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miércoles, 2 de agosto de 2023

Rafaela teatral, una madurez para festejar


Balance del FTR 2023

Guillermo Meresman y Mónica Borgogno

 

Cuando uno cumple 18 lo celebra. Así podría decirse que se vivió esta 18ª edición del Festival de Teatro de Rafaela, como una gran fiesta. Detrás de este festival -o feliztival palabra que se inventó en una edición pasada-, hay un equipo que piensa y sostiene con ganas la potencia del teatro, la vidriera de las artes escénicas que esta vez llegó de La Plata, Rosario, Santa Fe, CABA, Neuquén, Río Cuarto, Córdoba, la decisión de conmover, movilizar o hacer reír.

El Festival es de Teatro, o más ajustadamente, de las artes escénicas, y es lo suficientemente importante en el país, como para que alrededor de quinientas compañías o grupos, según confirmaron sus organizadores, postulen y quieran estar allí, cada año en que se abre la convocatoria.

Pero ocurre que las plazas para formar parte de la programación, son 33 – tal las contabilizadas en este año-, con lo cual, los artistas tienen que mandar una y otra vez sus carpetas para, en función del diseño de cada edición, ver si tienen una posibilidad.

Por contrapartida, las plazas de la ciudad se repletan de gurisada, colores y voces.

Los treinta y tres trabajos programados este 2023, con la curaduría de Gustavo Mondino, director artístico del Festival, y su equipo, aportaron gran diversidad de estéticas y géneros, atendieron a una amplitud de gustos, estructuras y procedimientos, para que el festejo sea de todos.

El desfile de apertura,
protagonizado por artistas locales

Los temas, sin embargo, como en la gran historia del teatro (y de la humanidad), tienen edición tras edición, alguna continuidad: el amor y el erotismo, la muerte o la finitud de la vida, las pasiones, el sinsentido, los lenguajes, las identidades, las denuncias, los vicios, las alegrías humanas... Todo un repertorio de clásicos y contemporáneos, pertenecientes a la gran cultura terrestre, a la comunidad, y sedimentado por milenios...

El arte teatral, los espectáculos, los riesgos, se dan cita cada temporada de receso escolar, en el invierno de Santa Fe, en uno de los pocos eventos populares, de tamaña magnitud, que van quedando en el plano cultural y en la región centro de Argentina.

El futuro se hace, rezaba el slogan de la actual gestión municipal, principal organizadora de este evento, y que podía leerse en una de las puertas del Complejo Cultural del Viejo Mercado, allí donde se llevaron adelante dos actividades especiales: las tradicionales Rondas de Devoluciones y la entrega gratuita de ejemplares como ensayos, obras de teatro premiadas, volúmenes referidos a la iluminación teatral o el teatro de objetos, por citar algunos, editados por Inteatro.

Secretos y manifestaciones,
laboratorio dirigido por Juan Parodi

 
Los que la rompieron

No hay banda, de Martín Flores Cárdenas, fue uno de los montajes que más impactó este año en Rafaela. Como nos ha pasado con otras puestas, en pasadas ediciones del festival, este unipersonal del autor, director y actor, tocó las fibras más emotivas de una platea que prácticamente dejó de respirar por una hora. La liminalidad entre existencia y representación fue abordada a través de la historia de Flores Cárdenas y su abuelo, en una de esas obras destinadas a ser recordadas por mucho tiempo.

No hay banda. Gentileza FTR

 Es que sus temas no son solo los atinentes al de un   profesional de la escena y la necesidad de mostrar y   experimentar, sino que giran en torno al tiempo, al   ser, a la ausencia, la creación, los legados. Merece   destacarse el aporte en materia de iluminación que   hace aquí Matías Sendón, al igual que en la   obra Lorca, el teatro bajo la arena, gestando   provocadores climas.


Otra de las obras que expuso un proceso novedoso e ideas originales fue la creación colectiva De la mejor manera, de Jorge Eiro, Federico Liss y David Rubinstein. En un espacio no convencional como La Mula Bar, esta obra rompió el aplausódromo y la tranquilidad de calle Lamadrid, del popular barrio 9 de julio. La obra lleva tres años de temporadas en un bar a la vuelta del cementerio de Chacarita, en CABA, y cuenta la historia desde la exasperación y la dramaturgia del actor. Liss y Rubinstein –conocidos en el medio por otras actuaciones de excelencia-, componen a dos hermanos de frontera, al borde, igual de angustiados por la muerte de su padre y el amor a una misma mujer, y esa misma tensión sostenida con sus cuerpos, hace que el espectador esté todo el tiempo en vilo, sorprendido, con carcajadas que afloran en cualquier momento. 

