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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Lecturas para conocer más, siempre

Reseñas

Un Tiempo detenido

Querido Zeitlin (Eudeba) aparecido el año pasado, con un sorprendente y lúcido prólogo de Solana Schvartzman, es un trabajo excepcionalmente valioso de/sobre César Tiempo, el otrora famoso escritor, editor y periodista nacido en Ucrania en 1906 pero antes de su primer año de vida, ya radicado en Argentina junto a su familia.

Incluido dentro de la Serie de los dos siglos -dirigida por Sylvia Saítta y José Luis de Diego-, el libro reúne una selección de cartas escritas o recibidas por Israel Zeitlin más conocido por su seudónimo César Tiempo, entre los años 1930 y 1976 por la que desfilan nombres de muchos protagonistas de la cultura y el teatro argentinos y de todo el mundo. Así este Querido Zeitlin se derrama en las relaciones que el autor mantuvo con personalidades y artistas del país como Juan Filloy, Enrique González Tuñón u Horacio Quiroga; de la región litoral como Carlos Mastronardi, Alberto Gerchunoff, o el dramaturgo Samuel Eichelbaum y sus vínculos con instituciones, territorios y creadores de influencia nacional e internacional como Gabriela Mistral, Rafael Cansino Assens, Ramón Sender o Alfonso Reyes, entre otros tantos. En esas cartas se filtra el impacto de las políticas de la época y los vaivenes del país, las condiciones de salud del autor, sus diversificadas y variadas lecturas y la circulación de sus libros.

En el escrito que mandara al intelectual y gestor cultural Máximo Yagupsky (nacido en La capilla, paraje del departamento Gualeguaychú), bien describe, por caso, la situación por la que atravesaba en 1968: “… usted no tiene idea en el zarembeque en que vivo. Debo trabajar como una manada de animales (que trabajan) y nada alcanza en este país donde los ricos se enriquecen vertiginosamente y los pobres estamos más pobres que la sámara del olmo”. En otras misivas, también pueden leerse los esfuerzos que Tiempo hizo, estando al frente entre 1952 y 1955 del suplemento cultural de La Prensa nacionalizada y absorbida por la CGT así como en otras, surgen los embates contra el antisemitismo y las censuras.

Autor olvidado según el texto de Schvartzman, como Isidoro Rossi o Claudio Martínez Payva, con éste último es con quien Tiempo más podría asociarse tal vez: ambos peronistas, ambos provenientes de clase baja, ambos ignorados, discutidos o negados por décadas.

Las 150 cartas –género literario en extinción, si los hay- rescatadas del fondo documental de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y otros archivos, es una selección que busca mostrar la riqueza del universo de César Tiempo, y la heterogeneidad de su archivo; la vida argentina de medio siglo y de algunos de sus protagonistas.

En el libro del poeta, periodista y dramaturgo boedista (El teatro soy yo, 1933; Alfarda, 1935; Pan criollo, 1937; Andrómeda o La belleza victoriosa, 1939; Zazá porteña, 1945) -también director del Teatro Cervantes entre 1973 y 1976-, se develan sus aristas identitarias y sus movimientos filiatorios, su fe judaica pero también las tensiones al interior y al exterior de los campos de la comunidad y de los destinos políticos argentinos.

Una gran edición ésta que trae otras viejas voces, que dialoga con los tiempos presentes y con los Tiempos que nunca cesan.

Sobre dramas de desarraigo

¿Permanecer o irse? Territorios e identidades en el teatro del litoral, tal el último título de Guillermo Meresman en la editorial independiente Azogue Libros, que llega con apoyo del Consejo de Teatro Independiente de Entre Ríos (ConTIER), fue presentado recientemente en la Fiesta de Teatro co-organizada por el INT y Cultura Entre Ríos.

La publicación es parte resultante de la convocatoria realizada por el nuevo organismo, y del proyecto de difusión de aspectos de la historia teatral entrerriana del investigador, director y editor.

El título recupera una pregunta que se hiciera el poeta y ensayista oriundo de Nogoyá, Antonio Turi, en un artículo allá por la década del 60, en el que hacía referencia a César Iglesias Paz y el desarraigo o dilema que lo aquejaba al igual que a tantas generaciones de artistas. “¿Figuraría su nombre en las merecidas páginas que le dedican las historias del teatro argentino de haber permanecido, obediente al sedentario consejo del viejo Vizcacha, en su nativo Yeruá?”, reflexionaba Turi.  Meresman trae a colación dicho interrogante en sus palabras preliminares, y bajo esa premisa ensaya una mirada “no hegemónica de la historiografía del teatral nacional” en torno a la vida y obra de otros autores de Entre Ríos y también de Santa Fe.

Así es como en un total de ocho artículos o ensayos seleccionados, a los que se suman más de diez registros fotográficos, muchos de ellos inéditos, repasa y analiza las trayectorias y recorridos, orígenes, influencias, identidades de creadores como Juan Carlos Ghiano, Miguel Ángel Pepe, Lito Senkman, Claudio Martínez Payva, Gaspar Benavento, Isidoro Rossi.

Ya desde la tapa, el libro ofrece una perspectiva antigua de la ciudad capital, con el protagonismo del Teatro 3 de Febrero y otros edificios urbanos aún hoy reconocibles. Pero la mirada del autor es panóptica, cruza el Paraná e incluso avanza hacia el Uruguay, se detiene en los rostros de los autores arriba mencionados, espía escenas de obras de Isidoro Rossi, Luis Minaglia o Gabriel Cosoy; reúne en documentos desconocidos a los grupos Casacuberta o La escena y refresca la memoria de los tiempos de la dictadura, de la obra de César Iglesias Paz y de muchos teatristas de Santa Fe y la provincia.

Con este nuevo libro del investigador Meresman, posterior a las Obras dramáticas reunidas de Isidoro Rossi, Azogue Libros se pone al frente del área editorial del teatro en la región. La cantidad y calidad de los textos, abre la esperanza para que los teatristas del litoral puedan seguir accediendo a textos dramáticos, estudios y crónicas del quehacer escénico en la zona, así como conocer la ubicación de cada una de las figuras en el mapa del teatro nacional de su época y el diálogo con las compañías, salas y públicos de entonces. En efecto, en un párrafo a propósito de una de las obras de Martínez Payva y su derrotero, parece sintetizarse ahí, algo de los entrecruzamientos de la producción dramática y sus puestas, que se dieron entre uno y otro rincón de esto que se define como litoral: “En relación con La isla de Don Quijote, dirigida en Rosario del Tala por José Miguel Pais, padre del destacado teatrista, gran autor y director santafesino Carlos Pais, permitieron al autor compartir anteriormente el éxito de la compañía del binomio de capocómicos, el reconocimiento en Madrid (1922) y posteriormente, que la pieza fuera dada a conocer por numerosas ciudades de la Argentina merced al reestreno de la compañía de Carcavallo”.

