Entre el 6 y el 8 de mayo pasado se
hizo en Paraná la presentación en sociedad del Foro de Teatro Paranaense, un
colectivo que viene desde principios de año, reuniéndose y charlando de un
amplio abanico de preocupaciones comunes. Estas reuniones, abiertas y en
lugares diferentes de la capital de Entre Ríos, tuvieron entre sus primeros
impulsores al director teatral Lito Senkman, suerte de catalizador de las
distintas inquietudes, que propició al final de este nuevo festival, un sentido
homenaje a su trayectoria, a pocos días de su desaparición física.
El Foro, cuya suerte se forja
semana a semana, en discusiones e intercambios de informaciones, datos,
opiniones referidas al campo teatral local y nacional, está actualmente
integrado por una quincena de artistas y gestores destacados y emergentes del
quehacer teatral regional que, hay que decirlo, recibieron acompañamientos
significativos de las áreas de Cultura de la Provincia y de su
similar y de Turismo de la ciudad, de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias
Sociales, y de importantes invitados que mantuvieron una intensa agenda.
El eje de la propuesta bautizada La
Teatral- Paraná a escena, pasó no obstante, por la presentación de cinco producciones
-distinguidas y premiadas en los últimos tres años- en el Teatro Municipal 3 de
Febrero, a lo que se sumó un público ávido, que supo acercarse a cada una de
las actividades programadas.
Ya en la media tarde del viernes,
el profesor universitario e investigador Jorge Dubatti, invitó a introducirse
en tema con una conferencia de alto nivel académico, bajo el título de Elogio del teatro.
En el auditorio “Walter Heinze” de la Escuela de Música, Danza y
Teatro Profesor Constancio Carminio, Dubatti amenizó su disertación con
numerosos ejemplos provenientes de la Escuela de Espectadores que coordina en Buenos
Aires hace más de una década. A la vez que nutría su charla con citas,
referencias bibliográficas, anécdotas propias y conceptos de la más actualizada
teatrología, hizo tentar de risa a más de uno con su didáctica y sus jugosas
observaciones.
Una numerosa platea integrada por
alumnos y algunos docentes del Profesorado en Teatro que se dicta en la
institución y en Gualeguaychú, artistas y espectadores generales, aprendió, rió
y lo aplaudió con ganas, sabiendo que al día siguiente este Dr. en Historia y Teoría
del Arte (UBA), dictaría en el mismo lugar y después de la hora del almuerzo,
un seminario intensivo referido a las Políticas
del espectador.
Viernes
La primera obra que se pudo
apreciar fue Jacinto Rojo, una
creación del reconocido Teatro del
Bardo, dirigida por Valeria Folini, que encantó a los presentes, y ya fue
disfrutada en La Pampa
y otros escenarios.
El espectáculo muestra buenas
actuaciones de Nadia Grandón y Walter Arósteguy, y una concepción global con
ritmo, humor y reflexión. Siguiendo a Dubatti, podría decirse que la propuesta
se planta desde una liminalidad por demás de atractiva, ya que parte casi de la
tradición del teatro-foro, escogiendo de partícipes a algunos integrantes del
público, para adentrarse en la historia de la configuración de la patria, las
ideologías alternativas acariciadas por el anarquismo y el socialismo, y un
juicio de final abierto, que cuenta activamente con la colaboración-acción de
los espectadores que subieron al escenario mayor.
El espectáculo, cuidado, pulido y
emotivo, cuya dramaturgia no tradicional es responsabilidad de Folini y
Grandón, fue muy alabado por los críticos -Julio Cejas, Roberto Schneider y
Carlos Marín, especiales convidados de este primer Festival- y por una platea
que disfrutó tanto la producción independiente, como su elección para la
apertura de La Teatral.
Es imposible no reparar aquí en la
inclusión de uno de los acostumbrados murciélagos que habitan la sala principal
de Entre Ríos, desde hace más de ciento sesenta años, interviniendo en la
evolución de la acción. La destreza de la pareja de actores permitió
sobrellevar la presencia del invitado sorpresa –que en este caso no sobrevoló
sino que caminó el escenario-, integrándolo al juego de la representación y
encontrando en él, un ayudante o colaborador por demás de dócil y pregnante.
Frecuente son esos accidentes en el
viejo edificio del teatro, lo que hace sospechar de una sobreabundancia de
mamíferos nocturnos en los altos inexpugnables de las cuerdas y los arácnidos,
a los que las autoridades deberán atender en un futuro no lejano.
En la segunda función del primer
día, tuvo lugar la función de Criaturas,
el clásico de Alberto Adellach, re versionado con dirección de Juanqui
Izaguirre.
En este caso, se trató de un
trabajo que permitió también el lucimiento de sus jóvenes intérpretes (Maximiliano
Boyero, Diego Tórtul), y de la música que aportó Paulina Alfaro, como gran
creadora de atmósferas.
