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miércoles, 27 de noviembre de 2024

Lecturas para conocer más, siempre

Reseñas

Un Tiempo detenido

Querido Zeitlin (Eudeba) aparecido el año pasado, con un sorprendente y lúcido prólogo de Solana Schvartzman, es un trabajo excepcionalmente valioso de/sobre César Tiempo, el otrora famoso escritor, editor y periodista nacido en Ucrania en 1906 pero antes de su primer año de vida, ya radicado en Argentina junto a su familia.

Incluido dentro de la Serie de los dos siglos -dirigida por Sylvia Saítta y José Luis de Diego-, el libro reúne una selección de cartas escritas o recibidas por Israel Zeitlin más conocido por su seudónimo César Tiempo, entre los años 1930 y 1976 por la que desfilan nombres de muchos protagonistas de la cultura y el teatro argentinos y de todo el mundo. Así este Querido Zeitlin se derrama en las relaciones que el autor mantuvo con personalidades y artistas del país como Juan Filloy, Enrique González Tuñón u Horacio Quiroga; de la región litoral como Carlos Mastronardi, Alberto Gerchunoff, o el dramaturgo Samuel Eichelbaum y sus vínculos con instituciones, territorios y creadores de influencia nacional e internacional como Gabriela Mistral, Rafael Cansino Assens, Ramón Sender o Alfonso Reyes, entre otros tantos. En esas cartas se filtra el impacto de las políticas de la época y los vaivenes del país, las condiciones de salud del autor, sus diversificadas y variadas lecturas y la circulación de sus libros.

En el escrito que mandara al intelectual y gestor cultural Máximo Yagupsky (nacido en La capilla, paraje del departamento Gualeguaychú), bien describe, por caso, la situación por la que atravesaba en 1968: “… usted no tiene idea en el zarembeque en que vivo. Debo trabajar como una manada de animales (que trabajan) y nada alcanza en este país donde los ricos se enriquecen vertiginosamente y los pobres estamos más pobres que la sámara del olmo”. En otras misivas, también pueden leerse los esfuerzos que Tiempo hizo, estando al frente entre 1952 y 1955 del suplemento cultural de La Prensa nacionalizada y absorbida por la CGT así como en otras, surgen los embates contra el antisemitismo y las censuras.

Autor olvidado según el texto de Schvartzman, como Isidoro Rossi o Claudio Martínez Payva, con éste último es con quien Tiempo más podría asociarse tal vez: ambos peronistas, ambos provenientes de clase baja, ambos ignorados, discutidos o negados por décadas.

Las 150 cartas –género literario en extinción, si los hay- rescatadas del fondo documental de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno y otros archivos, es una selección que busca mostrar la riqueza del universo de César Tiempo, y la heterogeneidad de su archivo; la vida argentina de medio siglo y de algunos de sus protagonistas.

En el libro del poeta, periodista y dramaturgo boedista (El teatro soy yo, 1933; Alfarda, 1935; Pan criollo, 1937; Andrómeda o La belleza victoriosa, 1939; Zazá porteña, 1945) -también director del Teatro Cervantes entre 1973 y 1976-, se develan sus aristas identitarias y sus movimientos filiatorios, su fe judaica pero también las tensiones al interior y al exterior de los campos de la comunidad y de los destinos políticos argentinos.

Una gran edición ésta que trae otras viejas voces, que dialoga con los tiempos presentes y con los Tiempos que nunca cesan.

Sobre dramas de desarraigo

¿Permanecer o irse? Territorios e identidades en el teatro del litoral, tal el último título de Guillermo Meresman en la editorial independiente Azogue Libros, que llega con apoyo del Consejo de Teatro Independiente de Entre Ríos (ConTIER), fue presentado recientemente en la Fiesta de Teatro co-organizada por el INT y Cultura Entre Ríos.

La publicación es parte resultante de la convocatoria realizada por el nuevo organismo, y del proyecto de difusión de aspectos de la historia teatral entrerriana del investigador, director y editor.

El título recupera una pregunta que se hiciera el poeta y ensayista oriundo de Nogoyá, Antonio Turi, en un artículo allá por la década del 60, en el que hacía referencia a César Iglesias Paz y el desarraigo o dilema que lo aquejaba al igual que a tantas generaciones de artistas. “¿Figuraría su nombre en las merecidas páginas que le dedican las historias del teatro argentino de haber permanecido, obediente al sedentario consejo del viejo Vizcacha, en su nativo Yeruá?”, reflexionaba Turi.  Meresman trae a colación dicho interrogante en sus palabras preliminares, y bajo esa premisa ensaya una mirada “no hegemónica de la historiografía del teatral nacional” en torno a la vida y obra de otros autores de Entre Ríos y también de Santa Fe.

Así es como en un total de ocho artículos o ensayos seleccionados, a los que se suman más de diez registros fotográficos, muchos de ellos inéditos, repasa y analiza las trayectorias y recorridos, orígenes, influencias, identidades de creadores como Juan Carlos Ghiano, Miguel Ángel Pepe, Lito Senkman, Claudio Martínez Payva, Gaspar Benavento, Isidoro Rossi.

Ya desde la tapa, el libro ofrece una perspectiva antigua de la ciudad capital, con el protagonismo del Teatro 3 de Febrero y otros edificios urbanos aún hoy reconocibles. Pero la mirada del autor es panóptica, cruza el Paraná e incluso avanza hacia el Uruguay, se detiene en los rostros de los autores arriba mencionados, espía escenas de obras de Isidoro Rossi, Luis Minaglia o Gabriel Cosoy; reúne en documentos desconocidos a los grupos Casacuberta o La escena y refresca la memoria de los tiempos de la dictadura, de la obra de César Iglesias Paz y de muchos teatristas de Santa Fe y la provincia.

Con este nuevo libro del investigador Meresman, posterior a las Obras dramáticas reunidas de Isidoro Rossi, Azogue Libros se pone al frente del área editorial del teatro en la región. La cantidad y calidad de los textos, abre la esperanza para que los teatristas del litoral puedan seguir accediendo a textos dramáticos, estudios y crónicas del quehacer escénico en la zona, así como conocer la ubicación de cada una de las figuras en el mapa del teatro nacional de su época y el diálogo con las compañías, salas y públicos de entonces. En efecto, en un párrafo a propósito de una de las obras de Martínez Payva y su derrotero, parece sintetizarse ahí, algo de los entrecruzamientos de la producción dramática y sus puestas, que se dieron entre uno y otro rincón de esto que se define como litoral: “En relación con La isla de Don Quijote, dirigida en Rosario del Tala por José Miguel Pais, padre del destacado teatrista, gran autor y director santafesino Carlos Pais, permitieron al autor compartir anteriormente el éxito de la compañía del binomio de capocómicos, el reconocimiento en Madrid (1922) y posteriormente, que la pieza fuera dada a conocer por numerosas ciudades de la Argentina merced al reestreno de la compañía de Carcavallo”.

El libro en cuestión ya empezó a girar y circular por elencos de la provincia, bibliotecas y librerías de la región, en busca de sus más ávidos y específicos lectores.