, única y que más de uno atesorará por siempre.

“En la Chacarita, donde tengo a mi madre y otros compañeros tienen a sus muertos, lo hemos hecho como acá, adaptándonos al espacio sagrado, a la memoria y lo afectivo que reúnen estos lugares”, señaló Couceyro al valorar el trabajo de edición que hizo sobre cinco poderosos cuentos de terror de Enríquez.

Lo perturbador de los relatos, los sonidos de las palomas o de una puerta que se quejaba, la imagen de los nichos, panteones como casas y tumbas adornadas con banderas, caireles y hasta luces de neón, más el fuerte viento de la tarde, fue capitalizado por la  reconocida actriz y directora, que sumó a Ariel Farace, Susana Pampín, Lisandro Outeda y Rocío Domínguez. Ellos le pusieron hálitos inmejorables a las historias que se contaron entre lápidas, memorias, ausencias y presencias extrañas. Un hallazgo.

Escena de Maten a Hamlet (foto: M. Borgogno)
Y si de muertes y muertos hablamos, ¿qué mejor que cerrar con el Hamlet de William Shakespeare, en versión desopilante de Los Macocos? La gran tragedia del príncipe dinamarqués, algo así como el aleph del teatro, convertida en comedia por los extraordinarios Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts, con dirección de Sebastián Irigo, fue disfrutada en un Belgrano repleto. Ovacionado por los artistas aún presentes, y más de mil espectadores en toda la sala, su función fue el cierre de una cargada semana, posterior al trabajo audiovisual final que se exhibe para cerrar cada edición. Casablanca aquí, compone distintos personajes, y en cada uno se aprecia un velado homenaje al popular capocómico José “Pepe” Marrone, tocando las fibras más emotivas de aquellos de más de cincuenta años. Maten a Hamlet fue como los actores, la síntesis de una época, y de un Festival a puro encuentro, tal como rezaba el eslogan de este año.


Para seguir leyendo y encontrarse

Los títulos de las coberturas especiales de LA OTRA BUTACA, son elocuentes del sostenimiento y crecimiento de un Festival, ocupado cada año de su juventud, de mejorar sin repetirse pero con una identidad ya ganada y deseo de futuro. Pese a las vicisitudes climáticas, políticas, ideológicas o de la salud, ahí está este entrañable encuentro de las artes, tan lejano de las populosas urbes.

Del “interior del interior” como se dice. Convoca, luce, transforma, genera, colabora, siembra. Agita, en el Oeste, en pleno invierno, para propios y extraños.

 “Rafaela, por el centro de la escena nacional” (2013, n 8), “Un Festival en el corazón de la gente” (2014, n 11),

https://issuu.com/alfalar/docs/lob_11_chico

“Algo de lo que vimos en Rafaela” (2013)

http://labutacaotra.blogspot.com/2013/07/algo-de-lo-que-vimos-en-el-9-festival.html

“Postales del 12 Festival de Teatro” (2016)

http://labutacaotra.blogspot.com/2016/07/postales-del-12-festival-de-teatro-de.html

“El teatro entibió de nuevo los corazones” (edición 2017)

http://labutacaotra.blogspot.com/2017/07/el-teatro-entibio-de-nuevo-los.html

“El teatro envolvió como un viento” (2015, en revista nº 14),

http://labutacaotra.blogspot.com/2015/07/festival-de-teatro-de-rafaela-2015.html

“Un festival que sacude ideas y emociones” (2016, revista nº 16), “Otra vez, escenas que arriesgan y cuestionan” (2017, revista nº 18),

“La resistencia como forma de cultura” (2018), http://labutacaotra.blogspot.com/2018/09/rafaela-2018.html

“Un festival que hace hablar a todos”

http://labutacaotra.blogspot.com/2018/07/anticipo.html

“Un festival que ni Dios puede parar” (edición 2018)

http://labutacaotra.blogspot.com/2019/07/un-festival-que-ni-dios-puede-parar.html

“Un festival como metáfora de progreso” (edición 2012) 

http://labutacaotra.blogspot.com/2012/07/

“Festival de Teatro de Rafaela 2021, para volver a celebrar y encontrarnos” (edición 2021).

http://labutacaotra.blogspot.com/2021/11/festival-de-teatro-de-rafaela-2021-para.html