El trabajo de Eiro, a partir de unas primeras improvisaciones, se entretejió con intertextos de la literatura argentina y llegó a buen puerto. En la atención y costura de todos esos materiales, resignificó contenidos y emocionó.

La Celestina, tragicomedia de Lita, fue una rara avis en el FTR. Creada por David Picotto y la bufona Julieta Daga, con la asistencia de Santiago Pérez, los cordobeses abordaron el clásico de la literatura española a partir de una desmelenada y filosa Lita, agonizante ante el drama pasional de los protagonistas de la obra de Fernando de Rojas. El público participó, se conmovió, rió con las desdichas de los personajes, y acordó con que “pocas cosas son tan peligrosas como el teatro independiente”.

La Celestina, tragicomedia de Lita. Fotografía de M.B.


De jerarquía esperada

Entre los clásicos presentes esta vez estuvieron Lorca, el teatro bajo la arena, en la gran sala del Lasserre, y Gaviota, inspirada en la famosa pieza de Chéjov, en La Máscara.

Una escena de Lorca...
que se vio en el Lasserre
La primera de ellas, con dirección de Laura Paredes, fue un tributo jocoso al granadino, con certero elenco compuesto por María Inés Sancerni, Rafael Federman, Claudia Cantero, Nicolás Levin y Agustín Gagliardi, y sigue en cartel en El Portón de Sánchez de CABA. Fue la única obra en gran formato y pasó justamente por una de las salas emblemáticas de la ciudad anfitriona, con larga tradición de teatro, en donde alguna vez supo verse, por caso, La casa de Bernarda Alba.  

En tanto la libérrima versión del talentoso Guillermo Cacacce sobre La Gaviota de Antón Chéjov, interpretada alrededor de una mesa con el público tan cerca como confundiéndose o fundidos en esa historia, se valió de un elenco femenino de reconocida trayectoria que estuvo a la altura de las circunstancias. Clarisa Korovsky, Marcela Guerty, Paula Fernández, Pilar Boyle y Romina Padoan, tras un proceso de largo aliento que incluyó ensayos en medio de la experiencia pandémica, recrearon ese encierro y actuaron sentadas concitando la atención con simpatía y profundidad, propias de la obra maestra dramática.

Los santos.
Los santos, de los trotamundos rosarinos Claudio Inferno y Eleazar Fanjul, irrumpieron con un espectáculo delirante y grotesco, procedente de Neuquén, que maravilló a la platea colmada del recién inaugurado Centro Recreativo Metropolitano La Estación.

Un altar al ingreso de la sala ya daba pistas de algo de lo porvenir: un deleite de ingenio y talentos que ya fueron disfrutados en Italia, España y varias plazas del país. En la Ronda de Devoluciones, ambos defendieron lo genuino y disidente del arte circense y callejero, explicaron su obra a partir de un cierto fetichismo por los vasos y las botellas, develaron sus procedimientos así como sus horas de entrenamientos de acrobacia y malabares.

Los cielos de la diabla fue otra de las piezas en las que los roles de dirección, actuación y dramaturgia fueron asumidos por una misma artista, Vilma Echeverría. La obra tuvo dos funciones en la Fiesta Nacional de Teatro del Chaco a comienzos de año, y realizó otras dos funciones en este festival.

Vilma Echeverría en Los cielos de la diabla. (FTR)

Se trata de un espectáculo conmovedor, inspirado en la pérdida de un padre adorador del Club Independiente de Avellaneda. El magnetismo que la actriz insufla al personaje, la lleva a transitar historias duras, de desposeídos y violentados, en un paisaje de luminosidad y desasosiego a la vez.



Conurbano, cotidiano, de Santiago Gobernori, es una comedia fresca, una historia simple, según definieron sus actores, en la que encontraron lucimiento Victoria Baldomir, Nicolás Giménez y Sabrina Zelaschi. Tanto en Rafaela como en Ataliva, una de las subsedes en la que se la vio, fue festejada por el público que pudo sentirse identificado con esas realidades del interior del interior, en donde los más jóvenes tienen pocas oportunidades y sueñan con viajar a la capital.