La pieza cuenta no sólo con las
cualidades y destrezas de los actores, tiene el hallazgo de mostrar los
contrastes de dos cuerpos: uno rubio y melenudo, el otro morocho de pelo corto,
pero ambos con igual e increíble nivel de despliegue físico y lúdico.
En el marco de las mesas de
devoluciones junto a críticos de la región, Juanqui Izaguirre señaló que el texto invitaba a una propuesta
de juego físico y tierno a la vez. También recordó que junto a Diego Rodríguez,
él había atravesado esta obra pero como actor, entre 1996-1997, con dirección
precisamente de Senkman.
Sábado
El sábado, tanto los desmontajes,
como el seminario de Jorge Dubatti, la charla de Marcelo Allasino
con parte de
la comunidad teatral, y las obras La luna
y el otro, del grupo Patatas Patas XL, y Un eco más, del grupo Metamorfosis, continuaron convocando a
cientos de interesados y artistas en diálogos.
Concurridas mesas de devoluciones, en un marco de respeto y horizontalidad pocas veces visto. |
La propuesta primera, se llevó
diferentes comentarios y aplausos sobre el escenario del Teatro Municipal.
Prevista para una platea reducida, cerca de veinte espectadores debieron
seguirla de pie, lo que generó algunas protestas, y tal vez fue uno de los
pocos desaciertos de la organización que se vio un poco superada.
Sin embargo La luna y el otro, trabajo dirigido por Silvina Fontelles y
actuación y manipulación de objetos a cargo de Pola Ortíz, Victoria Roldán y
Sergio Trevisán, mantuvo en vilo a los espectadores. Es que la obra tiene
momentos muy plásticos y poéticos, objetos fina y minuciosamente perfilados, y
un relato simple que va del nacimiento de un hijo, sus cuidados, luego su
pérdida, la lucha por encontrarlo y la recuperación, que la tornan conmovedora
por todas las resonancias que trae aparejadas. Es una puesta en escena
distinta, atractiva, que explora un diafragma de novedosas notas, texturas y
colores. La pieza tal como está concebida, obliga al espectador a meterse en el
mundo de esos pequeños objetos animados por los actores y así padecer o
celebrar las vivencias de sus personajes.
A continuación se vio la versión de
Antígona dirigida por Nadia Grandón y
Oscar Lesa, en la que confluyen ideas en torno a los autoritarismos y matanzas
sobre geografías de tinte latinoamericano. Es un bello y significativo espectáculo,
especialmente potenciado, como ocurriera en Salta el año pasado, en un espacio
de mayores dimensiones a las de su propia sala ubicada en Alameda de la Federación. Los
desempeños actorales, el trabajo del músico Ariel Dutria, el vestuario de
Andrea Fontelles, volvieron a golpear a los espectadores desprevenidos, con una
producción que, además de la emoción y los aplausos en el “primer coliseo”, se
ganó el elogio del director del INT, Marcelo Allasino, quien entre otras cosas señaló que esta obra debería integrar la grilla de próximos ciclos de Teatro x la Identidad.
Se trata de una puesta que concentra
varios méritos. Tal vez el mayor, sea esa doble desnudez que propone, la de los
cuerpos de mujeres acribilladas o colgadas y la de las palabras, tan al
natural, tan íntimas, tan personales, tan únicas, tan de las vidas de las
mismas actrices que exponen fragmentos de sus historias de manera cruda y bella
a la vez, para que interpelen y conmuevan.
Al maestro, con cariño
Esperado homenaje a Lito Senkman. |
El domingo a las 20, actores,
artistas plásticos, funcionarios, amigos, familiares de Lito Senkman, se
llegaron hasta hall de ingreso a la sala mayor y lo colmaron. A esa hora estaba
previsto el homenaje y agradecimiento postrero de toda una comunidad, al gran director
teatral. Dichas presencias, le imprimieron más emoción aún a esta despedida y
tributo al realizador, fallecido prematuramente a comienzos de este año.
El elenco se lució con un más que
interesante texto dramático, que aportó humanidad, conflicto y acción, también
para una platea reducida en el propio escenario, pero en posición inversa a la
de La luna y el otro. Esta acertada
decisión, que otorgó profundidad en el espacio y en la carnadura de los
personajes, también alcanzó altura en las interpretaciones y en el mágico lugar
escogido. Conmovidos, a su término, muchos de los presentes abrazaron a los
artistas, acaso en una de sus mejores noches interpretativas.
Así, el Foro de Teatro Paranaense, agrupó
diversas inquietudes y manifestó, en su variedad, una iniciativa poderosa que,
como señaló El Diario, tiene mucho
más por delante, para brindar a la comunidad toda.
La producción de un ambicioso
evento inédito en la región, la ejemplaridad de una austeridad cierta y una
amabilidad acorde, el respeto y a la vez la voluntad de intervenir en el
panorama cultural local y nacional, “demostraron la madurez” de los agentes del
campo teatral de la ciudad, al decir de Carlos Marín, y el compartido deseo de
proseguir actos contundentes, como los de la primera edición de La Teatral - Paraná a escena.
Muestra
El periodista Julio Cejas (Rosario 12). |