Vistas de página en total

viernes, 26 de julio de 2019

Un festival que ni Dios puede parar


M.B./G.M.

Como un faro, el Festival de Teatro de Rafaela iluminó y anunció la larga vida que tiene por delante. Pasó su décimo quinta edición ininterrumpida, con gran acompañamiento de público –más de 16.500 espectadores-, artistas y prensa especializada. Con su acostumbrado formato y perfil, y siempre con novedades, el habitual recreo invernal santafesino congregó durante seis intensos días, en la Perla del Oeste, debates, encuentros e inolvidables obras.
Fueron experiencias y exploraciones liminales, y toda una ciudad movilizada y tomada por el circo, el drama y la comedia. Ocurrió así, un festival imparable, como rezaba el eslogan de este año.
Por segunda vez, un colectivo de artistas rafaelinos se encargó del desfile inaugural y el comienzo del festival en las calles. Fue el preludio a los discursos formales en el Cine Teatro Belgrano, de los responsables de los tres principales organizadores: la Municipalidad, la Provincia y la Nación.
Volare, de Ariel Falchini, Pablo Pellegrinet y Jorgelina Sabena, ofreció un despliegue que se diferenció de anteriores aperturas, en el adoquinado Boulevard Santa Fe, con DJ de música electrónica que esta vez contó con la participación de estudiantes de la Escuela Municipal de Teatro.
En tanto luego, se oyó con atención al director ejecutivo del Instituto Nacional del Teatro (INT) Marcelo Allasino, a la ministra saliente de Innovación y Cultura, María de los Ángeles González y a Luis Castellano, recientemente elegido por tercera vez para conducir los destinos de la comarca anfitriona.
Como el año pasado se habló en los medios nacionales de este Festival a partir de la polémica que generó en las redes sociales, la foto de apenas un fragmento de la obra Dios, de Lisandro Rodríguez- Norberto Laino, en medio de la discusión nacional en torno a la legalización del aborto, Allasino, gestor fundacional de este encuentro, aprovechó la ocasión para traer a colación su reflexión. Recordó no sin pesar, “la ola de reacciones tan intolerantes como fanatizadas ... no sólo de algunos medios de comunicación, sino también de algunas autoridades de gobierno”, cuestionó al tiempo que compartió una sentida expresión de deseo:Ojalá el teatro que veamos en estos días, nos invite a sensibilizarnos ... nos ayude a cambiar...  A transformar el miedo en calma, el odio en amor”. En suma, soñar con otro mundo posible.
Leonardo.

Al rato, Leonardo. Trabajo Práctico Nº 1, de Gerardo Hochman, sensibilizaba y nos transformaba. Es una propuesta que regala una suerte de poesía visual en torno al multifacético Da Vinci –en este año se recuerda en todo el mundo los 500 años de su muerte-, sus descubrimientos, artes y estudios. La obra deja ver cuerpos como máquinas que deslumbran por la agilidad y la belleza de las acrobacias y escenas. Una puesta visual, fotográfica y coreográfica, al decir de su reconocido director, que explora y explota todas las máximas y afirmaciones del genio del Renacimiento.

De lo mejor
Romance del Baco y la vaca (fotos de G. Conti)

