Del 15 al 20 de julio.
Un Festival en el corazón de la gente
Un Festival en el corazón de la gente
Aquí va un apretado balance de lo que fue la décima edición del Festival de Teatro de Rafaela que un total de 22.000 espectadores en apenas seis días, supieron aprovechar. Es un singular encuentro, apreciado por la variedad de sus estéticas y propuestas para todos los gustos y un público ávido, que lo espera año a año, hace largas filas y sale de una función para meterse en otra.
Guillermo Meresman/Mónica Borgogno
Diez años en la historia de una
ciudad pueden resultar pocos para transformaciones radicales así como para
fijar políticas públicas, apuntalar gestiones o alentar irreversiblemente nuevas
miradas y conductas del público. No obstante esto, el Festival de Teatro de
Rafaela (FTR), vuelto referencia en el campo teatral argentino al cabo de la
década transcurrida, dice otra cosa: que los sueños, la inclusión y los cambios
son posibles.
La organización, a cargo de la Secretaría de Cultura
de la ciudad del oeste santafesino, con Marcelo Allasino a la cabeza, vino atendiendo
al conjunto y al detalle de una ardua logística para lograr que este año, su
edición décima se destaque una vez más, como el gran acontecimiento nacional de
las artes escénicas.
Así las cosas, el FTR adquirió
merecido renombre por incluir en su programación diversidad de artistas y
propuestas, animándose a mostrar incluso obras que pueden ser cuestionadoras de
esa “centralidad” o dominancia construida por la crítica y las academias, de
modo arbitrario. Público, artistas y periodistas invitados no se cansan de
agradecer al Festival y su gente, una semana de fuertes emociones y
experiencias inolvidables y disímiles. Las puestas experimentales conviven con
obras polémicas, junto a otras que funcionan y encantan a miles de espectadores
que año a año se congregan en los variados espacios. La apuesta y el riesgo,
son su sello característico, además de una importante agenda de actividades como
seminarios, exposiciones, presentaciones de libros, que le dan un perfil único,
valorado por propios y extraños.
Los encuentros de todas las
mañanas, entre periodistas y críticos con los creadores (autores, directores,
actores y actrices y técnicos de los espectáculos), se han ido enriqueciendo y
constituyen un espacio especialmente esperado por la mayoría de los artistas
que ven allí un lugar de diálogo y construcción a partir de la mirada del otro.
Varios presentes, pusieron énfasis en estas mesas de devoluciones que, en los
últimos años, se convirtieron en una suerte de excepción en el mundo de las
artes escénicas.
Asimismo el Festival este año
derramó buen teatro por otras 7 comunas, erigiéndolo en “un gran escenario
regional”, al decir del intendente Luis Castellano.
El balance final arrojó un total de
18.000 espectadores que circularon por Rafaela y otros 4.000 pulularon por
Ataliva, Suardi, Morteros, Pilar o pequeñas localidades como Colonia Aldao,
Ramona y Clucellas, de entre 1500 y 1600 habitantes, no más. Hasta allí
llegaron dramas, comedias, espectáculos de circo y clown.
Programación
La apertura por el microcentro
rafaelino, a cargo de Rodafonio (España)
-un espectáculo teatral musical de calle que ha recorrido ya numerosos
festivales de todo el mundo-, predispuso a la comunidad a aprovechar esta
semana cultural. Más tarde, Sanos y
salvos, Proyecto LANDIA y Yo te vi caer, fueron creando clima,
aportando nuevos mundos y metáforas, movilizando a protagonistas locales y de
fronteras afuera. El estreno de la pieza del cordobés Ariel Dávila, dirigido
por su coterráneo Gonzalo Marull e interpretado por el elenco local de Gustavo
Mondino, Silvit Yori, Marcelo Gieco, Marcela Bailetti, Laura Dayer, Alejandro
Barbero y Gerardo Gerez, fue un gran desafío encarado por el Teatro Nacional
Cervantes y la
Municipalidad anfitriona. Esta verdadera Babilonia de
realizadores concertados, asumió la complejidad y politicidad del texto de
Dávila y lo condujo hacia un espectáculo con hallazgos visuales que una platea
colmada agradeció de pie. Otra de las obras que asombró fue Entonces bailemos, de Martín Flores Cárdenas,
que hizo reír y apiadarse de los personajes de esas historias en las que el
sexo y el amor mantienen relaciones estrechas con la violencia y el dolor. Un gran
elenco conducido por su talentoso autor, que en el Centro Cultural La Máscara, enamoró a todos los presentes.
