Un poco de humanidad a través de una mirilla
Mónica Borgogno
Mientras termino de ajustar el mecanismo que creo que le
dará mejor expresividad a Rosa, la protagonista de una de mis primeras cajitas
lambe lambe, pinto y retoco, pruebo, corrijo y empiezo a ensayar. Los más cercanos miran del otro lado y con su mirada, me ayudan
y sugieren. Es más fácil así, con otrxs.
De pronto sacando y poniendo, una lucesita roja, de esas de bicicleta,
se cae en un lugar de la cajita y descubro que queda muy bien ahí. Serendipia
le dicen. Hago fotos también, de este largo y nuevo proceso.
Entre tanto, miro la programación de la Bienal de Teatro
Lambe Lambe de Paranaguá (Brasil) -que se desarrolló del 15 al 22 de mayo. Me
anoto en el taller de Dramaturgia con la actriz, dramaturga y titiritera
Valeria Correa Rojas, una de las fundadoras de Oani Teatro (Valparaíso, Chile).
Quedo seleccionada para participar así que en esos días, seguí ajustando,
revisando, experimentando y de pronto, escuchando, viendo y aprendiendo de grandes
artistas de Brasil, Chile, Argentina y México. Fueron siete días de una intensa
programación de calidad organizada en distintos bloques temáticos, con obras
inolvidables, charlas con realizadores, laboratorios y conferencias.
Bienal
Cada jornada de espectáculos, era precedida por videos que
mostraban un pedacito de la ciudad anfitriona. Jacques Beauvoir e Ineces Gomes,
fueron las encargadas de presentar y leer todos los comentarios de la
transmisión en vivo por youtube.
Diversas poéticas, materialidades y técnicas de
manipulación, se dieron cita en esta bienal que en más de un caso, dejó a
espectadores y espectadoras, con la boca abierta, sorprendidos y emocionados.
“Encontro”, de Cesar Mazari (Brasil) fue uno de esos casos. Una sala de cine en pequeña escala, una película romántica que se proyecta, el acomodador y dos que se encuentran apasionadamente entre las butacas. Todo es magia ahí dentro. Ver "Encontro".
Como dijo Valeria Rojas, “el teatro lambe lambe no es teatro en miniatura porque cuando el ojo entra en una cajita, ya deja de ser miniatura”. El concepto quedó dando vueltas y confirmándose cada vez que se veía una nueva obra.
En “Relicario d´ela” y “Relicario d´ele”, realizadas al
interior de dos acordeones, quien mira la historia, invade tanto la melancolía
y recuerdos de la costurera y del zapatero, que ambos, a su turno, terminan por
echar al espectador y cerrarle la diminuta ventana por la que se accede a esos
universos. Esta cajita tiene un nivel de detalles increíble, además de una
simplicidad y poder de evocación magistral.
En cambio en “Missiva”, de Mónica Longo, la propuesta nos
traslada al fondo de un mar, con un pez surrealista que da vueltas en torno a una
botella con un mensaje y se pregunta, sorprende, se le prende una lamparita,
usa anteojos, retrocede… lee y se enamora. Es un pez personaje entrañable, excelentemente
animado.
“Fragmentos de Hécuba” –basado en el texto de Eurípides-, de
Alyne Rocha es una de las cajitas con más texto quizás, pero bien sintetizado. También es una de las más fuertes y densas en cuanto a la temática, pues nos hace pensar
en las guerras de ayer y hoy, en la muerte de inocentes, el poder, las
injusticias.
“A fiandeira” (La hilandera), es un trabajo de
Plastikonírica que juega con hilos antes de exhibir su mujer araña tejedora y
durante la función, acerca sombras, luces, ilusiones ópticas. Una obra plástica
y onírica como el nombre mismo de la compañía.
Imaginar
De Argentina se vieron dos espectáculos: “Gato negro”, de
Gabriela Céspedes (Mendoza) y “De cuando el tiempo abandonó los relojes”, de la
Chía Teatro (Córdoba). El primero da vida a un gatito y su dueña y luego, un
sueño o el más allá de una muerte. Tanto el gato como la mujer protagonista muestran
movimientos ínfimos y cercanos, lo que habla de la maestría de quien los
manipula. En el segundo caso, se ve a un personaje con un agujero en el corazón,
muy metafórico y bonito que enseguida genera empatía y deja volar la
imaginación.
Es difícil sintetizar estos siete días de bellezas, de arte,
de diversidad. No obstante parece que hubo un denominador común, la necesidad
de dar cuenta de las soledades, de los vínculos, tan justo en tiempos de
pandemia y confinamiento rabioso.
La iniciativa de montar esta Bienal de Lambe Lambe por
primera vez, desde Paranaguá, una pequeña ciudad al sur del país hermano, fue
un éxito, estuvo muy bien organizado, pensado y compartido por las redes
sociales, por lo que lo hizo por demás de accesible.
Tras estos siete días de festival y aprendizajes, en el que
generosamente se compartían trucos, técnicas, posibilidades de manipulación,
lecturas, experiencias varias, todxs quedamos contagiados de humanidad, como
gusta definir Camila Landón, a este tipo de teatro.
Con esa panzada de teatro aún en mi retina, vuelvo a lo mío,
con la misión de provocar, en breve, un poco de humanidad en quien pose el ojo
en mi futura mirilla.
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