Mónica Borgogno /Guillermo Meresman
En su 16ª edición el Festival de
Teatro de Rafaela se prodigó durante una semana completa, del 29 de octubre al
7 de noviembre. Fue una edición muy particular, luego del obligado receso del
año pasado, que público, artistas y prensa celebraron en
Como siempre, los circuitos de
funciones, las instancias de formación y encuentros, dibujaron nuevos tránsitos
y presentaron a los visitantes, un patrimonio cultural excepcional, del que los
rafaelinos están muy orgullosos. Así, el slogan de esta edición, acertó al ser
“Una ciudad en escena”.
Desde hace 15 años el FTR es un acontecimiento a escala nacional. Paulatinamente fue creciendo y mejorando hasta llegar a tener el prestigio actual. Un numeroso equipo de productores, comunicadores, gestores y colaboradores, además de la comunidad en su conjunto, son quienes prácticamente vienen garantizando hace más de una década, su “éxito”: los resultados de los que los números hablan. Pero de lo que también son elocuentes, son los momentos únicos y emociones que despiertan las obras y los diálogos con su público.
Diversidad, jerarquía escénica, solvencia organizativa –que sabe conciliar intereses públicos y privados-: casi un milagro en la realidad pandémica y la coyuntura argentina.
Programar
La Otra Butaca asistió a espectáculos inolvidables y hermosos, llegados de Buenos Aires, Mar del Plata, Rosario, más una propuesta liminal de audio obra que provino de Córdoba. Todo lo demás, que fue mucho, fue producción local. A las dos obras locales elegidas por un jurado, se sumaron cuatro propuestas surgidas de Laboratorios de Creación Escénica, de la que participaron unos 50 actores y actrices de la ciudad, con asistentes locales y directores invitados.
Esa fue tal vez, la característica
distintiva de esta edición, la gran apuesta a la formación y
profesionalización, la posibilidad de incluir a jóvenes en un proyecto creativo
y el dar nuevos espacios y legitimación a un sinnúmero de talentosos artistas callejeros
que hay en la ciudad y no tienen donde mostrar lo que tan bien saben hacer.
Disfrute
En la función de "Kinematos", una nena aprovechó el palo chino libre... (foto de La Otra Butaca) |
Una de las funciones se hizo en el
imponente salón de la Sociedad Rural, jugaron con el público presente y
deslumbraron con piruetas para nada “aburridas”. Pues en las devoluciones junto
a la prensa contaron que tuvieron una maestra muy exigente, que cuando se
deslizaban por el palo, si no llegaban a ras del suelo, les decía: ´aburrido´.
En esas rondas, también confiaron parte de la magia que provocan: “No me
interesa hacer piruetas si no me cuentan otra cosa. Nos gusta cargar una
narrativa y usar el truco para el remate”, resaltó la acróbata. En otro tramo
de las conversaciones aclaró que han girado mucho por Europa porque hay
productores, un circuito y un mercado para artistas de circo, que Argentina
carece.
Una de las tantas escenas divertidas de la loca familia de "Un domingo" (foto de LOB). |
En una de las jornadas, en el Lasserre,
se vio Un domingo, trabajo de la
cooperativa cultural Proyecto Migra (Buenos Aires). Con dirección del francés
Florent Bergal, el elenco de Juan Carlos Fernández, Sofía Galliano, Gabriela
Parigi, Tomás Sokolowicz, Florencia Valeri y Tato Villanueva, interpretó a una
familia dudosa, donde todo parece posible. Un mundo ridículo e inquietante, que
al concluir, hizo llorar a más de uno, por la emoción contenida, por la
imaginación, la resiliencia y fuerza del teatro actual del país. Cada uno de
los actores y actrices tiene en este espectáculo, su momento de lucimiento con
malabares, equilibrio en altura, acrobacias, baile o tiro con arco, además de
la gracia y singularidad de cada personaje, sea el novio tímido, el padre
-patriarca que nadie respeta demasiado, esa madre atrevida y gozosa, las hijas,
una amarga, la otra más querendona, y un tío u otro candidato, no se sabe, que
también recala en esta colorida y disparatada familia.
De carne
Carne de consumo personal (Gustavo Conti) |
Bailemos... (foto Gustavo Conti) |
De lo mejor
Esa amistad de la primaria, retratada de manera magistral y desopilante en "Perdón" de Sutottos. (Foto de LOB) |
El histrionismo de la pareja, como todos los demás componentes de la obra, lucen reperfilados y adecuados, en esta nueva creación, la octava, de los Sutottos.
En la ronda de conversaciones con la prensa, los muchachos hablaron también de la culpa como material primigenio, su larga relación personal y profesional, que los llevó, los está llevando lejos. A propósito, su espectáculo Inestable ya lleva seis años en Buenos Aires, y promete más funciones.
Un momento de "Que todas las vaquitas..." (G. Conti) |
Laboratorios
Merece un capítulo aparte, además de los seminarios que se suelen incluir en cada festival, la incorporación por primera vez al programa oficial, de las puestas resultantes de los cuatro Laboratorios de Creación Escénica dictados por distintos referentes, que conquistaron la participación de artistas locales provenientes del arte callejero, de la danza, la plástica, la música o el teatro más convencional. Tras ese trabajo, se estrenaron las piezas finales Tierra de nadie (Emiliano Dionisi), Frutos del bosque (Emmanuel Calderón), Noches blancas (Jorge Eiro) y Los encuentros (María y Paula Marull) que prometen continuar durante el próximo verano. En todos los casos, el proceso permitió diferentes grados de experimentación y habilitó la creación de los artistas de la ciudad. Sembraron ganas, curiosidad, necesidad de continuidad, en una ciudad que quiere robustecer su campo teatral así como su equidad distributiva. Estos trabajos sumaron además otros espacios, espectadores y energías, lo que no dejó de ser valorado por el secretario de Cultura del Municipio, Claudio Stepffer y el director del festival, Gustavo Mondino.
Todos los artistas en escena, arriba del Cine Teatro Belgrano (Foto de LOB) |
Entre esos trabajos, uno de los más más intensos
y bellos quizás fue Tierra de nadie,
dirigida por Emiliano Dionisi, donde el mismo público rafaelino pudo
identificar a sus artistas callejeros, de pronto en medio del escenario del
Cine Teatro Belgrano, y reírse y deslumbrarse con ellos, verlos con otros ojos
y aplaudirlos de pie. En una ciudad –que como en otras tantas- tiene una
ordenanza municipal que prohíbe y persigue el trabajo de los artistas en la
calle, la pieza reivindica, dignifica y como ninguna, le da un protagonismo al
arte callejero, las acrobacias y la magia, que emociona.
Al aire libre
Dionisi además sumó su versión de la comedia Sueños de una noche de verano de Shakespeare, en el escenario del Parque Educativo Municipal Norberto Besaccia. En esta adaptación del clásico mostró una trama plagada de enredos, guiños, complicidades, con su particular estilo y su dramaturgia en rima.
El versátil elenco de "Sueño" (Foto La Otra Butaca). |
Hay que destacar la actuación de la
Comedia Municipal de Rosario que se hizo presente con La medicina de Molière, con dirección de Adrián Giampani en el
Predio Roque Sáenz que estuvo al cierre de la edición y Las vengadoras, de Bernardo Cappa, con cuatro actrices, en las
primeras jornadas en el Anfiteatro Alfredo Williner, una y otra celebradas por
los espectadores.
Eso no fue todo. La propuesta de
este año se completó con Ana y Wiwi,
de Lorena Romanin, Destino insular, La elegida, La casa de las Palomas, Nombrarte
recuerdo, Qué hermosa kermesse y El danzón de Alejandro Viola y Los
amados, que reunió a cientos de espectadores que disfrutaron de sus músicas e
interpretaciones al aire libre.
Las localidades de Suardi y
Ataliva, fueron una vez más, los otros brazos con los que el Festival logró
expandirse, arrimando una parte de su programación.
En suma, el regreso a los
festivales de teatro, y de éste en particular, demuestra que el encuentro con
el arte, los artistas y sus universos estéticos, es vital.