La sapo, de Ignacio Tamagno, es un drama interpretado por Eva Bianco y Carolina Saade, en el que el mágico y artesanal trabajo esceno-técnico de Maxi Bini y Estefanía De Gennaro, le suma más poesía y una dimensión insólita y onírica a la puesta. La novedosa iluminación creó con las actrices cordobesas, un sinnúmero de atmósferas y bellas escenas, que la prensa congregada y el público en general agradeció.

Antivisita.

Antivisita. Formas de entrar y salir de la ESMA, es una producción ritual que en octubre podrá volver a ser vista en Rosario, según anticiparon sus hacedoras. La experiencia performática que se ofrece como un recorrido emocional de Mariana Eva Pérez y Laura Kalauz, con el acompañamiento del antropólogo Miguel Algranti, dio carnadura a esa dimensión espectral de los cuerpos ausentes y el horror, con ciertas proyecciones, una sesión de espiritismo y sombras que parecían evocar a los que ya no están. Una propuesta que conduce a los visitantes por los vericuetos de una historia personal pero también social.

Otras obras que no pasaron desapercibidas fueron los dramas Limítrofe. La pastora del sol, de Bosco Cayo y dirección de Florencia Bendersky, Aire de montaña, de Pilar Ruiz y Shamrock, una comedia en verso, con buenas actuaciones y dirección de Nano Zyssholtz (CABA) que puede verse en Beckett Teatro.

 

La Pastora del sol.

Todo público

Los más chicos tuvieron, como todos los años, buenas propuestas y distintas, en diferentes espacios de la Perla del Oeste.

Acrobacias, malabares y más, en Casibache (La Plata) que también fue programada en Suardi; El aviador, de Damián Costa, o interesantes espectáculos para toda la familia como El aviso desoído, por Kika Producciones (Río Cuarto), que como comentó Mondino invita a bajar un cambio, Tiburón XXL, por La Gorda Azul (Santa Fe) con gran despliegue de títeres y dispositivo escenográfico, Universonoro de Tato Villanueva e Irene Ortín; Ensalada mágica, que cerró el FTR, el musical Algo que contar y El vuelo de Basilio, adaptación de Fedra García sobre un cuento de Haroldo Conti, expusieron la avidez del público infantil en plenas vacaciones escolares.

 

Tiburón XXL (Santa Fe) FTR
El aviso desoído (Río Cuarto) FTR








Las obras locales y los Laboratorios

Algo que contar.


Los Laboratorios de creación fueron, como el año pasado, espacios de aprendizaje y creatividad muy concurridos por teatristas y estudiantes de teatro locales. Estas instancias de formación o perfeccionamiento, concluyeron en disímiles búsquedas estéticas, de las manos de Juan Parodi, Luciano Del Prato, Agostina Luz López y Ana Gurbanov. Además hubo talleres, encuentros en nuevas salas (Biblioteca Sarmiento, Escuela de Música Remo Pignoni, entre otros) e intercambios, tan valiosos en estos tiempos de virtualidad.

Cerca de un treinta por ciento de la programación, comprometió producciones rafaelinas, un hito regional que habla del sentido o uno de ellos, del FTR. En este apartado pues, no podemos dejar de mencionar sucintamente cuatro obras muy distintas, que provocaron, denunciaron y sacudieron a sus respectivas plateas.

El último..., de Marcelo Allasino, ahondó en las problemáticas de los vínculos, las violencias y el homoerotismo, con valentía y buenas interpretaciones de Marcelo Gieco y Agustín Keller; Imaginación..., representó un buen debut de Mayra Armando y Luisina Valenti como realizadoras; Lingua ignota, regaló con la danza y el talento de Liza Taylor, un movimiento en equipo integrado por Mateo de Urquiza, Vanesa Del Barco, Federico Shmidt y Cintia Hernández, de factura acaso algo polémica y Decir sí, de Gambaro, con dirección de Paula Boero y memorables actuaciones de Danilo Monge y Mariano Patania, llevó a la sala chica de La Máscara el mundo opresivo y delator de la gran autora argentina.


Decir sí. FTR

Lingua ignota.







En resumen, un festival de prestigio que se ha ganado un lugar en el calendario de las artes escénicas nacionales. La apertura de DeSastres, de Cirulaxia (Córdoba), fue abrir una semana a los aprendizajes, a las emociones y a los encuentros que propicia este feliztival siempre.

 

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