El libro en cuestión ya empezó a girar y circular por elencos de la provincia, bibliotecas y librerías de la región, en busca de sus más ávidos y específicos lectores.

miércoles, 4 de septiembre de 2024

Seguimos leyendo...

De cien años atrás y un poco menos también

Historias de Bardo. Siglo XX es una nueva publicación de la Asociación Civil Teatro del Bardo, que hace unos pocos meses se conoció en Paraná y ahora comenzó a circular por todo el país.

El libro, como su nombre lo indica, remite a historias barderas del siglo pasado, pero como saben en la grupalidad, el bardo sigue actuando actualmente. Usamos la expresión en el sentido de conflicto, disputa o problema, como creemos escogieron los integrantes, sin dejar de pensar en “el Cisne de Avón”, por supuesto.

Por eso los textos dramáticos de Pánfilos (2018), de Valeria Folini, Walter Arosteguy, Olivia Reinhart y Tovio Velozo y Jacinto Rojo (2013), de Valeria Folini, Nadia Grandón y Walter Arosteguy, vienen acompañados de críticas, textos periodísticos, fichas técnicas y un código QR que permite acceder a las imágenes de los sucesos escénicos, ficha técnica y la génesis de los trabajos a partir de la intervención en El desmontaje infinito que se transmitió por youtube.

El prólogo fue redactado por el investigador especialista en los teatros obreros, libertarios y anarquistas, Carlos Fos, y es uno de los últimos aportes del antropólogo cultural recientemente fallecido, al estudio o consideración de un sector importante  del  teatro argentino y su sociedad. También hay artículos de Daniel Fiorotto, Violeta Vignani, críticas y notas de Víctor Fleitas, Fernando Kosiak y Roberto Schneider del 2013, aparecidas en medios de Paraná y Santa Fe.  

Las piezas en cuestión rinden algo así como tributos pues, a la escena ácrata de comienzos del siglo pasado en Entre Ríos y España, y rescatan para el presente sus motivaciones de compromiso y militancia combativa.

Este libro se suma a Resistencia trágica (2018), donde el reconocido grupo entrerriano había dado a imprenta varios de los textos dramáticos escenificados hasta la actualidad; esta edición más pequeña, sin embargo, amplifica notoriamente su trabajo original y su difusión nacional.

En el contexto de los últimos meses en el que los espacios culturales ven peligrada su existencia, la aparición de este texto confirma el esfuerzo en el proyecto creativo grupal de los integrantes, y se agradece.

Rescate regional

Las Obras dramáticas reunidas, de Isidoro Rossi, con estudio preliminar y compilación de Guillermo Meresman, volumen recientemente aparecido,  aporta un mosaico importante en el revestimiento de esa pared que llamamos historia.

El libro, de la editorial independiente de Paraná Azogue Libros, incluye cuatro textos inéditos de Rossi, que son presentados por la directora del Instituto Nacional de Estudios de Teatro (INET) Laura Mogliani, y vienen acompañados por un anexo fotográfico que rescata del olvido la figura del insigne autor paranaense, estrenado numerosas veces en el litoral.

En efecto, Rossi fue uno de los pocos autores entrerrianos del siglo pasado que optaron por quedarse en su provincia, desempeñando distintos roles en el campo cultural local y adquiriendo cierta notoriedad nacional. Meresman ha gastado una vida ocupándose de él en distintas oportunidades, escribiendo sobre el letrista de la Marcha de Entre Ríos estudios, análisis del corpus textual, capítulos y artículos sobre sus producciones y figura. En el 2022, organizó una valiosa muestra en el Museo de la Ciudad Dr. Blas Pérez Colman, que guarda el patrimonio existente de don Isidoro Rossi.

Esta vez, acerca una aproximación a sus tareas, temas, estrenos y circulación de la impar labor llevada a cabo por “el muchacho que era bueno” entre 1920 y 1951, año del deceso del dramaturgo que escribiera Por despistar, En la cuesta, El muchacho no era malo y Cárcel, esta última estrenada en diciembre de 1935 en la penitenciaría de la capital provincial.

Registro de la puesta histórica
en la cárcel de Paraná (entre 1935-37)

Este libro de casi 170 páginas, de cuidada edición, puede ser pensado además como los 170 escalones de una escalera al conocimiento total imposible sobre o del creador del grotesco criollo ¡Berto! (1933). Cada una de sus páginas trae aparejado un pacto con el pasado teatral y un futuro potencial: desfilan los nombres también como en una galería de recuerdos de la española Concepción Arenal, del uruguayo Florencio Sánchez, del concordiense Juan José de Soiza Reilly, del Nobel Jacinto Benavente, y provocadoramente tal vez, de Alberto Ure.

Es una publicación amable, celebratoria, que confirma la valía de una obra dramática fundamental para el teatro argentino y de un estudioso o al menos interesado en sus huellas.

Cabe destacar que tanto Historias del Bardo como Obras dramáticas reunidas cuentan con apoyo del Instituto Nacional del Teatro.

 

viernes, 19 de julio de 2024

Con el deseo del teatro como motor

Balance de Mónica Borgogno y Guillermo Meresman

 

Entre el 10 y el 14 de julio se llevó a cabo el Festival de Teatro de Rafaela 2024.

Con una propaladora que voceaba -como los viejos verduleros las ofertas de tomates y papas-, invitando así a todos los espectadores, a “actuar como si supiéramos”, se abría esta fiesta de las artes escénicas.

Aunque fueron menos días de los que nos tiene acostumbrados, esta 19na. edición tuvo sin embargo la misma jerarquía estética, que sus versiones precedentes. En este caso, el cambio de color político en la intendencia, no parece haber afectado demasiado la gestión de estos días a puro teatro, al menos a los ojos de extraños y visitantes. El nuevo intendente Leonardo Viotti tuvo la inteligencia de continuar lo que otros iniciaron en 2005, aún a pesar de un contexto más que adverso, de retirada sino desinterés de las políticas nacionales de cultura. No obstante, como rezaba el eslogan de esta vez, el festival Late con fuerza y por varios años más, porque está demasiado instalado en el corazón de una ciudad y un país: “De chiquita traía a mi hija a ver espectáculos y hoy tiene casi 20”, dice una mujer que con su testimonio ilustra la magnitud del fenómeno.