Escena de VOS (Córdoba)
Hubo un puñado de espectáculos que, como todos los años, quedarán en la memoria ya sea por su calidad o los universos que instauraron. Difícilmente los públicos que asistieron al Romance del Baco y la vaca (Buenos Aires), a la Versión Original Subtitulada (Córdoba), a Quiero decir te amo (San Martín de los Andes) en La Máscara, el Lasserre o el Viejo Mercado, olviden esos encuentros maravillosos con esas historias, una por hilarante, otra por romántica, otra por amorosa y poética, por caso. Pero no fueron estas las únicas obras que impactaron de lleno en los corazones. Propuestas como las de El río en mí, Pobre Daniel, La verdad de los pies, Bufón, y Terrorismo emocional, también se destacaron en esta programación que tuvo la curadoría de Gustavo Mondino.
Las actrices de Quiero decir te amo.
En Romance del Baco y la vaca, de Gonzalo Demaría se asiste ya desde el título, al humor, al verso, a la música y a la conjunción del talento tanto de su protagonista, Marco Antonio Caponi como de Daniel Casablanca, responsable de la dirección. Así el Baco, personaje inscripto en la tradición de la gauchesca primitiva – en cierto diálogo con el Martín Fierro, puesto que resulta igual de atrevido, marginal y prófugo de la justicia-, desanda su desopilante historia de amor y aventuras. La escritura en rima en la dramaturgia contemporánea, es preciso decir, resulta una rara avis, y también acá muy efectiva. Esa extrañeza y ruptura con la linealidad del relato, al igual que la música con un instrumento de cuerdas y lata -duro como el heavy metal distorsionado - y el signo de un gaucho más bien gringo o del far west, generan un atractivo extra. Por otra parte, la conducta lactante del guacho, devenido enamorado, es tan inagotable como convincente, aunque resulte un epifánico delirio.
V.O.S., la Versión Original Subtitulada de El cuenco, propone en su comedia romántica un juego teatral en el que se lucen los trabajos de Ale Orlando, María Belén Pistone, Maura Sajeva, Gastón Mori y el director Rodrigo Cuesta. Sus encantos no fueron solamente disfrutados en Rafaela, sino que llegaron a las subsedes de Ataliva y Suardi, donde la gente colmó las salas.
Quiero decir te amo, de Mariano Tenconi Blanco y con fina dirección de Juan Parodi, continúa su tránsito por festivales nacionales e internacionales. Con un reemplazo respecto a la puesta que disfrutamos en la Fiesta Nacional de Mendoza, Jorgelina Balsa y Malena Rago siguen emocionando, epístolas mediante, con los detalles de una relación pasional y un erotismo que deja a los espectadores erizados. A poco de abrirse la venta de entradas, los organizadores contaron que se habían agotado las butacas de las tres funciones previstas.
También pasaron y no precisamente inadvertidas, las cordobesas La verdad de los pies, y Bufón, dos piezas que sorprenden, incomodan y denuncian con poesía y humor en iguales dosis. Sobre ambos trabajos hemos dedicado varias líneas en otros números de  esta revista (VER Número 18, diciembre de 2017, página 5).
El río en mí, de Francisco Lumerman y Pobre Daniel, de Santiago Gobernori, con sobresalientes composiciones de Manuel Attwell, Julián Cabrera y Laura Paredes, fueron otras dos puestas notables.

En el primer caso, las interpretaciones de Claudio Da Passano, Mercedes Docampo, Malena Figón y Elena Petraglia, son la principal carnadura de una escena despojada, que no sólo denuncia la industrialización y la alteración de la naturaleza, en particular, de ese río que ruge a diario y los atraviesa en su cotidianeidad, tanto que los enloquece. 
El río en mí.
El texto dramático pero además, la puesta en sí, evidencia un juego de luces y distancias que demarca territorios y escenas más que significativas y deja al espectador la reflexión a cerca de quién es el más loco o el más malo de todos en cualquier sociedad. En tanto en el trabajo de Gobernori, se esboza una especie de tragicomedia en torno a la salud mental, el miedo y el vínculo entre los tres personajes, también con una escenografía mínima, ironía y un modo único e increíble de recrear y comprender la cabeza y el razonamiento de quien padece el mundo.
Deserto (Rafaela).
Pobre Daniel, de Santiago Gobernori.
Con la inclusión de Deserto, en tanto, se sumó más color local de calidad. Es una producción de danza teatro rafaelina que sorprendió por la osadía de mostrar con los cuerpos de jóvenes artistas y sus minúsculos movimientos, eso de lo que no se habla, la sexualidad, el deseo, la piel, el erotismo, las violencias. La escena de una mujer corrigiendo al oído de un varón, uno de aquellos pequeños movimientos acaso para su goce, fue estremecedor. Pues esa composición parecía poner patas para arriba, hacer trizas las enseñanzas y legados del patriarcado tan instalado.

