Miguel
Ángel Pepe
(Concepción del Uruguay, 10 de
agosto de 1925- 1 de febrero de 2021)
Vecino destacado, distinguido en su ciudad
natal el año pasado, socialista y cooperativista convencido, teatrista y
escritor, docente, arqueólogo amateur, precursor independiente,
este febrero pandémico ya se cobró la vida del nonagenario Miguel Ángel Pepe.
Su partida motivó sentidas despedidas sobre la costa uruguaya, destacando su
vitalidad pasados los ochenta, su don de gente, humor y calidez, su
participación en importantes instituciones locales.
En efecto, Miguel Pepe, tercer hijo del
matrimonio de inmigrantes italianos del sur, acompañado por su mujer y
compañera Yiyí, hasta la partida de ella en 2014, originó innumerables
iniciativas y experiencias para su comunidad, que tuvieron alcances
provinciales.
Llama la atención, de todos modos, que en
algunos textos biográficos actuales, no se aluda a su intensa actividad
cultural y particularmente escénica, de su juventud.
Luego de completar sus estudios primarios
y secundarios en la Escuela Normal
de La Histórica,
Miguel viaja a terminar de formarse en La Plata, donde cursa cátedras en la Facultad de Humanidades
de la Universidad Nacional
y toma primeros contactos con militantes del movimiento de teatros
independientes, durante cinco años. Su aprendizaje como agrimensor es pues simultáneo
con la asimilación de ideas de Leónidas Barletta, Pedro Asquini y otros
pioneros y pioneras teatrales, y estos años de formación intelectual serán
gravitantes al regresar a su terruño en 1950.
Ya en Concepción del Uruguay impulsa distintos emprendimientos, y
especialmente funda el grupo La columna (1955- 1962), que desde su inicio
considerará Teatro Libre. Integrándose a la Federación de Teatros Vocacionales Federados de Entre Ríos, que Héctor Santángelo desde Paraná, Albertina
Quintana de Gualeguay, Enrique Bugnone de Gualeguaychú y otros referentes
animaban, con espíritu cooperativo, sus repertorios y prácticas dan cuenta de
las preocupaciones que primaban en este “frente estético- ideológico”
fundamental. La función pedagógica del teatro, la solidaridad y la búsqueda
política de mejorar el mundo, se encuentran entre aquellos presupuestos
comunes.
En el micro audiovisual Nombres Propios, realizado en 2015
por la Universidad
de Concepción del Uruguay, Pepe retoma aspectos de su trayectoria vital y
confirma cómo le gustaba que lo llamaran a sus noventa años: “Maestro”.
Repertorio
Debutó este actor y director, al parecer, con
La zapatera prodigiosa, (1955) de
Federico García Lorca, con vestuario de María Saravia y un elenco integrado por
Ana Aduco, Teresa Bergara, José María Caffa, José María Contenti y Rafael Costa,
entre otros.
Con escasos medios y en general un elenco
de jóvenes, la envergadura de la pieza sólo permitió algunas pocas
representaciones en salas y a cielo abierto. Cinco años después, el
Teatro-Estudio Casacuberta de la capital provincial reprisaría el texto de
Lorca con gran despliegue en el Parque Urquiza y otros espacios entrerrianos.
Luego estrenó Miguel Pepe el drama en un
acto Donde está marcada la cruz,
(1956) de Eugene O’Neill, (con Omar Naveira, Raúl Chappuis, María Saravia y
Omar Acosta), y más tarde La columna Teatro Libre con su dirección, ofreció la obra
reflexiva existencialista Las bocas inútiles
(1957) dos actos de Simone de Bouvoir, que implicó de vuelta, novedades para el
sistema teatral provincial, con un elenco integrado por Alicia Angió, Héctor
Argüello, Rafael Costa, Zulma Firpo, Carlos A. Martínez, el nombrado Naveira, y
el matrimonio de intérpretes, entre otros aficionados.
Hacia 1958 el grupo encaró aún otro desafío
ambicioso: dieron a conocer la imperecedera Mateo, el grotesco en tres cuadros de Armando Discépolo, con
dirección de María Saravia, y Miguel Pepe en el personaje protagónico, secundado
por la propia directora en el personaje de doña Carmen, Zulma Firpo (Lucía),
Hugo Petrone (don Severino), Héctor Mascotti (Chichilo), y Leónidas Benítez
(Carlos).
Posteriormente, el grupo estrenó la Arlequinada,
(¿1960?) del exitoso autor británico contemporáneo Terence Rattigan, que poco
antes editara Fernando Sabsay en su editorial Losange Teatro de Buenos Aires,
por recomendación de Pedro Asquini. Numeroso público disfrutó en la sala, según se aprecia en
unas pocas imágenes que recuerdan las plateas de aquellas funciones
locales.
Con algunas de estas puestas en escena, en
las que las escenografías, el vestuario y los maquillajes también eran
originales y propios, no pocas veces bien logrados, el grupo visitó
Gualeguaychú y otras ciudades cercanas, e hizo funciones en la Biblioteca Popular
de Concepción del Uruguay.
La columna Teatro Libre, continuó probando
que el teatro independiente provinciano era posible, y que éste era un gran
camino para enaltecer la cultura del lugar.
En fin, con estas palabras, queremos recordar la vida de un humanista, un hombre preocupado por el devenir de la propia sociedad en la que estaba inmerso y necesitado de hacer algo para propiciar cambios, desde el teatro, desde la docencia o el trabajo cooperativo y voluntario.
Imágenes y documentos pertenecientes al Centro de Documentación Teatral Félix Gutiérrez, Concepción del Uruguay. Agradecimientos a Carina Resnisky.