Balance de Mónica Borgogno y Guillermo Meresman
Entre el 10 y el 14 de julio se
llevó a cabo el Festival
de Teatro de Rafaela 2024.
Con una propaladora que voceaba -como los viejos verduleros las ofertas de tomates y papas-, invitando así a todos los espectadores, a “actuar como si supiéramos”, se abría esta fiesta de las artes escénicas.
Aunque fueron menos días de los que
nos tiene acostumbrados, esta 19na. edición tuvo sin embargo la misma jerarquía
estética, que sus versiones precedentes. En este caso, el cambio de color
político en la intendencia, no parece haber afectado demasiado la gestión de
estos días a puro teatro, al menos a los ojos de extraños y visitantes. El
nuevo intendente Leonardo Viotti tuvo la inteligencia de continuar lo que otros
iniciaron en 2005, aún a pesar de un contexto más que adverso, de retirada sino
desinterés de las políticas nacionales de cultura. No obstante, como rezaba el
eslogan de esta vez, el festival Late con fuerza y por varios años más, porque
está demasiado instalado en el corazón de una ciudad y un país: “De chiquita
traía a mi hija a ver espectáculos y hoy tiene casi 20”, dice una mujer que con
su testimonio ilustra la magnitud del fenómeno.
Un total de 21 obras, una docena de
espacios de la ciudad intervenidos por distintos acontecimientos teatrales y
varios miles de espectadores acompañando cada función, pusieron calor, color y
humanidad a este tradicional receso invernal.
Esta edición del renombrado
festival santafecino se caracterizó por una gran variedad de propuestas
escénicas, una numerosa participación de artistas locales y varias actividades
especiales que son marca registrada de este encuentro ya mayor de edad.
Tanto las autoridades municipales
como de la provincia, que tomaron la palabra en el acto de inauguración oficial,
resaltaron la idea de que la unión hace la fuerza, que la cultura es gestión,
memoria y futuro, que la inclusión es posible y que el arte, en todas sus
manifestaciones, es fundamental para una sociedad viva, que valora sus recursos
y ansía mejorar.
La apertura del miércoles, a
diferencia de otras veces, fue con una singular performance que consistió en
una intervención del espacio público céntrico, protagonizada por los asistentes
al laboratorio dirigido por Juan Parodi pero también con mujeres del grupo de
teatro de adultos coordinado por la actriz local Marcela Bailetti. Con escenas y
situaciones que transcurrían a lo largo de toda la avenida Santa Fe, actores,
actrices y bailarines rafaelinos sorprendieron, unos bajando una escalera
señorial de un negocio de electrodomésticos, otros desde balcones y esquinas
especialmente iluminadas. Así el público pudo vivenciar la fusión de ciudad y
teatro, reflexionar en torno a esta disciplina, la importancia de soñar y
proyectar, pensar y jugar en lo urbano.
Los espacios de formación, de
diálogos e intercambios, fueron otra vez uno de los puntales fundamentales de
las búsquedas del FTR que apuesta a renovar y formar nuevas generaciones de
actores y públicos. Los laboratorios de performance interdisciplinar, de teatro
y por primera vez, de dramaturgia, dictados por Parodi, Santiago Gobernori y
María Eugenia Meyer, respectivamente, junto a las concurridas rondas de
devoluciones, en las que artistas y parte de la prensa argentina develan
secretos y vicisitudes del oficio, cruzan miradas y procesos creativos, junto
al público en general, o bien transfieren y tejen historias, explicaciones de
procedimientos o ponen en palabras el deseo de todos de crecimiento y algún
humano porvenir.
Festival popular como pocos, de
alto impacto social y lograda resistencia a la globalización, al neo
capitalismo y la deshumanización de la especie, el devenir del FTR sigue enseñando, territorio de amor y
emoción en la cartografía argentina y los cuerpos creadores.
Homogéneos trabajos actorales de un hilarante Modelo vivo muerto |
Disidencias y transgresiones
Corrido de la normas, asentado en sólidas bases, este festival va hacia el infinito en sus alcances, como una nave. Proyecta e instala costumbres buenas y nombres del recuerdo, contra las corporaciones, la soledad o las injusticias de cualquier existencia. Eso es desde hace casi dos décadas el FTR. Combate el dolor como un analgésico, cura heridas y abraza entre el frío, haciendo avanzar algo que jamás pareció dormido. Venga la doble moral, la pobreza y la violencia gratuita del poder o del sujeto.
Más de mil espectadores rieron a
rabiar con Modelo vivo muerto, primera
función en sala del Belgrano repleta con
esta creación colectiva del grupo Bla bla y cía (CABA). Pablo Fusco, Julián
Lucero, Tincho Lups, Carola Oyarbide, Sebastián Furman y Manu Fanego,
sobreponiéndose e incorporando algún desperfecto técnico, capturaron carcajadas
con sus recursos de clown y su ácido humor con total desparpajo. Ironizaron
sobre las academias de arte, la educación, las relaciones absurdas y sus
vínculos con lo escatológico, ante la atónita mirada de las autoridades sentadas
en primera fila.