Disfrute
La programación del Festival fue
intensa; incluyó un total de 32 propuestas y más de 70 funciones. Obras como Pajarito y Tebas Land, llegadas respectivamente de Mendoza y Montevideo
(Uruguay), suscitaron un sinnúmero de reflexiones y emociones. La primera,
dirigida por Juan Comotti, e interpretada por Marcelo Díaz, Juan Pablo Lemos,
Marcelo Perafan y Laura Masuti, ofreció en la pequeña sala lateral del
Lasserre, una historia de excluidos, de golpeados. Un sólido elenco y la
particular poética del director hicieron que su visita a Rafaela no pasara
desapercibida para nadie. Es un teatro que no cuenta historias de la clase
media, como bien señaló el periodista y actor Julio Cejas, y por eso, se torna necesario.
Emociones
Como en pasadas ediciones, el clown
estuvo presente con grandes propuestas. Entre ellas sobresalió Payasos en familia, una versión libre
del clásico En familia de Florencio
Sánchez, con David Picotto, Julieta Daga, Laura Ortiz, Mariana Roldán y
Guillermo Vamadia, de Córdoba,
con una original puesta que mantuvo atrapados a espectadores de uno y otro lado
de la escenografía. La otra obra a destacar fue Fuera!, con Leticia Vetrano, actriz que con una trama sobre la
soledad y el amor y mucha comunicación e interacción con el público, conquistó risas,
elogios y aplausos.
Y por segundo año, la carpa de circo, esta vez con
una capacidad mayor que la de 2013, permitió que numerosos espectáculos
revivieran la vieja magia de ese espacio tan caro a la tradición teatral rioplatense
o sudamericana. 4 x 4, circo todo terreno,
Bom Bim Bam y Circo itinerante de Pablo Holgado, entre otros, divirtieron con sus
historias y destrezas.
Con talentosos actores rafaelinos, subió a escena Proyecto Landia, de Dávila, bajo dirección de Marull.
Disfrute
En tanto Tebas Land, de Sergio Blanco, estuvo entre las más admiradas y eso
que no se trata precisamente de un texto complaciente. Pese a su complejidad,
la metateatralidad de su planteo, le aporta humanidad a este encuentro entre un
autor de teatro y un parricida. Gustavo Saffores y Bruno Pereyra, actúan,
presentan y representan a la vez, con tal maestría, que parecen fundir la
figura del personaje parricida con la del actor que lo representa. El
dispositivo tecnológico visual de la obra no distrae, potencia el encierro y la
vigilancia y contribuye a poetizar diversos pasajes. Según contó su productor,
Adrián Minutti, ya recibieron conmovedores aplausos de internos en funciones
recientes y actualmente están iniciando un camino por distintos penales de su
país.
Emociones
Esta edición, cabe agregar, se
organizó bajo el lema “Festival de emociones”. Tarjetas, carteles y folletos
que concentraban un acertado juego de imperativos como “bailá”, “aplaudí” o
“sonreí”, invitaron a disfrutar de este acontecimiento artístico.
Por toda la ciudad, se observó una
multipresencia del festival: hubo grandes y pequeños molinetes, instalados en
distintos rincones de la ciudad, para identificar estos diez años de vida, acaso
para hacer girar otra vez los colores, las ilusiones, renovar el aire. Varios
invitados a este convite dieron testimonio, no sin sorpresa, de cómo la gente
se adueña y suma a esta fiesta. A propósito,
Gonzalo Marull dijo que se trata de “un festival que te sacude, interroga,
emociona, inspira, potencia, que te regala pequeños instantes de felicidad
pura”. En suma, una sucesión de días en
los que se respira felicidad y ganas de renovar.
Actuaciones
Además estuvo Querido Ibsen: soy Nora de Griselda Gambaro, una puesta que exhibió
un notable despliegue de Belén Blanco y reparto; Todos mis miedos, de Esteban Bieda y Nahuel Cano; Baby Call, de Sofía Wihelmi, la emotiva performance
Yo te vi caer, de Maricel Álvarez,
Santiago Loza y Diana Szeinblum y Ya
estoy solo, de Romina Mazzadi Arró y dirección de Paula García Jurado con la
interpretación de la rosarina Elizabet Cunsolo.
Entre los espectáculos más
aplaudidos y celebrados, figura curiosamente un drama. Es que La fiera, la leyenda de la mujer tigre,
de Mariano Tenconi Blanco, con una actuación para la memoria, de Iride Mockert,
logró conmover a las plateas de Rafaela y Suardi. Fue una obra demoledora que
por momentos pareció cortar la respiración del público como antes habría
ocurrido en funciones en Jujuy y Buenos Aires. Original y potente desde su
planteo dramatúrgico, esta obra cuenta con el desempeño extraordinario de la
joven actriz, quien acompañada por la música original, en vivo, de Sonia
Álvarez e Ian Shifres, perturba y hace reír a la vez. Pues en La fiera aparecen otros temas de los que
poco se habla en teatro como la violencia hacia las mujeres en condiciones de
pobreza, la mirada vengadora hacia los machos abusadores y la trata de
personas.
Mientras que Mau
Mau o la tercera parte de la noche, de Santiago Loza y dirección de Juan
Parodi tuvo a Eugenia Alonso y Gabi Ferrero como dos buenas conductoras de la
historia de la célebre boite porteña.
Por fuera de los tópicos de este dramaturgo, la obra exhibe en clave de comedia
dramática un repaso de la historia reciente pero a partir de estas dos “tilingas”,
acompañadas por Juan Manuel Casavelos y una música de los 60 a los 80 bien elegida, que
la convierte en una pieza más que atractiva.
Romeo
y Julieta de bolsillo, de Emiliano Dionisi, que contó con su actuación y la
de Julia Gárriz, constituyeron una de las obras más entrañables y logradas que
se vieron en las funciones en las vecinales así como Un cuento negro, de Liliana Bodoc, por la Compañía Tres Gatos Locos.
En la última jornada, fueron muy
festejados los talentosos y graciosos trabajos de Los Fabulosos Singer, Puro
Bla Bla y Las Fábulas de Les Ivans al
igual que Kutumpra, que cerró esta
edición.
En apretado resumen de este festival
por el que pasaron artistas y sus obras de las más atrevidas y magníficas del
teatro argentino de la última década, hay que mencionar además, la exposición
“Diez años, un instante” del fotógrafo Gustavo Conti, que ofreció a los
asistentes a las devoluciones, una retrospectiva convertida en valioso
documento. Hacia el pasado, eso; hacia el futuro, todo.
Territorio
para la cultura
“El teatro se construye a partir de la
acción. Desde un sujeto que desea y se pone en movimiento para lograr su objeto
de deseo. Así entendemos nosotros a la política, desde la fuerza
arrolladora de la acción”, disparó Marcelo Allasino, director de Cultura y
principal motor de este Festival entrañable, en su discurso de inauguración
oficial.
En ese marco, también se lo escuchó describir
al festival como un espacio de resistencia. “Resistencia del público de
toda la región, que adhiere masivamente y apuesta por un teatro sin figuras
televisivas ni éxitos de taquilla. Un espacio de resistencia para
artistas de todo el continente, que lo apoyan con honda emoción, sean
programados o no. Para los críticos y periodistas, que siguen escribiendo
comprometidamente en diarios, revistas o páginas web”.
Y los que tenemos oportunidad de cubrir diversos
festivales internacionales y transitar las intensas actividades que propone la
programación del de Rafaela, podemos dar fe de esta verdad de resistencia y
persistencia. Pues sus hacedores, con una paradójica convicción en los sueños,
logran que los referentes más
grandes del teatro nacional deseen venir “a esta ciudad pequeña sin atractivos
turísticos”. Y así trabajan y siguen, hasta que hoy “el nombre de Rafaela
resuena por el país teatral y el continente y más allá”. Se inventaron estrategias y modos para dar cabida a
los artistas y entrar directo al corazón de los espectadores, ya sean avezados
o ciudadanos de a pie.
En este año de celebración y cumpleaños, se dio a conocer
la conquista de un espacio destinado a albergar distintos organismos de Cultura
de la ciudad. Se trata de la refuncionalización del Viejo Mercado, erigido en
1928 donde luego funcionaría la
Terminal de Ómnibus y que, ahora será “una especie de fábrica cultural”, según apuntó
el propio intendente. Si bien se inaugurará oficialmente en octubre, durante el
festival parte de sus instalaciones estuvieron abiertas al público para ver
instalaciones lumínicas y sonoras e incluso dos obras como Museo de Piel de lava y Laura Fernández y la mencionada Ya estoy solo.
Formar
Previo a la recorrida por el nuevo Complejo Cultural del
Viejo Mercado, se lo consultó a Allasino sobre la Escuela Municipal
de Interpretación de Artes Escénicas que se había anunciado un año atrás. Otro viejo
anhelo.
En efecto, la escuela de formación, gratuita, ya está en
marcha. Hubo 60 aspirantes, sobre los que se hizo una preselección y quedaron
20 cursando el primer año, de manera sistemática, con clases diarias, mientras
que al resto se les dio la opción de trayectos alternativos como talleres de
teatro, comentó el funcionario.
De esta manera, nuevas generaciones de actores y
bailarines prometen seguir enriqueciendo la vida de esta “Ciudad de Cultura”.