M. B y G. M.
Podría decirse que Paula Righelato y Ezequiel Caridad, de la Compañía Teastral (Paraná), adoptaron hace ya tiempo, el lenguaje del clown, con la creación de dos personajes entrañables como Manso y Patota. A “Dos payasos intentando ponerse de acuerdo”, bajo dirección de Raúl Bruschini, le siguió Picnic en suite, que desarrollaron en pandemia, y luego Suite criolla.
Ahora, con "Vidayvuelta", así, todo junto, se cuenta toda la vida y más allá también, de
Manso y Patota, que también es el transcurrir de cualquier mortal. De ahí lo
conmovedor de este último trabajo en el que chicos y grandes pueden sentirse
identificados, reír o llorar. “Yo lloré”, confesó una nena al término de la
función en Casa Boulevard.
Con una banda sonora muy pregnante producida por Julián Dal Colletto, predominantemente musical, se llena vacíos, se completa escenas, se abren significados, se conduce a determinados climas o se recrean diversas acciones. A diferencia de anteriores obras, tal como señalan sus protagonistas, acá la palabra es mínima, es síntesis. Pues las acciones, más los gestos exagerados de todo clown, y sus torpezas, hacen el resto, cuentan una historia pequeña y universal.
Vidayvuelta, un conmovedor recorrido por la fugacidad de unas vidas |
Este trabajo,
corolario de anteriores, parece emerger como la consumación de lo que expresa
Cristina Moreira, cuando define al clown. “Hay un inconformismo bastante
recurrente en la vida del artista tal vez debido al anhelo de encontrar siempre
una mejor resolución de su expresión, la búsqueda de mayor reconocimiento, etc.
(…)” y en esa búsqueda, los artistas comparten con el público sus hallazgos,
sus frustraciones, sus elecciones, sus dudas, en un “rito purificador o sanador”.
Jugar
El juego y
complicidad con los espectadores está presente como un guiño, con respeto y
ternura. Y la angustia propia de los actores y actrices, disfrazada en la escena
divertida y profunda a la vez, también se hace presente y es devuelta al
espectador, que se va de la función con un nudo en la garganta, emocionado.
Al rojo de
las narices de los personajes y sus coloridos trajes, se le oponen los tonos
pasteles de la escenografía y la sutileza de los objetos pintados en las telas,
como una rueda que rueda como la vida misma, un sol que alumbra y entibia, un
pájaro que ayuda a escapar, volar o sobrevolar lo cotidiano.
Según señaló
Righelato, la elección por el clown viene de cuando se constituyeron como Compañía
Teastral, allá por 2007 y desde entonces se fueron formando en esa línea, con
cuanto referente pudieron. Tomaron cursos y clases con Jorge Costa, Julia
Muzio, Walter Velázquez, Julieta Daga, Alberto Drago, Mauro González y Raúl
Bruschini. A este último maestro, fallecido hace poco, dedican especialmente las
funciones. De la mano de cada uno de ellos fueron pergeñando diferentes
espectáculos desde esta poética. “Es una forma de contar que nos permite
contactar con el público de una manera que consideramos tal vez más humana o
más sensible. Conectamos sí o sí a través de la mirada, un vaivén de acción y
reacción en el que nosotros proponemos y cada espectador nos devuelve lo suyo”,
confió la actriz.
En esta
ocasión en particular, se evidencia y distingue una producción y un equipo
importantes, detrás de cada detalle. A saber, “Vidayvuelta” es codirigida por
Leandro Bogado y Julieta Daga, el vestuario, escenografía y diseño estético es
mérito de Andrea y Silvina Fontelles a lo que sumaron la realización plástica
compartida con Clorinda Mateos. El dispositivo y mecanismos utilizados son de
Bogado, diseño lumínico de Oscar Lescano y producción de Mariela Bogado.
Se trata de
una propuesta para grandes y chicos, poética y madura, que podrá seguir viéndose
este último viernes de septiembre a las 21 en la sala de calle Ituzaingó 80 y también
los domingos de octubre en el mismo lugar.