Camila Peralta, protagonista de una original y tierna historia pergeñada por Martín Bontempo |
A continuación, todos al Lasserre a disfrutar de uno de los acostumbrados y logrados unipersonales seleccionados por los organizadores: la tragicomedia Suavecita, de Martín Bontempo con una interpretación notable de la joven actriz Camila Peralta. Una historia novedosa, enternecedora, de un personaje marginal, con tantas aristas, aciertos y matices, que se llevó una ovación por el mito que instaló.
Casi lo mismo ocurrió con otro de
los notables espectáculos: Matate, amor,
de Ariana Harwicz y dirección de la leyenda Marilú Marini, con una Érika Rivas
que entregó todo su talento y fue un montón.
Rivas dio sobradas muestras de talento en medio de una poética escenografía |
Juan Isola, conocido cantante de La joven guarrior, en el mismo primer día, mostró una pieza bajo su dirección: Janequeo, un encanto doloroso, otro trabajo disfrutable, con mucho humor. El elenco, con la frescura interpretativa de Delfina Colombo, Emanuel D`Aloisio, Gogó Maldino, Facundo Mejías, Candela Font y Eugenio Tourn, recrea una historia de aventuras, amores y desamores de la época de la Conquista, con personajes de géneros desdibujados, difusos, al igual que el lenguaje y las tonadas que usan. Al decir de su director, es una buscada “desmesura de personajes, cuerpos, espacios, lenguajes”.
Una escena de Janequeo, un encanto doloroso |
Un surtido federal
Durante todo el festival se vio a rafaelinos y visitantes con la alegría de saberse partes de un fenómeno que mueve más de 15.000 personas, y sacude la economía regional.
El intendente Leonardo Viotti y la
Ministra de Cultura de Santa Fe Susana Rueda, se encargaron de marcar la cancha
y resaltar precisamente la trascendencia de apostar a la cultura. Asimismo, la
marca transgresora o innovadora del solvente equipo de producción del FTR,
sigue ocupando lugares en la consideración de todos y se filtra en
espectáculos, barrios, conversaciones varias.
Aquí, un momento de los desopilantes gestos de Max Suen y Felipe Saade |
La obra Breve Enciclopedia sobre la Amistad, de Tomás Masariche, con excelentes trabajos de Max Suen, Felipe Saade, Casandra Velázquez, Maga Clavijo y el propio Masariche, figuró entre uno de los espectáculos que más gustó, sorprendió e hizo reír por lo original de la estructura dramática, contemporánea y desbordante, sumado a los absurdos juegos con el lenguaje que proponía. Además de dejar entrever problemáticas atravesadas por toda una generación prácticamente nacida con la crisis del 2001 y los consecuentes vaivenes sucedidos hasta este presente.
En tanto la pieza Un tiro cada uno, que se ofreció en dos funciones repletas en la cancha de básquet del Club Peñarol, conmovió por la profunda investigación sobre la adolescencia, la violencia y la crueldad que desnudan, además de la estructura dramatúrgica que proponen. Fiamma Carranza Macchi, Carolina Kopelioff y Camila Peralta compusieron el mundo masculino de tres pibes que mientras tiran al aro, desarrollan una virulenta intriga reconocida frecuentemente en las noticias policiales. Más que recomendable.
Escena inicial de Un tiro cada uno |
Cabe añadir que se hicieron lugar
en esta edición grupos de Tucumán, Córdoba, Rosario y Mendoza, con muy
distintos acentos y exploraciones estéticas. Teatro documental, de sombras, para
todo público, para las infancias; circo, teatro en plazas y espacios no
convencionales. Una locura de intensidad, energía y amor al territorio propio.
Hubo adaptaciones de clásicos como Fuera de este mundo, realizado por los
mendocinos sobre la famosa novela El extranjero de Camus, procedimientos
biodramáticos para la concreción de una obra teatral en ciernes como en el caso
de las tucumanas que llegaron con Estamos
grabando de Guadalupe Valenzuela, y obras como La orquesta de El cuarteto del amor con una comedia musical que
vino desde Córdoba para protagonizar el gran cierre de este encuentro.
Les reyes también integró la grilla de la programación 2024. Se vio un trabajo en el que Mechi Mendizábal y Damián Mai, desandan toda una metáfora en torno a las ambiciones del poder, con síntesis, humor y belleza, dirigidos por Felipe Saade y música en escena de Lucía Gómez.