La Moringa

Furufuhué (Foto de M. Borgogno.)
Todos los años, el Festival habilita una carpa para espectáculos pensados para toda la familia. Esta vez, se montó la gran carpa de La Moringa (Entre Ríos) que albergó entre otros, espectáculos como Furufuhué, la leyenda del viento y Resonar -de la ong Circo del Sur de clara visión y formación social-, dos preciosos espectáculos de Buenos Aires. En el primero, las actrices van descubriendo y recorriendo distintas leyendas en busca de una en particular, la de un pájaro pez. Es un viaje de aventuras con contratiempos y tonadas de cada lugar, que es más que gracioso, musical y tierno, merced a los méritos de las tres actrices, clown y músicas: Julieta Filipini, Tatiana Emede y Denise Quetglas, que dirige Martín Pons.

En el segundo, los cirqueros proponen una vuelta a la cajita de música o en todo caso, a la magia y encanto de la música. Todo el elenco en su conjunto –Florencia Montaldo, María Fernanda Podestá, Pablo Holgado, Martín Ruiz y Pablo Censi- da cuerda y mueve una ingeniosa maquinaria musical y exhibe un sinnúmero de destrezas y humor con las que van desarrollando una historia simple y atractiva que chicos y grandes supieron aplaudir.
Diversos momentos de Resonar (fotos de M. B.)
El trabajo encierra –como quedó dicho en las devoluciones- cierta reflexión en torno a cuestiones de género, pues la bailarina protagonista parece liberarse de la femineidad de un traje con corset, brillos y tutú, hasta dejarlo vacío, sin cuerpo, cual estandarte, en lo alto de la carpa.
Mientras que en diversos espacios públicos, se hicieron funciones gratuitas de La conquistación (Córdoba) con una historia romántica simple en clave de clown, con magia y acrobacias que conquistó a los más pequeños y Fedro y el Dragón (Salta). Un apartado especial merece esta última pieza, pues tras cada función, Claudia Peña y Fernando Arancibia exhibían a quienes quisieran, el cómo lograban hacer todo lo que hacían entre dos y así se descubría el sonido en vivo, la manipulación y mecanismos que permitían el movimiento de un caballo diminuto o un dragón que batía sus alas, abría su gigantesca boca, emitía sonidos o encendía sus ojos de furia.
Se desconcierta el concierto (Rosario), se hizo en un renovado boulevard de la ciudad. Con gran asistencia de público, la clown Caterina Stefanoff se robó todas las carcajadas de los presentes que aplaudió cada una de sus inagotables intervenciones y gracias, mientras que su co equiper Rodrigo Moller, no le fue en saga con sus acrobacias y malabares.
Largas colas para entrar a la carpa La Moringa (foto de M.B)
En barrios alejados del centro, escuelas y plazas, o parquecitos como el “Norberto Besaccia” donde se disfrutó de la experiencia de Jardín Sonoro (de Aliana Álvarez Pacheco, Florencia Lavalle y Sol Sañudo) que propone un recorrido por la naturaleza –celular y auriculares mediante- en la que los espectadores escuchan historias escritas por siete dramaturgas como Vivi Tellas, Laura Paredes, Paula Marull, Giuliana Kiersz, Mariana Chaud, Rita Pauls y Laura Santos.

Josefina Trías en Terrorismo emocional.
Internacionales

Tanto Far away de Cristián Weidmann (oriundo de Humbold pero formado en Noruega y España), como Terrorismo emocional, de Josefina Trías (Uruguay), fueron otros aciertos del festival, aunque desde facturas muy disímiles. En el primer caso, el artista mostró una gran capacidad como manipulador y creador de objetos y universos en miniatura que hacía explorar diversos climas, momentos, conceptos.
En el caso del unipersonal de la actriz uruguaya, su variedad de recursos y matices, sostienen con la acertada dirección de Bruno Contenti, y la música de Leandro Aquistapacie, una honda deriva temporal. Trías, que ha recibido numerosos premios por su dramaturgia e interpretación, cautivó con gran sensibilidad a cientos de conmovidos espectadores.
En fin, a juzgar por la riqueza y sostenida calidad de las 24 obras que se vieron en esta 15ª edición, en 2020 seguro habrá más festival y una ciudad entera volverá a moverse para reír, emocionarse, sorprenderse o pensar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario