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martes, 1 de marzo de 2016

Homenaje

El pasado 2 de febrero, falleció en la ciudad de Paraná el director teatral Lito Senkman. A modo de homenaje, a un mes del hueco que dejó su partida, compartimos aquí unas palabras del director de La Otra Butaca

Muchos, sino casi todos los trabajadores de las artes escénicas de la ciudad, estábamos estrechamente vinculados con Lito Senkman. Era difícil no estarlo, durante las últimas tres décadas. Aún los que, como en mi caso, llegáramos a él con algunos años demorados, y nos veíamos tal vez lejanos a las propuestas y búsquedas que desandaba con el Elenco Rotativo de la Universidad Nacional de Entre Ríos, habríamos de cruzar nuestras órbitas. Pero sospecho ahora que los más privilegiados fueron los que con Lito trabajaron, ensayaron, produjeron.
La muerte acaso a todos nos enaltezca, pero en el caso de Lito su don de gente, su sonrisa casi siempre abierta, adquieren ahora que no está, una dimensión particular, y como en los casos de esas personas que nos enorgullece su trato, nos hacen conocer el dolor de esta pérdida irreemplazable, como bien definió Juan Carlos Gallego.
Director teatral – uno de los pocos que quedaban de su generación, uno de los mejores-, maestro de actores, figura insustituible para conocer y comprender muchísimos aspectos del teatro argentino de las últimas décadas, el teatro entrerriano acaso le deba un justo reconocimiento. Pero claro que a Lito no le interesaba demasiado ello, si bien los vimos alegre y feliz casi siempre, y en especial cuando le comunicamos que nuestra propuesta para proponerlo como Premio a la Trayectoria al Teatrista de Provincia, en el Grupo de Estudios de Teatro Argentino e Iberoamericano, había sido aceptada. Como signo de lo que dijo antes, Lito se excusó entonces de no poder recibir su plaqueta en Buenos Aires, y pidió que la recogieran por él. Esta fue una de las veces en que se lo intentó mimar en un plano nacional, como reconocimiento a su fecunda labor.
Fundamental, Lito Senkman, también, como promotor y como formador de una generación de actores (y directores) vernáculos. Pero ya desde el final de su adolescencia, había ingresado al teatro argentino como actor, por la puerta de la innovadora primera versión de En el andén, de Ernesto Frers, que dirigió a mediados de los ‘60 en Paraná el notable autor santafesino Carlos Pais. Desde entonces se preocupó seriamente por su formación artística, escogiendo siempre para estrenar (en Paraná, Santa Fe o Rafaela) un repertorio movilizador, con lo mejor de la dramaturgia contemporánea. Sus puestas de Griselda Gambado, Hugo Sacoccia, Alberto Adellach, Mauricio Kartún, Rafael Spregelburd, Tito Cossa, Patricia Suárez o Marco Antonio de la Parra, entre decenas de autores, producían el milagro y convocaron miles de espectadores.
Se reía o ponía burlón cuando uno ponía a “los artistas” por encima de las de otros oficios, y había elegido ser austero, sencillo, honesto, franco, humilde y de gran sensibilidad.
Los espectáculos que dirigió desde fines de los ochenta en Paraná, fueron muy diferentes, no pocas veces novedosos, aunque desde el menemato, sus maneras habían ido tomando una tendencia de gran despojo escénico. Siempre dispuesto a acompañar, desde presentaciones de libros hasta mesas de charlas donde encontrarse con colegas.
Quedará en la voluntad y el deseo de sus discípulos y alumnos, el no claudicar en sus búsquedas, el no olvidar aprendizajes realizados.






martes, 9 de febrero de 2016

Crónica de Centroamérica

II Encuentro “Teatro y Memoria” en El Salvador

Alejandro Finzi


Entre el 14 y el 20 de enero de 2016 se desarrolló en San Salvador este Encuentro que, en palabras de la teatrista Jennifer Valiente, busca proponer a la sociedad salvadoreña, desde la práctica teatral, una instancia de reflexión sobre la historia y su relación con la escena de su país. En efecto, el primer Encuentro estuvo dedicado a la guerra que esta nación sufrió entre 1980 y 1992  entre las Fuerzas Armadas del Estado y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. El extenuante y luctuoso conflicto concluyó hace hoy veinticuatro años, cuando se firmó el Acuerdo de Paz de Chapultepec, dejando atrás una República devastada. Un país que, siendo unos de los más pequeños de América Latina, es uno de los más ricos por su exquisita tradición cultural y sus aportes artísticos contemporáneos que se traducen en nombres como los del pintor y escritor Salarrué; el más grande caricaturista latinoamericano del siglo XX, Toño Salazar; los poetas Claudia Lars y Roque Dalton.
Jennifer Valiente dedicó la primera edición del Encuentro, en 2015, a la relación entre el espacio bélico por el que transitó El Salvador en el siglo XX y la dramaturgia, proponiendo la lectura de obras de tres autores cuya producción germina en las tablas en años recientes. Este segundo Encuentro, apelando siempre a la Memoria y su visibilidad en el ejercicio teatral, fue dedicado a Consuelo Suncín, con el montaje de tres obras, un Conversatorio y la presentación del libro “Cicatrices de la memoria”.
Toda la programación del evento se desarrolló en el Teatro Municipal de Cámara “Roque Dalton” (de “cámara” no tiene nada, posee 270 butacas) que dirige la actriz y directora Rubidia Contreras, quien me hizo conocer del valor y significación del quehacer teatral durante el período bélico (muchos puntos de contacto surgen entre aquella experiencia y la que vivió nuestro país durante los años 1976-83).
El primer espectáculo fue una adaptación de “El Principito” llevada a escena por el grupo “Cuenterete Teatro”, con la dirección de Francisco Ramos, ilustre teatrista salvadoreño radicado en Santa Tecla y con una trayectoria escénica vinculada desde hace décadas con la pedagogía. Su montaje, que resultó ser hogar de diferentes técnicas escénicas, sobresale por su calidad visual y las eficaces soluciones plásticas que encuentra en la manipulación de muñecos y objetos.

El segundo espectáculo fue “Un volcán sobre los techos de París”, una co-producción de Ka-Théâtre y La Galera Teatro con texto y dirección de  Christine Matos. La obra, cuyo título recuerda la expresión con la que Germán Arciniegas se refería a Consuelo Suncín, relata la vida sentimental de quien fuera esposa de Saint-Exupéry, revelando las alternativas de ese universo íntimo, bien lejos del retrato que habitualmente se da a conocer del autor de “Tierra de hombres”. La obra es interpretada, con absoluta entrega, por Linnet Luján y por René Lovo, dos actores de destacada trayectoria en su país y el exterior.
(foto de Mauricio Sánchez)
El Conversatorio, que tuvo lugar el 14, día de la apertura, reunió a los artistas participantes, en un diálogo muy rico e infrecuente, por lo despojado y esclarecedor. Todos los presentes abordamos nuestras diferentes profesiones teatrales evocando los espacios de conflicto cotidiano que debemos afrontar. Jennifer Valiente contextualizó los términos de la conversación, reflexionando sobre el sentido y los alcances  de la Memoria en nuestras búsquedas estéticas. Su fecunda experiencia en el teatro comunitario junto al TIET se hizo aquí patente: los latinoamericanos tenemos un territorio común para nuestras prácticas. Lo sabemos, claro está, pero cuando una instancia de reflexión tan valiosa como la que se produjo en este Encuentro queda abierta, volvemos a interrogarnos sobre el sentido y alcance de nuestros oficios.


La ocasión de la presentación del libro, el 15 de enero, reunió a tres de los más importes dramaturgos nacionales en un diálogo donde cada uno revelo sus procedimientos, motivos y búsquedas escriturales. El volumen reúne “Las Voces del tiempo”, de Jorgelina Cerritos, “Butacas trémulas” de Santiago Nogales y “Ninpha o estudio entrecortado sobre lo que sueñan las cigarras”  de Jennifer Valiente. Los tres textos, de  sólida factura, están atravesados por la palabra poética, la calidad de los cruces compositivos y de indagación textual, lo que hace visible la  relevancia de la dramaturgia salvadoreña en el concierto de la teatralidad latinoamericana. El TIET, organizador de los dos Encuentros, con la edición de este libro, sin otro apoyo que su entusiasmo y convicción, abre el camino para que descubramos a tres estupendos autores.


El consuelo de la memoria
Luis Alvarenga

Encontrarnos con una mujer excepcional, libre, valiente, en los momentos previos a su muerte es algo que se logra en la pieza de Alejandro Finzi, El último viaje de Consuelo Suncín. La puesta en escena tuvo lugar en enero, en San Salvador, a cargo del Taller Inestable de Experimentación Teatral, TIET, dirigido por la dramaturga Jennifer Valiente.
Si no teníamos ni remota idea de quién era Consuelo Suncín, de su fuerza como mujer, de su vida como artista -que es más rica que su matrimonio con Saint-Exupéry-, la pieza de Alejandro Finzi no sólo nos da una idea, sino que nos mueve y conmueve como espectadores. El drama está planteado desde varias perspectivas que se conjugan: la de un escritor que está en plena labor de hacer una obra sobre la agonía de Suncín -que recurre a la técnica del distanciamiento para hacernos consciencia de que está escribiendo el texto en ese instante y que interpela a la propia directora del elenco teatral para hacerle indicaciones sobre la puesta en escena- ; la de la propia autora, que está prisionera en el sanatorio, presa de una enfermedad pulmonar que está minando su vida y la de las dos enfermeras que la atienden, que la ven como una paciente problemática, de procedencia incierta y de ocupaciones raras.
Consuelo Suncín emprende su último viaje desde la inminencia de la muerte, lugar desde el cual puede ver las cumbres y los abismos de su vida. El consuelo de la memoria ante la inminente desaparición del todo, que se hace más nítida a medida que la nada avanza, pero que al final, como ocurre con Consuelo, ofrece un vuelo liberador.




                                                               
                                                              

jueves, 19 de noviembre de 2015

Seminario Iberoamericano de Dramaturgia Creativa

Bajo la coordinación general de Mauricio Kartún, tuvo lugar el Seminario Iberoamericano de Dramaturgia Creativa, que se dictó en tres intensas jornadas en el Centro Cultural Kirchner, entre el 30 de octubre y el 1 de noviembre pasado. Al encuentro asistió un total de 500 participantes. De a poco, iremos compartiendo parte de lo registrado en cada una de las clases.

La primera conferencia –clase fue la del uruguayo Gabriel Calderón.  Como bien anticipaba el título de su charla "Escribir leyendo - Lo que aprendí de la dramaturgia leyendo teatro", este talentoso autor y director repasó diversas lecturas que resultaron fundacionales para crear. “Sabía de teatro, de actuación, pero no sobre escritura. Gané premios con mis textos pero siempre creía que había un malentendido… siempre tuve desconfianza en la escritura y la vi como una plataforma que corrigen los actores. Los errores y el conocimiento de ellos, son importantes”, comenzó.
De su recorrido como lector se fueron desprendiendo sus propios aprendizajes, conclusiones o metodologías a la hora de escribir. Mencionó desde El zapallo que se hizo cosmos, de Macedonio Fernández, el aporte del brasileño Nelson Rodríguez o del francés Bernard-Marie Koltés. De este último leyó un fragmento de La vuelta al desierto, para ejemplificar el agotamiento de un concepto, acaso también como posible método que despunte una escritura.
Más adelante Calderón parafraseó a Thomas Bernard, cuando propuso llevar todo el asco a la obra y no, la mitad.
Asimismo, propuso empezar a entrenarse en el espectador de hoy, en un espectador interrumpido. La novela luminosa de Levrero, fue otro de los textos citados como una de sus lecturas reveladoras al igual que Harold Pinter o Luiggi Pirandello, autores que “le asignan poder a la palabra pero poder para la acción. Los personajes de Pinter, por caso, dicen, piensan y hacen no necesariamente en relación entre sí. Por ejemplo, un personaje dice “qué sed” pero hay un vaso de agua y no toma”.
Para cerrar, eligió un texto de su coterráneo Felisberto Hernández, en el que el autor cuenta la génesis de sus cuentos. “…A pesar de la vigilancia constante y rigurosa de la conciencia, ésta también me es desconocida. En un momento dado pienso que en un rincón de mí nacerá una planta. La empiezo a acechar creyendo que en ese rincón se ha producido algo raro, pero que podría tener porvenir artístico. Sería feliz si esta idea no fracasara del todo. Sin embargo, debo esperar un tiempo ignorado: no sé cómo hacer germinar la planta, ni cómo favorecer, ni cuidar su crecimiento; sólo presiento o deseo que tenga hojas de poesía; o algo que se transforme en poesía si la miran ciertos ojos. Debo cuidar que no ocupe mucho espacio, que no pretenda ser bella o intensa, sino que sea la planta que ella misma esté destinada a ser, y ayudarla a que lo sea. Al mismo tiempo ella crecerá de acuerdo a un contemplador al que no hará mucho caso si él quiere sugerirle demasiadas intenciones o grandezas. Si es una planta dueña de sí misma tendrá una poesía natural, desconocida por ella misma”…