Locales
Marcelo Allasino, fundador con su grupo del festival, presentó Hermanas tejedoras, con cuatro buenos trabajos actorales (María Laura Bañón, Marilú de la Riva, María Cecilia Tonon y Manu Zimmermann) y un estilo personal de puesta, provocador, como hace treinta años atrás lo fue su polémica versión de Lisístrata. Crítica contra el poder eclesiástico y el conservadurismo, con pizcas de acidez y locura, la comedia de claro tono popular, sacó carcajadas e hizo pensar a casi todos.La bailarina Liza Taylor ofreció un elogiado acontecimiento en el Bosque Educativo Norberto Besaccia que tituló con Silvina Grinberg, Lugar secreto, con la participación del Dr. Jorge Frana, que acercó una indagación en torno a la naturaleza, la vida y el destino como especie. “El teatro nos hace crecer”, disparó el ingeniero y especialista en Entomología al tiempo que reparó en el diálogo existente entre esta puesta y la muestra Experimenta naturaleza, que podía verse en el corredor del Complejo Cultural del Viejo Mercado, donde a partir del concepto de "jardín planetario" de Gilles Clément, se instaba a nuevas generaciones a cuidar el planeta como si éste fuera un gran jardín.
El audiotour coordinado por María
Eugenia Meyer por distintos puntos de Rafaela, denominado Cartografías de lo sensible, ofreció la producción de seis autoras
rafaelinas emergentes, que habilitaron nuevas miradas sobre sitios, monumentos,
casas y personajes de la ciudad, de modo que ya no pasarán inadvertidos. Es más,
quien no hizo el recorrido podrá visitar esos lugares y bajarse con QR los
audios de las historias muy prolijamente editadas.
En tanto Gobernori, a cargo del laboratorio que desembocó en La singularidad de lo mismo, tuvo la misión de dirigir a un elenco local de 19 personas. Con una estructura de primera y segunda parte –Cuidado Hollywood te estamos acechando y La inocencia de H-, muy diferentes entre sí pero igual de atractivas y originales, captó la atención del público que curioseó de cerca cómo cada actriz/actor mezclado entre el público, replicaba determinadas escenas de películas. Y más tarde, en otra parte de la sala del Centro Metropolitano La Estación, la propuesta acercó una historia simple multiplicada en tantos matices como actores en escena.
Entre los infantiles se destacó Les volátiles de Irene Ortin y Leonardo
Carmona (Rosario) con acrobacias finas y precisas tal como lo anticiparon, con
gracia, a sus pequeños espectadores. “¿Les gustan los espectáculos de
precisión?” consultaron. Enseguida los presentes corearon “sí”. Luego los
artistas arremetieron con un “¿saben lo que es la precisión?”. “No”,
contestaron todos. Luego siguieron con destrezas arriba de una minúscula bici y
con el diábolo hasta hacer participar a una niña para hacerla volar
mágicamente.
Había una vez una canción de María Elena, desde Córdoba, recreó y multiplicó las historias disparatadas y el universo de la icónica cantautora María Elena Walsh. Caita Barberán, Franco Del Río y Agostina Lameiro se lucieron con unas coreografías muy prolijas y atractivas a la par que en la platea, grandes y chicos los acompañaban cantando ese repertorio tan clásico y precioso, a modo de un homenaje coral único.
No tuvieron menores méritos shows como Salpiclown o Acrobacias en juego que se vieron en
espacios públicos abiertos y deslumbraron con sus destrezas arriba de zancos, con
malabares o saltos mortales, tal como resaltó un niño.
Hubo otros velados tributos acaso, al
teatro pánico, a la torpeza, a la tradición, a los inmigrantes; a la emoción, a
la sorpresa y confraternidad; a la potencia de la risa y la emoción. Hubo escenas
inolvidables que fueron una invitación a considerar las violencias instaladas y
promovidas, para transformar el rumbo y las miradas.
Después de esta suerte de baño de
inmersión teatral, parafraseando el juego de palabras que alguna vez realizó
Chiqui González –ex ministra de Innovación y Cultura de Santa Fe-, uno tiene la
certeza de saber que el teatro se escribe con T de Terremoto, de Tarascón, de
Tornado y de tradición; T de tolerancia y trashumancia; T de Truco, trabajo,
tragedia, tarima, trampa, transpiración. Uno se vuelve a la rutina con el
corazón más acelerado, de contento nomás.
Y con la promesa, (aún ante la
indiferencia de la Secretaría de Cultura de la Nación, que en esta oportunidad
y por primera vez en este suceso único, quitó apoyo a través del Instituto
Nacional del Teatro), de un gran festejo para los 20 años que se cumplirán en
el invierno de 2025.
El FTR es sinónimo de
transformación y resistencia, pero además de disfrute, felicidad y alegría.
Solamente la necedad no logra verlo así.
Frases
“El festival de teatro se adueñó de la ciudad y la ciudad se adueñó del festival, que es lo que queríamos”, dijo el intendente Leonardo Viotti.
“Estos 19 años de festival nos
reafirman en el deseo de que siga creciendo y expandiéndose”, apuntó el equipo de
producción al mando de Gustavo Mondino.