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lunes, 20 de enero de 2025

Reseñas de verano

A 40 años de la muerte de Manucho

Poquito antes que se cumplieran cuatro décadas de la desaparición física del escritor Manuel Mujica Lainez, a fines del 2024, el Fondo de Cultura Económica reeditó en su Serie Viajeras/Viajeros, la atractiva antología de crónicas periodísticas titulada El arte de viajar.

Con selección y prólogo de Alejandra Laera, en un enorme trabajo de investigación que se agradece, el libro recoge gran parte de los textos escritos entre 1935 y 1977 en los recorridos por el mundo del autor de Bomarzo. Según rescata la prologuista, Mujica Láinez puso en evidencia en estas crónicas editas e inéditas, no sólo la convicción temprana acerca de su vocación, sino también su percepción del mundo y los modos de moverse en él.

Épocas de guerra, de posguerra, de crisis y de vanguardias, son narradas desde un lugar diferente, según señala acertadamente Laera, por el colaborador de La Nación, no pocas veces con novedad y maestría.

El autor camina fascinado entre las ruinas (de Europa, Sudamérica o Asia), y devela en cada paseo observaciones sobre grandes artistas, incluso de la historia del teatro universal, sus territorialidades y personajes. Persuade sobre la eternidad de ellos, con una mirada a veces crítica y a veces condescendiente sobre el multitudinario turismo. En éste sentido son particularmente atractivas, las crónicas dedicadas a Atenas, sus templos y genios; Stratford-on-Avon, sus monumentos y voces; Weimar y los fantasmas de los poetas Goethe y Schiller en su cripta.

Acierta Manucho a inmortalizar perfumes, brisas, paisajes y gestos de los otros pasajeros que con él van a China, Perú, Japón o el Reino Unido; Bolivia, Suecia, España, Italia o Francia... Pero esas ruinas y tumbas visitadas son sociales más que históricas, producidas por la acción del hombre.

Con suma experticia, revela informaciones, lecturas y relaciones de su tiempo y su persona, considerablemente marginada dentro de la literatura argentina de éste nuevo siglo (que ya va por su cuarto!).

Este es un grueso volumen de más de 360 páginas, de amena e interesante lectura del escritor viajero, tantas veces censurado o perseguido.

A la vez que ofrece un umbral al estilo siempre pulcro del escritor que se radicaría al final de su existencia en la finca El Paraíso de Córdoba, donde fallecería, luego de darle la bienvenida al entrerriano Juan Carlos Ghiano en la Academia Argentina de Letras, acepta sumergirnos en un tornado de experiencias y nombres ilustres como los de Noel Coward, Jean Cocteau o Cervantes.