Por Guillermo Meresman
El Festival de Teatro de Rafaela volvió este año a convocar a miles de espectadores y decenas de artistas, en el que frecuentemente es considerado uno de los encuentros más importantes del campo teatral nacional.
Superándose siempre desde la organización y gestión de Marcelo Allasino –ahora como Secretario de Cultura del municipio santafecino- la convocatoria va incorporando importantes novedades –como la de expandirse en comunas cercanas- y consolidando su perfil, edición tras edición.
Este invierno benévolo, para los últimos acontecidos- decenas de espectáculos, alegraron a niños y adultos.
Alegría, sí, porque aunque algunas obras tuvieran tintes trágicos, o dejaran planteadas problemáticas densamente dramáticas, de modo contundente, (Amar, Breve Relato Dominical, de Alejandro Catalán y Matías Feldman, respectivamente), el alto nivel tradicional del joven Festival de la Perla del Oeste, hacen que el público acompañe las propuestas, al aire libre o en algunas de las salas y espacios de la ciudad.
Manteniendo algunas ofertas ligadas al clown y al circo, y aún al universo carnavalesco –como el de la interesantísima investigación que significa Friche, del histórico grupo de Colonia Caroya Fra Noi-, además, en esta octava edición se destacó la presencia de Mauricio Kartún, Cristina Banegas con Molly Bloom, Rubén Schumacher con Escandinavia, de Lautaro Vilo, El susto, 1813 –una comedia negra, con memorables actuaciones de Mariela Acosta, Pablo Palavecino y José Luis Arias, Osqui Guzmán –que ofreció El bululú y, como incipiente director, El centésimo mono, Manuel Santos Iñurrieta –autor, director y uno de los actores de La gracia de tener-, Santiago Loza –He nacido para verte sonreir, con dirección de Lisandro Rodríguez , el talentoso Sergio Boris, que ofreció una excepcional obra titulada Viejo, solo y puto, interpretada por el homogéneo elenco integrado por Marcelo Ferrari, Patricio Aramburu, Federico Liss, Darío Guersenzvaig y David Rubinstein, y Cristian Gabriel Gutiérrez con Portamundos, que llegó de Córdoba, entre muchos otros.
Qué decir de Povnia, de Monti, Cristina Martí y Guillermo Angelelli, con esa payasa inolvidable que es Lila Monti. Con este trabajo, la actriz, según confesó, está reencontrándose con el escenario después de llevar a su personaje a Austria, Barcelona, Brasilia y Río de Janeiro. En la función que dio en el Centro Cultural Municipal Sala Sociedad Italiana, el público rió y la ovacionó.
Además se sucedieron varios talleres, experiencias no convencionales como la audioperformance Otra frecuencia de Christina Ruf y Ariel Dávila, y un espacio para devoluciones de críticos e investigadores entre los que estaban los integrantes de Critea, abierto a la comunidad.
Un Festival de Teatro que es capaz hasta de sobreponerse a un paro de transporte nacional en mitad de su desarrollo; con un notable equipo de colaboradores, que lo convierten en un evento de lujo para la región centro-litoral del país, y un orgullo para el intendente Luis Castellano, al que no sólo se lo vio haciendo las colas como a su antecesor, sino que hasta se encontró tiempo para preguntarle a uno y otro: “Pero cómo lo podemos mejorar aún más”.
Una escena de Amar, de Alejandro Catalán (Fotos de G. Conti)
Breve relato dominical.
Osqui Guzmán en El bululú.
He nacido para verte sonreír, en el Club de los Autos Antiguos.
Otra frecuencia, en el interesante Museo Histórico Municipal.
Friche, del elenco de Colonia Caroya.
Portamundos.
Povnia.
Viejo, solo y puto.
Breve relato dominical.
Osqui Guzmán en El bululú.
He nacido para verte sonreír, en el Club de los Autos Antiguos.
Cristina Banegas es Molly Bloom.
La gracia de tener.
Dos de los actores de El susto, 1813.
Otra frecuencia, en el interesante Museo Histórico Municipal.
Friche, del elenco de Colonia Caroya.
Portamundos.
Povnia.
Viejo, solo y puto.
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