De calidad.
Todos los aplausos para Lluvia constante
Mónica Borgogno
Después de su actuación en el XIII Festival Iberoamericano de Bogotá y luego de más de 220 funciones en el Complejo La Plaza de Buenos Aires, los artistas salieron de gira por Rosario, Paraná, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, San Luis, Bahía Blanca, La Plata, Tigre y Lomas de Zamora.
El viernes 18 estuvieron en la sala del Teatro 3 de Febrero, de Paraná. Intensidad sobre el escenario, es lo primero que uno atina a sintetizar al salir de la sala, al salirse del clima de la obra. El público, a juzgar por sus aplausos, de pie, supo valorar esa atmósfera intensa que crearon Rodrigo de la Serna y Joaquín Furriel, ese flujo de miradas, gestos, comunicación generado entre los actores y el público, durante 90 minutos.
Tal vez, como dice el académico Georges Banu, uno pudo ver en este caso, cómo los actores se “sacrifican delante de uno para encarnar otra existencia, ajena”.
El destacado trabajo de los jóvenes actores que aquí hacen de Rodo y Dani, dos policías amigos desde la infancia, así como la pertinente elección política del texto –sumamente contemporáneo-, la dirección de esos actores, la puesta y la banda sonora, son apenas algunos de los aspectos que hacen dar ganas de ir al teatro.
Lluvia constante es de esas obras de arte que hacen pensar. Es una obra bien elegida, atinada para pensar estos tiempos modernos en los que la flexibilización laboral se despliega con tal impunidad, que reemplaza sino entierra, la premisa del “trabajar dignifica” por la de “trabajar aliena”.
La alienación de estos dos policías que temen quedarse sin trabajo y aspiran un ascenso sin dimensionar del todo las condiciones laborales en las que están, rodeados o contagiados de violencia, corrupción y discriminación, reanima y remueve los más actuales debates.
El texto es más que un simple hallazgo. Es una dramaturgia que se asemeja a un guión cinematográfico, con recursos propios del cine como el flash back, poco usual en el teatro. Es una historia que empieza por lo que podría ser un final, mantiene un suspenso único al tiempo que desenrolla otras historias. A esto se agregan los permanentes guiños con el público que confieren ritmo y en consecuencia, una atención ininterrumpida. El texto de Huff pone en escena las miserias humanas, los deseos encontrados, los valores en jaque, las expectativas puestas en un trabajo, y también la seguridad o vulnerabilidad de unos y otros. Esto es, los discursos sobre el presente o el presente mismo.