Un total de 21 obras, una docena de espacios de la ciudad intervenidos por distintos acontecimientos teatrales y varios miles de espectadores acompañando cada función, pusieron calor, color y humanidad a este tradicional receso invernal.

Esta edición del renombrado festival santafecino se caracterizó por una gran variedad de propuestas escénicas, una numerosa participación de artistas locales y varias actividades especiales que son marca registrada de este encuentro ya mayor de edad.

Tanto las autoridades municipales como de la provincia, que tomaron la palabra en el acto de inauguración oficial, resaltaron la idea de que la unión hace la fuerza, que la cultura es gestión, memoria y futuro, que la inclusión es posible y que el arte, en todas sus manifestaciones, es fundamental para una sociedad viva, que valora sus recursos y ansía mejorar.

La apertura del miércoles, a diferencia de otras veces, fue con una singular performance que consistió en una intervención del espacio público céntrico, protagonizada por los asistentes al laboratorio dirigido por Juan Parodi pero también con mujeres del grupo de teatro de adultos coordinado por la actriz local Marcela Bailetti. Con escenas y situaciones que transcurrían a lo largo de toda la avenida Santa Fe, actores, actrices y bailarines rafaelinos sorprendieron, unos bajando una escalera señorial de un negocio de electrodomésticos, otros desde balcones y esquinas especialmente iluminadas. Así el público pudo vivenciar la fusión de ciudad y teatro, reflexionar en torno a esta disciplina, la importancia de soñar y proyectar, pensar y jugar en lo urbano.

La ciudad celebró estas distintas postas que ofreció el desfile que concluyó en el Cine Teatro Belgrano, donde se dio puntapié inicial a obras movilizadoras, divertidas y muy convocantes, a juzgar por el lleno total de las salas.

Los espacios de formación, de diálogos e intercambios, fueron otra vez uno de los puntales fundamentales de las búsquedas del FTR que apuesta a renovar y formar nuevas generaciones de actores y públicos. Los laboratorios de performance interdisciplinar, de teatro y por primera vez, de dramaturgia, dictados por Parodi, Santiago Gobernori y María Eugenia Meyer, respectivamente, junto a las concurridas rondas de devoluciones, en las que artistas y parte de la prensa argentina develan secretos y vicisitudes del oficio, cruzan miradas y procesos creativos, junto al público en general, o bien transfieren y tejen historias, explicaciones de procedimientos o ponen en palabras el deseo de todos de crecimiento y algún humano porvenir.

Festival popular como pocos, de alto impacto social y lograda resistencia a la globalización, al neo capitalismo y la deshumanización de la especie, el devenir del  FTR sigue enseñando, territorio de amor y emoción en la cartografía argentina y los cuerpos creadores.

Homogéneos trabajos
actorales de un
 hilarante Modelo vivo muerto

Disidencias y transgresiones

Corrido de la normas, asentado en sólidas bases, este festival va hacia el infinito en sus alcances, como una nave. Proyecta e instala costumbres buenas y nombres del recuerdo, contra las corporaciones, la soledad o las injusticias de cualquier existencia. Eso es desde hace casi dos décadas el FTR. Combate el dolor como un analgésico, cura heridas y abraza entre el frío, haciendo avanzar algo que jamás pareció dormido. Venga la doble moral, la pobreza y la violencia gratuita del poder o del sujeto.

Más de mil espectadores rieron a rabiar con Modelo vivo muerto, primera función en  sala del Belgrano repleta con esta creación colectiva del grupo Bla bla y cía (CABA). Pablo Fusco, Julián Lucero, Tincho Lups, Carola Oyarbide, Sebastián Furman y Manu Fanego, sobreponiéndose e incorporando algún desperfecto técnico, capturaron carcajadas con sus recursos de clown y su ácido humor con total desparpajo. Ironizaron sobre las academias de arte, la educación, las relaciones absurdas y sus vínculos con lo escatológico, ante la atónita mirada de las autoridades sentadas en primera fila.

Camila Peralta, protagonista de una
original y tierna historia
pergeñada por Martín Bontempo

A continuación, todos al Lasserre a disfrutar de uno de los acostumbrados y logrados unipersonales seleccionados por los organizadores: la tragicomedia Suavecita, de Martín Bontempo con una interpretación notable de la joven actriz Camila Peralta. Una historia novedosa, enternecedora, de un personaje marginal, con tantas aristas, aciertos y matices, que se llevó una ovación por el mito que instaló.

Casi lo mismo ocurrió con otro de los notables espectáculos: Matate, amor, de Ariana Harwicz y dirección de la leyenda Marilú Marini, con una Érika Rivas que entregó todo su talento y fue un montón.

Rivas dio sobradas muestras de talento
en medio de una poética escenografía 
En su caso, la adaptación realizada con Harwicz y Marini sobre la novela, planteó con rudeza un teatro guerrillero o al menos rebelde, imposible de domesticar. Los recursos de la consagrada actriz fueron además agradecidos en Suardi, la subsede del mega evento, por su figura y los descarnados temas que aborda y otros que desliza como la maternidad, las culpas y soledades, la posibilidad de un suicidio, las luchas femeninas de los últimos siglos.

Juan Isola, conocido cantante de La joven guarrior, en el mismo primer día, mostró una pieza bajo su dirección: Janequeo, un encanto doloroso, otro trabajo disfrutable, con mucho humor. El elenco, con la frescura interpretativa de Delfina Colombo, Emanuel D`Aloisio, Gogó Maldino, Facundo Mejías, Candela Font y Eugenio Tourn, recrea una historia de aventuras, amores y desamores de la época de la Conquista, con personajes de géneros desdibujados, difusos, al igual que el lenguaje y las tonadas que usan. Al decir de su director, es una buscada “desmesura de personajes, cuerpos, espacios, lenguajes”. 

Una escena de
Janequeo, un encanto doloroso
Varones/mujeres y mujeres/varones, con sus atributos expuestos, honran a Latinoamérica y su contracultura. Animalidades al acecho, desenfrenos de hablas y causticidad, fueron rasgos de esta lograda comedia dramática.

 



Un surtido federal

Durante todo el festival se vio a rafaelinos y visitantes con la alegría de saberse partes de un fenómeno que mueve más de 15.000 personas, y sacude la economía regional.

El intendente Leonardo Viotti y la Ministra de Cultura de Santa Fe Susana Rueda, se encargaron de marcar la cancha y resaltar precisamente la trascendencia de apostar a la cultura. Asimismo, la marca transgresora o innovadora del solvente equipo de producción del FTR, sigue ocupando lugares en la consideración de todos y se filtra en espectáculos, barrios, conversaciones varias.

Aquí, un momento de los desopilantes
gestos de Max Suen y Felipe Saade 


La obra Breve Enciclopedia sobre la Amistad, de Tomás Masariche, con excelentes trabajos de Max Suen, Felipe Saade, Casandra Velázquez, Maga Clavijo y el propio Masariche, figuró entre uno de los espectáculos que más gustó, sorprendió e hizo reír por lo original de la estructura dramática, contemporánea y desbordante, sumado a los absurdos juegos con el lenguaje que proponía. Además de dejar entrever problemáticas atravesadas por toda una generación prácticamente nacida con la crisis del 2001 y los consecuentes vaivenes sucedidos hasta este presente.

En tanto la pieza Un tiro cada uno, que se ofreció en dos funciones repletas en la cancha de básquet del Club Peñarol, conmovió por la profunda investigación sobre la adolescencia, la violencia y la crueldad que desnudan, además de la estructura dramatúrgica que proponen. Fiamma Carranza Macchi, Carolina Kopelioff y Camila Peralta compusieron el mundo masculino de tres pibes que mientras tiran al aro, desarrollan una virulenta intriga reconocida frecuentemente en las noticias policiales. Más que recomendable.

Escena inicial de Un tiro cada uno

Cabe añadir que se hicieron lugar en esta edición grupos de Tucumán, Córdoba, Rosario y Mendoza, con muy distintos acentos y exploraciones estéticas. Teatro documental, de sombras, para todo público, para las infancias; circo, teatro en plazas y espacios no convencionales. Una locura de intensidad, energía y amor al territorio propio.

Hubo adaptaciones de clásicos como Fuera de este mundo, realizado por los mendocinos sobre la famosa novela El extranjero de Camus, procedimientos biodramáticos para la concreción de una obra teatral en ciernes como en el caso de las tucumanas que llegaron con Estamos grabando de Guadalupe Valenzuela, y obras como La orquesta de El cuarteto del amor con una comedia musical que vino desde Córdoba para protagonizar el gran cierre de este encuentro.

Les reyes también integró la grilla de la programación 2024. Se vio un trabajo en el que Mechi Mendizábal y Damián Mai, desandan toda una metáfora en torno a las ambiciones del poder, con síntesis, humor y belleza, dirigidos por Felipe Saade y música en escena de Lucía Gómez.

Locales

Marcelo Allasino, fundador con su grupo del festival, presentó Hermanas tejedoras, con cuatro buenos trabajos actorales (María Laura Bañón, Marilú de la Riva, María Cecilia Tonon y Manu Zimmermann) y un estilo personal de puesta, provocador, como hace treinta años atrás lo fue su polémica versión de Lisístrata. Crítica contra el poder eclesiástico y el conservadurismo, con pizcas de acidez y locura, la comedia de claro tono popular, sacó carcajadas e hizo pensar a casi todos.

La bailarina Liza Taylor ofreció un elogiado acontecimiento en el Bosque Educativo Norberto Besaccia que tituló con Silvina Grinberg, Lugar secreto, con la participación del Dr. Jorge Frana, que acercó una indagación en torno a la naturaleza, la vida y el destino como especie. “El teatro nos hace crecer”, disparó el ingeniero y especialista en Entomología al tiempo que reparó en el diálogo existente entre esta puesta y la muestra Experimenta naturaleza, que podía verse en el corredor del Complejo Cultural del Viejo Mercado, donde a partir del concepto de "jardín planetario" de Gilles Clément, se instaba a nuevas generaciones a cuidar el planeta como si éste fuera un gran jardín.

El audiotour coordinado por María Eugenia Meyer por distintos puntos de Rafaela, denominado Cartografías de lo sensible, ofreció la producción de seis autoras rafaelinas emergentes, que habilitaron nuevas miradas sobre sitios, monumentos, casas y personajes de la ciudad, de modo que ya no pasarán inadvertidos. Es más, quien no hizo el recorrido podrá visitar esos lugares y bajarse con QR los audios de las historias muy prolijamente editadas.

En tanto Gobernori, a cargo del laboratorio que desembocó en La singularidad de lo mismo, tuvo la misión de dirigir a un elenco local de 19 personas. Con una estructura de primera y segunda parte –Cuidado Hollywood te estamos acechando y La inocencia de H-, muy diferentes entre sí pero igual de atractivas y originales, captó la atención del público que curioseó de cerca cómo cada actriz/actor mezclado entre el público, replicaba determinadas escenas de películas. Y más tarde, en otra parte de la sala del Centro Metropolitano La Estación, la propuesta acercó una historia simple multiplicada en tantos matices como actores en escena.

Entre los infantiles se destacó Les volátiles de Irene Ortin y Leonardo Carmona (Rosario) con acrobacias finas y precisas tal como lo anticiparon, con gracia, a sus pequeños espectadores. “¿Les gustan los espectáculos de precisión?” consultaron. Enseguida los presentes corearon “sí”. Luego los artistas arremetieron con un “¿saben lo que es la precisión?”. “No”, contestaron todos. Luego siguieron con destrezas arriba de una minúscula bici y con el diábolo hasta hacer participar a una niña para hacerla volar mágicamente.

Había una vez una canción de María Elena, desde Córdoba, recreó y multiplicó las historias disparatadas y el universo de la icónica cantautora María Elena Walsh. Caita Barberán, Franco Del Río y Agostina Lameiro se lucieron con unas coreografías muy prolijas y atractivas a la par que en la platea, grandes y chicos los acompañaban cantando ese repertorio tan clásico y precioso, a modo de un homenaje coral único.

No tuvieron menores méritos shows como Salpiclown o Acrobacias en juego que se vieron en espacios públicos abiertos y deslumbraron con sus destrezas arriba de zancos, con malabares o saltos mortales, tal como resaltó un niño.

Hubo otros velados tributos acaso, al teatro pánico, a la torpeza, a la tradición, a los inmigrantes; a la emoción, a la sorpresa y confraternidad; a la potencia de la risa y la emoción. Hubo escenas inolvidables que fueron una invitación a considerar las violencias instaladas y promovidas, para transformar el rumbo y las miradas.

Después de esta suerte de baño de inmersión teatral, parafraseando el juego de palabras que alguna vez realizó Chiqui González –ex ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe-, uno tiene la certeza de saber que el teatro se escribe con T de Terremoto, de Tarascón, de Tornado y de tradición; T de tolerancia y trashumancia; T de Truco, trabajo, tragedia, tarima, trampa, transpiración. Uno se vuelve a la rutina con el corazón más acelerado, de contento nomás.

Y con la promesa, (aún ante la indiferencia de la Secretaría de Cultura de la Nación, que en esta oportunidad y por primera vez en este suceso único, quitó apoyo a través del Instituto Nacional del Teatro), de un gran festejo para los 20 años que se cumplirán en el invierno de 2025.

El FTR es sinónimo de transformación y resistencia, pero además de disfrute, felicidad y alegría. Solamente la necedad no logra verlo así.

 

Frases

“El festival de teatro se adueñó de la ciudad y la ciudad se adueñó del festival, que es lo que queríamos, dijo el intendente Leonardo Viotti.

“Estos 19 años de festival nos reafirman en el deseo de que siga creciendo y expandiéndose”, apuntó el equipo de producción al mando de Gustavo Mondino.

 “Ha sido un acto político, ha sido un acto de resistencia estar acá”, resumió Martín Lopetegui, coordinador de Cultura de la ciudad.


 


 

 

 


domingo, 7 de julio de 2024

Ya comienza a latir la nueva edición del Festival de Rafaela

Por estos días, los rafaelinos y rafaelinas se predisponen a recibir a los y las artistas de distintos puntos del país que llegan hasta su ciudad para formar parte de la grilla de un nuevo Festival de Teatro o simplemente, empezar a disfrutar de una maratón de obras para todos los gustos que trae consigo los cinco días de funciones y más funciones en diversas salas y espacios de Rafaela.

Janequeo, un encanto doloroso.
Esta vez es la 19na. edición del Festival, que tendrá lugar del miércoles 10 al domingo 14 de julio, y ya es un clásico esperado e inamovible de las vacaciones de invierno que ocurre en esta localidad del centro oeste santafesino.

En una suerte de previa, cada uno de los habitantes tanto como sus visitantes, parece entrar en un modo de disfrute. La estampa de las largas filas tempraneras de emponchados, para sacar sus entradas, no sin antes haber leído toda la información posible para poder elegir bien, hablan de las ganas de que se levante el telón, se apaguen los celulares y comience esa obra que hará reír, pensar, emocionar, incomodar, aplaudir. Los libritos con fotos, sinopsis, fichas técnicas, procedencia de los elencos que vendrán este año que se ven en negocios, consultorios, casas de familia; los banderines con el lema “Late con fuerza” que promete la programación 2024 y que flamean en los boulevares del centro; pero también las expectativas de jóvenes artistas locales que participan de los novedosos laboratorios de creación escénica junto a reconocidos directores y que estrenan su producción en el marco del festival, refuerzan los latidos, el entusiasmo.

Fuera de este mundo (Mendoza)
Organizado por la Secretaría de Educación y Cultura de la Municipalidad de Rafaela, con la cogestión del Gobierno de la Provincia de Santa Fe y el apoyo de diversas instituciones públicas e intermedias, sponsors y la subsede de la vecina Suardi, el FTR sigue firme, con un sólido, comprometido y guerrero equipo de profesionales y gestores culturales que desde hace años trabaja para ello, para mantenerlo, expandirlo y proyectarlo como lo que es, uno de los eventos de las artes escénicas más destacados del país.


El miércoles 10 a partir de las 18 será la apertura callejera a cargo del Laboratorio Performance Interdisciplinar, en la plaza 25 de Mayo, que desembocará en el acto oficial a realizarse en el Cine Teatro Municipal Belgrano. Allí a las 19,30, tras las palabras de autoridades se verá Modelo Vivo Muerto de Bla Bla & Cia. La jornada proseguirá en el Teatro Lasserre con Suavecita, de Martín Bontempo y hacia las 23, el Centro Cultural La Máscara abrirá sus puertas para quienes asistan a la función de Janequeo, un encanto doloroso, de Juan Isola.

Erica Rivas llegará con Matate, amor,
 bajo dirección de Marilú Marini

Además de obras provenientes de Buenos Aires, se programaron este año, espectáculos de elencos de Rosario, Córdoba, Tucumán y Mendoza. A ello se agregarán las funciones de obras rafaelinas como “Hermanas tejedoras” y “Lugar secreto” o bien las producciones derivadas de los laboratorios que surgieron en 2021 y que fueron una innovación necesaria, que llegó para quedarse, formar y mostrar en un marco único.




viernes, 3 de mayo de 2024

Macbeth, en dos y más lecturas

Si fuiste, alpiste! o los riesgos de la extinción

Guillermo Meresman

Habitación Macbeth, la versión sobre el clásico shakespereano, de Pompeyo Audivert, se presentó ante un teatro repleto en Paraná. Un rato antes, el maestro fundador de El cuervo, su estudio de teatro en Buenos Aires, había mantenido un diálogo con estudiantes y profesores en el Profesorado que funciona en la vieja Escuela de música, danza y teatro de calle Italia.

Había vuelto una y otra vez, a muchos pensamientos y conceptos vertidos en su libro El piedrazo en el espejo (2018).



En la reseña que publicó la revista digital La Otra Butaca, se escribió “El teatro debe ser la piedra que rompe el espejo. Primero, hasta romper el espejo, el teatro es la piedra, luego de que lo rompe el teatro vuelve a ser el espejo, la piedra sigue su viaje en dirección al centro del misterio a donde van las fuerzas ciegas, el teatro queda en la superficie rota dando cuenta de los restos de una plenitud refleja y a la vez revelando lo que la sostenía como la naturaleza que estaba oculta, paralizada, tras la lápida reflejo”, repite en la contratapa de este valioso libro, su autor, el reconocido Pompeyo Audivert, como un mantra o una bendición.”

En esta adaptación para un solo actor, con música original y ejecución de Claudio Peña, Audivert desata la máquina teatral de sus ideas y asociaciones, y produce con austeros recursos, un fuerte acontecimiento en la realidad. Un martes y apenas unas horas después que miles se manifestaran frente a la Casa Gris en defensa de la Universidad Pública y gratuita.

En su famoso estudio sobre la tragedia, Harold Bloom da sobradas pistas de lo que aparece o imaginamos en escena en este nuevo y arriesgado desafío que asume el actor/director. Ya el comienzo del capítulo 26 del análisis de Bloom nos es inquietante: “La tradición teatral ha hecho de Macbeth, la más desafortunada de todas las obras de teatro de Shakespeare, en particular para quienes actúan en ella”, nos advierte allí.

Por la intensidad, los recursos y procedimientos que pone en juego, por su inteligencia y su capacidad de trabajo, Pompeyo es de los buenos actores que han nacido en Argentina. Hace unos años, en el FTR, pudimos comprobarlo al disfrutar su versión de Muñeca, de Armando Discépolo.

Sistematizadas ahora muchas de sus ideas y enseñanzas, este nuevo Macbeth, esta particular Habitación que trajo a la capital entrerriana, (“terminó siendo más que una habitación, un inquilinato”, se rió luego de la pandemia, cuando se concentró en la tarea), es apenas una dosis del veneno del teatro que está dispuesto a compartir (y que también trajo hace unos años al mismo teatro municipal, Miguel Ángel Sola). Esta habitación es un cuarto, pero en el entra todo el mundo isabelino, toda la sangre de la humanidad y toda la imaginación del universo humano... Entran Macbeth, su mujer y como mínimo otros cinco personajes de la tragedia original.

Por ello Bloom no deja de acudir a Nietzsche y Freud, para revelar, 20 años antes de esta puesta en escena maestra, nuestra, sus relaciones con la culpa, la moral, la responsabilidad social y esas fuerzas que, muchas veces misteriosamente, revelan nuestras acciones.

Es imposible pensar que a Audivert, en el proceso de elaboración de su propuesta (o protesta), en los meses o años en que fue construyendo esta máquina, estas palabras del estudioso norteamericano no hayan despertado deseos: “Gran máquina asesina, Macbeth es dotado por Shakespere con algo menos que una inteligencia ordinaria, pero con un poder de fantasía tan enorme que pragmáticamente parece ser el del propio Shakespeare.”

Pero Habitación Macbeth es no sólo palabras... y silencios; buenas frases o poderosas imágenes, músicas y sonidos envolventes; es sobre todo cuerpo (puro cuerpo), también es espacio, tormento y fantasía y los siete personajes que encarna Audivert. O mejor, es la relación entre uno y otro. Es el cuerpo alto del calvo actor, con sus voces y gotas de transpiración bajo la corona, y esos tres o cuatro artefactos añejos o fabulosos que introduce o saca de la escena. Incluso los objetos, aparecen y desaparecen ante la menor distracción del espectador. A su vez, la imaginación proléptica de Macbeth es absoluta, y esa retórica nos deja aterrados después de leer al Bardo, o de asistir a esta Habitación Macbeth.

Salimos de la función y volvemos a casa en silencio, tocados, afectados, cambiados por la obra, por la fuerza de la creación que todo lo subvierte. No podemos seguir siendo los mismos; no podemos ser máquinas, tampoco... En la doctrina de los epicúreos y los estoicos, la prolepsis es poseer conocimiento anticipado de algo. Para la Psicología, se dice: Anticipación mental de una acción por realizar.

 
Audivert, como Macbeth, labora y amasa eso “que tiene poco que ver con nuestra libertad”, y que además tiene todo que ver con La Libertad. Esta no Avanza, más bien Retrocede ante nuestras fuerzas oscuras, ajenas a las Fuerzas del Cielo.

“El mundo es un teatro cuyas fuerzas no vienen sólo de este mundo, sino de otros costados y eso es lo que el teatro señala” afirmaba el teatrista en una entrevista donde además aclaraba: “Macbeth es una obra que habla de los cambios, y tiene un grado de universalidad notable vinculado a este estar habitados por fuerzas de otra naturaleza, que a veces irrumpen y cambian el destino de un individuo.”

Ya ni las muertes ofrecen sosiego, pues, solamente responsabilidad, razón, consecuencia de lo dicho y lo hecho. Casi lo contrario de lo que mayoritariamente pulula en las redes y el amplio y real orbe. Pero estamos vivos y acaso nos aceche algún milagro. ¿Pero qué es la vida, ay? “La vida es una sombra caminante, un mal actor que, durante su tiempo, se agita y pavonea en la escena, y luego no se le oye más. Es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia, y que no significa nada” dice memorablemente Macbeth en el último acto, y repiten los actores hace cuatro siglos y medio·

Tal vez por esto pegue tanto esta obra de Pompeyo. Tanto como el momento político que se vive en el país desde hace unos cien días, golpea, rompe el vidrio de azogue, alecciona quizás.

En este sentido, Audivert parece mucho más seguro aquí que el personaje trágico, que de lo único que está seguro es, ciertamente, del presente de su tiempo eternal. En esta apuesta y como una partitura orquestal, Pompeyo se prostituye, se anima y cambia la piel como el rey de Escocia. En esta cuarta temporada, el espectáculo parece haber cobrado mayor reverberancia aún. Pero el público, la diosa Hécate que creó a este actor, las fuerzas fantasmáticas y las sombras metafísicas, que ya lo seguían, lo continúan espiando.

Aunque claro, como escribió Paco Urondo en la novela Los pasos previos, antes de ser secuestrado durante la dictadura “a Seguro lo llevaron preso”. Y así fue. Y cada función es la última y la primera, entonces…


Habitación Macbeth, o un actor habitáculo oficiando entre escombros 

Mónica Borgogno

Foto de Santiago Massa.
En Habitación Macbeth, la obra que trajo la III edición del Encuentro Shakespeare Entre Ríos, el actor Pompeyo Audivert arranca armando y desarmando, componiendo, con unos gestos mínimos y precisos, sin pausa alguna, a esas tres hermanas brujas que vaticinan el destino de Macbeth. 

Esa escena inicial como las que seguirán, no le dan tregua al espectador y le exigirán algo más que atención. Luego el actor se deshará, se esfumará, tal como desaparecen por arte de magia todas las brujas, para encarnar otros tantos personajes de esta tragedia. 

Cuando uno de esos personajes mira al público y pronuncia la frase: “Los peores traidores, son los mejores actores” y cuando antes, una bruja esbelta y bella confiesa que quiere ser actriz, parece que ahí empezara la función, esta versión del clásico de Shakespeare que llegó para actualizar la dimensión y juegos del poder; desnudar las ambiciones que sin escrúpulos ni límites, violentan; compartir las dudas, culpas, ansias, deseos; o bien, para disfrazar de oráculo lo que es un íntimo deseo de tiranía, tan humano, en el que podemos identificarnos y distanciarnos a la vez. 

En esta versión prevalece la premisa de actuar en un escenario antes que vivir entre la fosa de huesos- del público?-, tal como lo pronuncia uno de los personajes. La potencia de una actuación-creación se convierte en radiante, como teoriza Audivert, en el sentido de irradiar una multiplicidad de sentidos y por eso mismo, subversiva del estado de cosas, de la máquina del vivir y trabajar cotidianos, de lo que nos impone consumir este sistema en el que estamos inmersos. 

