Un viaje a la casa de los blancos (y negros)
Este nuevo libro de Roberto Arlt reúne
cuarenta crónicas que el autor escribió durante su estadía de dos meses en Río
de Janeiro. En efecto, entre abril y mayo de 1930, el joven periodista alienado
y dramaturgo en ciernes, camina las calles de la capital brasilera practicando
su aguda observación y un oficio que comenzaba a dar sus frutos literarios. Son
las primeras aguafuertes “de viajes” que el genial escritor publicaría en El Mundo, fuera del país por vez primera.
Sea desde una perspectiva sociológica como
estrictamente histórica, estos textos redactados pocos meses antes a los golpes
de Estado que militares de ambas repúblicas infringirían a la Argentina y el Brasil,
son también testimonios de épocas decisivas para las dos mayores naciones
sudamericanas.
Apelando al contrapunto, a la ironía, a la
poesía y al humor, Arlt toma nota de bares, mares y costumbres de la sociedad
carioca, sin privarse de la añoranza de su Buenos Aires y del amor a su patria
natal.
Como si todo esto fuera poco, o la
comparación de las relaciones entre los sexos, las culturas y tradiciones de
los dos países, no alcanzaran para decidir a nuestros lectores, a la compra de
este “nuevo Arlt”, agreguemos que en varias oportunidades el creador de Saverio el cruel deja estampadas sus
opiniones teatrales. Como cuando dice: “En Brasil estarían orgullosos y felices
de tener un Vacarezza”, o “Nuestros críticos teatrales también hacen una labor
negativa. Critican el sainete, que le interesa a nuestro público. Incapaces de
escribir un pésimo acto, hablan continuamente del arte y se olvidan del
pueblo.”
Un Roberto Arlt auténtico, cínico y
tremendamente talentoso a sus treinta años, que en esta tercera edición se
encuentra con sus lectores argentinos.
Tercera década
El tomo XV de la Antología de obras de teatro argentino desde sus
orígenes a la actualidad, seleccionada y prologada por la investigadora
recientemente fallecida Beatriz Seibel, comprende el período 1921- 1930. Un
segmento que incluye ásperas disputas sociales, conflictos ideológicos y una
etapa de consolidación de algunos de los dramaturgos más valiosos del siglo
pasado.
En efecto, los movimientos obreros y las
vanguardias políticas entroncadas con el anarquismo y el socialismo, marcan los
pulsos del teatro proletario, de cuadros filodramáticos y conjuntos
profesionales. Revistas teatrales populares, numerosas giras y nuevos tipos de
experiencias dramáticas, cooperan con un alcance inédito de las artes escénicas
en distintos segmentos sociales, que ponen a Argentina en un camino de
desarrollo continental, y en lo más alto de las culturas sudamericanas, pese al
clima de agitación que transitó gran parte de la comunidad.
De este cuantioso patrimonio, Seibel
destaca los nuevos derechos de la mujer, la larga tournée de la comprovinciana
Camila Quiroga, y un grupo de textos significativos para nuestra historia: Puerto Madero, de Joan Comorera y José
González Castillo, ¡Santa Cruz!, de
Pedro Zanetta y Alfredo Suárez, y tres piezas grotescas de Armando Discéplo, la
segunda de ellas de autoría compartida con su hermano Enrique Santos: Mateo, El organito y Stéfano,
acaso su obra cumbre, protagonizada por Luis Arata en 1928.
Así, entre amarguras y protestas, entre
inspiraciones y conspiraciones, sucede una década que cimentó y prefigura la
dramaturgia argentina de la segunda mitad del siglo XX.
Dramas subjetivos u objetivos, de compromisos leales o fallidos, que se
presentan validos a casi un siglo de sus producciones, cruces y tensiones.