La obra invita y golpea a la vez, todos los sentidos, pero no es un teatro que baja línea, eso “sería triste y patético”, al decir de Audivert mismo, autor de El piedrazo en el espejo. Sin embargo, es una pieza política y revolucionaria por la poética que plantea, el modo en que se encadenan las escenas y una música original en escena (Claudio Peña) que persiste, permanece y profundiza. Y por todo ello, tan vital y necesario. 

En El piedrazo en el espejo, precisamente el actor teoriza sobre sus búsquedas, sus métodos, y comparte su concepción del teatro como un caleidoscopio, lejos de una construcción lineal, capaz de ofrendar no un solo relato, sino “miles de posibles relatos destilables de una obra de arte, tanto más poética su factura”. 

La función ocurrida justo el martes 23 de abril, jornada de la multitudinaria marcha en defensa de la universidad y educación públicas, resignificó todo el acto teatral. Se vio, metafóricamente, a un actor “oficiando entre escombros (…) en los restos de un paisaje histórico extinto”; asistimos a un “acto artificial de una entidad superior a su sentido aparente” (…) que revela “la existencia de una estructura vital originaria, subyacente, que, en medio del desquicio funeral histórico, permanece”.

sábado, 27 de abril de 2024

Revuelta Cultural, para agitar los corazones

Los artistas en pie de lucha y resistencia

En el marco de la avanzada de recortes y falta de horizontes en materia de políticas culturales, el colectivo de teatristas autoconvocados de Entre Ríos, consensuaron la realización de una jornada que dieron en llamar Revuelta Cultural. Será este domingo 28 de abril y como se trata de una resistencia activa, consistirá en hacer funciones de teatro en distintas salas de la provincia, de modo de mostrar de manera conjunta, un mismo descontento y preocupación en el sector que impacta sobre toda la comunidad.

El caballo y la paz.
Las actividades se desplegarán en espacios de Concordia, Gualeguaychú, Paraná, Gualeguay y Concepción del Uruguay. La organización abre sus puertas a la sociedad entrerriana para sumarse y disfrutar de cantar canciones, reír ante los payasos, escuchar un poema o sorprenderse con las destrezas de los malabares, además de poder informarse respecto de las problemáticas presentes y a largo plazo que afronta la comunidad artística.



Mequetrefes a pedal.
La programación prevista en la capital provincial invita a las funciones que comenzarán este domingo a partir de las 15 en la sala de Teatro del Bardo (Almafuerte 104) donde se verá una intervención del 3er. Año de la cátedra Danza Contemporánea de la Escuela de Música, Danza y Teatro Constancio Carminio y luego, la función del espectáculo para infancias El caballo y la paz, con la actuación de Juan Kohner y Gabriela Trevisani. 

Hacia las 16,30, las propuestas se trasladarán a la plaza Sáenz Peña. Hasta allí llegarán los Mequetrefes a pedal (junto a Verónica Spahn, Jimena González, Leandro Bogado y Carlos Vicentin), Les Saconis y Teatro por deporte. 

En tanto a las 18, Casa Boulevard albergará el recital de Lo`Feriante, Anarkústico y Lusera Trío, más tarde, a las 20, será el turno de Vidayvuelta, con Paula Righelato y Ezequiel Caridad.


Vidayvuelta.

Una jornada para participar, compartir y apoyar porque los consumos culturales no son una trivialidad, no son un gasto, a veces para muchos es una salvación, un salvoconducto, pero siempre, es la posibilidad de ser otros, reír, emocionarse, despejarse, pensar, debatir e intentar comprender lo propio y sobre todo, lo diferente.

domingo, 28 de enero de 2024

Publicaciones recibidas

RESEÑAS

Del INET y su historia

 

Recientemente, a fines del 2023, apareció la historia del Instituto Nacional de Estudios de Teatro (INET) con el título Entre la tradición y la modernidad, publicado por el Ministerio de Cultura de Argentina.


El grueso volumen recoge notables colaboraciones de un grupo de  investigadores – Nicolás Ricatti, Belén Arenas Arce, Lucía Correa Vázquez- que analizan y escriben sobre el devenir del organismo desde sus orígenes allá por 1936 hasta el 2022, dan cuenta del contexto de las políticas culturales en el que se entiende la importancia de este organismo, atravesando las distintas facetas de la institución casi centenaria. A la vez, los investigadores convocados para este volumen, ponen en valor el largo y extenso trabajo que se realiza en la sede de Av. Córdoba y Libertad. Asimismo, en sus textos se aprecia la necesaria confluencia del quehacer teatral, tanto como las dimensiones que involucran y remiten a los archivos, la historia y la teoría teatral.

Este enorme esfuerzo de visibilización del Instituto es un edición cuidada y prolija, coordinada por su actual directora Laura Mogliani, aporta decenas de fotografías de estos casi cien años pertenecientes al monumental Archivo Fotográfico del INET, organismo público del Estado que, como asevera Jorge Dubatti en sus Palabras preliminares, es un orgullo “nacional” y una de las instituciones de mayor relevancia en el desarrollo de los  teatros en la Argentina e Iberoamérica.

En sus primeras páginas se lee que esta institución pionera “nació hermanada al Teatro Nacional Cervantes” y desde sus comienzos comparten el mismo edificio, ese “bello teatro construido por María Guerrero, inaugurado en 1921), define el teórico Jorge Dubatti. A propósito, en su texto, el investigador se detiene ahí precisamente, en la confluencia de unos y otros saberes en una verdadera política cultural. Lo refiere así: “La grandeza de un campo teatral se mide no sólo por la actividad artística que produce y recibe, sino también por la producción de pensamiento y conocimiento que genera sobre esas prácticas. Ambas dimensiones son, finalmente, inseparables y se alimentan mutuamente”.

La trayectoria federal y un detalle de las actividades, publicaciones, servicios y agentes históricos que hicieron a este funcionamiento destacable, usina de gestión, producción de pensamiento y conocimiento sobre las prácticas artísticas, hacen de este libro de más de 350 páginas, un volumen indispensable para los amantes de las artes escénicas de Argentina, para sus artistas contemporáneos y el público del país y del extranjero, que han visto crecer su valor simbólico, en muestras, conferencias y mil acciones más, en particular durante el último cuarto de siglo. Período este que, en vínculo con el Instituto Nacional del Teatro, (al que se discute en estos momentos si seguir dándole entidad jurídica), alcanzó evidente notoriedad y desarrollo.

Como también aclara con justeza Yanina Leonardi en la contratapa del ejemplar que se puede encontrar en la Biblioteca de la Escuela de música, danza y teatro “Prof. Constancio Carminio” de Paraná -donde funciona uno de los dos profesorados de la especialidad (Fhaycs, Uader)-, la pionera labor del INET, es ineludible a la hora de conocer la historia de nuestras artes escénicas.

 

Los controladores 

y otros textos

El texto por el que Guillermo Meresman recibió el Premio Fray Mocho Teatro 1996, ha sido vuelto a publicar por Azogue Libros, un cuarto de siglo después de haber sido presentada al concurso literario más importante de la provincia, con apoyo del Instituto Nacional del Teatro. Un jurado notable conformado por Griselda Gambaro, Bernardo Carey y Manuel Iedvabni, distinguió entonces este acto único que un lustro más tarde, llegó a escena en el 2003, con funciones que se vieron en algunas ciudades entrerrianas (Paraná, Rosario del Tala, Concordia).

La obra, en esta ocasión, viene acompañada de críticas posteriores a su estreno, estudios y reseñas, fotografías del acontecimiento y breves notas de sus actores, lo que constituye para esta nueva lectura, infrecuentes colaboradores para la imaginación, el conocimiento de aquella experiencia escénica y un cierto clima de época finisecular.

Pero además, y es lo sustancial, el investigador y director acompaña a la pieza esta vez con otras obras breves, (La aguada, Carpe diem, A un segundo de la eternidad, La colonia), éditas e inéditas, que dan cuenta de su empeño y desempeño dramatúrgico, y un hermoso texto de Alejandro Rússovich que se anuncia en tapa, sobre la literatura y el teatro de su amigo Witold Gombrowicz, de la época en que el “discípulo” visitó Paraná, jubilado ya de sus cátedras universitarias, en tránsito hacia Corrientes.

Este nuevo volumen, cabe agregar, fue presentado en la librería De las maravillas de Oro Verde, y ya empezó a distribuirse y circular entre bibliotecas de Entre Ríos y librerías de todo el país.

martes, 23 de enero de 2024

Con la cultura en la boca

Mónica Borgogno


Cultura, cultura, cultura. La palabra suena y puede tener un regusto a consumo de pocos, un privilegio de algunos. Algo de eso emerge cuando una junto a un colectivo de artistas, sale a defender la importancia de las políticas culturales. “A quién le interesan esas pavadas” suelen definir-denostar en las redes sociales, al teatro, el cine, la música, los libros, a modo de virulento retruco.

El propio presidente salió a hablar de privilegios y decir que en lugar de “poner plata en películas que no ve nadie”, hay que darle de comer a los chicos desnutridos. Una estrategia discursiva falaz, de manipulación. Cuando alguien señala que ´nadie` consume tal cosa, en realidad es que quien lo pronuncia no lo consume y pretende hacerlo pasar por todo el mundo, cuando no es así. Y hacer bandería con los niños y niñas que pasan hambre y otros atropellos, es como mínimo perverso.

Estamos por estos días invadidos de premisas como “el país está quebrado y no se puede gastar en eso” y el famoso “no hay plata” que conducen a subestimar el valor del quehacer cultural.

Sin embargo, como dice Alejandro Grimson en Los límites de la cultura. Crítica de las teorías de la identidad, al que estoy leyendo por estos días para entender algo de lo que pasa, algo de los enunciados circulantes, acaso para comprender por qué se pretenden recortar los apoyos a las expresiones artísticas, la economía -ese discurso que hoy todo lo invade y que va desde el “no hay plata”, hasta el “déficit cero” y “la inflación y la estanflación” que aparece en el discurso presidencial y en cualquier charla de todos los días-, “no existe sin la cultura”. Enseguida, el autor agrega, trayendo conceptos del pensador crítico Raymond Williams: La cultura “es relevante porque no existe ningún proceso social que carezca de significación. No hay ninguna práctica económica que no sea una práctica de significación. No hay ni podría haber prácticas productivas, intercambios ni relaciones de producción sin significados. Siempre hay un excedente de sentidoEl desafío es reponer la idea de un proceso social total en el que la cultura no es un anexo o una esfera interesante, sino una trama donde se producen disputas cruciales sobre las desigualdades, sus legitimidades y las posibilidades de transformación”, aclara Grimson.

Y ahí es donde el panorama se me abre y todo resulta más claro. Arriba de un escenario se puede enunciar eso que hace ruido afuera, los dolores de la desigualdad, la injusticia, la diversidad o bien, las posibilidades de soñar con cambiar y proyectar este presente. A todo eso se temerá, por eso el cercenamiento, me pregunto. O a todo lo que habilita la trama (como cuando despiden a 15 trabajadores o 50, la conciliación laboral los manda a trabajar y la empresa los exime de ir de nuevo al trabajo por miedo a que tantos, unidos, puedan hacer lío, no?).

Me quedo pensando en el impacto que tiene escuchar por primera vez una orquesta infantojuvenil tocando en la plazoleta de Pronunciamiento y Espejo, o ver una obra de teatro en el playón de barrio San Martín, puertas de entrada de grandes barriadas de Paraná, cuando los chicos y chicas que son público se ven reflejados en sus pares instrumentistas o actores y se contagian las ganas de ser músicos o actrices, por caso, o simplemente disfrutan y se emocionan que no es poco en contextos de gritos, violencias y subestimación.

Aparte leo el documento que la mismísima Oficina de Presupuesto del Congreso, en su análisis de los gastos de cada una de las modificaciones planteadas en el proyecto de ley ómnibus, recientemente difundido, devela. Allí queda en evidencia que el pretendido impacto fiscal que ocasionarían los cambios propuestos sobre el funcionamiento del INT, el Fondo Nacional de las Artes, las bibliotecas populares, el Inamu, el Incaa, representarían $ 0. Por lo tanto es una gran mentira eso de cortar por aquí para que haya plata allá. (y allá dónde será, porque hacia dónde quieren redireccionar, eso nadie lo explica).

“La cultura es la sonrisa que acaricia la canción, y se alegra todo el pueblo, quién le puede decir que no. Solamente alguien que quiera que tengamos triste el corazón”, resume León Gieco.

En fin, ojalá los legisladores piensen de verdad en lo que están haciendo, hayan escuchado y anotado lo que plantearon los tantos sectores afectados que se presentaron en las audiencias públicas y abonen a construir un país más justo y sostenible para los jubilados, para las presentes y futuras generaciones. Ojalá sean inteligentes y sepan defender y dar continuidad a las normativas laborales que costó instalar y hacer que se cumplan. Ojalá no se entregue la televisión pública y su contenido federal y de calidad, instrumento vital para formar, transformar y llegar a cada rincón del país. Ojalá nuestros diputados y senadores comprendan que el toqueteo al sector cultural es un retroceso y en términos económicos… una verdadera desinversión.