miércoles, 9 de septiembre de 2015

"El hijo de Agar" se estrenó en Rosario

Reseña

Guillermo Meresman
José González Castillo (1885-1937) fue uno de los más grandes autores teatrales argentinos de comienzos del pasado siglo. Rosarino, el autor de Los invertidos, dejó su impronta en el teatro nacional, inoculándole polémicas y temas tabúes, y su irreverencia, desde hace pocos años, es motivo de algunos estudios académicos y de recuperaciones como la que ahora propone Rosario Imagina, el grupo fundado por Rody Bertol, de características particulares en el teatro de la región.
El drama fue motivo de lucimiento de una joven Camila Quiroga en 1915, y a pesar de los cien años transcurridos de su primer estreno, El hijo de Agar aún conserva vigencia merced a las operatorias de los directores y a la intensidad que logra el joven elenco a su cargo, en el Teatro La Manzana. Los temas del aborto y el infanticidio, las responsabilidades de los distintos personajes y la interrogación a los estamentos religiosos y políticos, son los ejes por los que la nueva versión de Bertol- Natalia Pautasso, avanza en una consideración actual y descarnada.



Los actores, desde un comienzo, justifican su interés en estas problemáticas, explicitando lo candente del cuestionamiento social realizado por el dramaturgo y el derecho a tomar la pieza (y redescubrirla) como a uno de nuestros clásicos.
Un reparto integrado por Soledad Murguia (Agar), Juan Nemiróvsky (Dr. Benítez), Natalia Trejo (Margarita), Sebastián Martínez y Car Rosso (Picapleitos), Sofía Dibidino (Sara), Julieta Sciasci (Anahi) y la entrerriana María Eugenia Ledesma (Padre Alberto), con buenas composiciones, logra involucrarse y comprometer las opiniones y emociones del público, dando otra vuelta de tuerca a aspectos de género y luciéndose en varios momentos de un abordaje no realista. Tanto sus actuaciones como la interesante plástica escénica a cargo de Eduardo Cortissa, la iluminación y el sonido, componen un gran equipo que asumió el desafío desde la investigación, y desde una suerte de ética profesional.
Ahora, en el natural ablande que significa la etapa posterior a un estreno de estas características, seguramente actores y directores afinarán su obra necesaria, en la que puede observarse ya, honestidad artística e inteligencia creativa. Dos valores que la platea agradece tanto.
La obra se puede ver todos los sábados de septiembre a las 22 en San Juan 1950, Rosario.


lunes, 27 de julio de 2015

El teatro envolvió como un viento

Del 14 al 19 de julio pasado volvió a desarrollarse una nueva edición, la onceava, del Festival de Teatro de Rafaela. Un encuentro recargado de propuestas, que conservó su derrame sobre otras localidades de la región, y que como cada año es una fiesta de las artes escénicas en la que participan miles de espectadores y cientos de artistas y colaboradores de un gran equipo anfitrión.

Durante seis días, esta localidad del oeste santafesino, luce distinta, movilizada, ávida. Durante seis días, la Municipalidad de Rafaela, regala un evento repleto de emociones, obras y talentos, en distintos escenarios y para todos los gustos.
Desde la apertura de cada Festival, se altera la norma del microcentro y con ella, la vida cotidiana. Esta vez, cientos de ciudadanos acompañaron el desfile de la Fanfarria Da Vinci de Córdoba y siguieron al gigante dragón de globos rosados, negros y blancos, creación de Víctor Tomate Ávalos, hasta su ingreso al Cine Teatro Belgrano. Allí fue la inauguración oficial, donde se lo escuchó al secretario de Cultura, Marcelo Allasino, explicar este fenómeno que ocurre en la ciudad: “Hay quienes se resisten al cambio y hay quienes lo abrazan. Este festival es una muestra contundente de ese cambio que estamos viviendo como comunidad. Es un ejemplo de transformación”, expresó.
Luego habló el intendente, Luis Castellano, quien sorprendido por la cantidad de personas que había en la sala, -más las 80 que no pudieron entrar porque estaba más que repleto-, señaló: “La cultura es un derecho, y todos tenemos derecho a la cultura, de la misma manera que todos tenemos derecho a la educación o a la salud. Y el Festival de Teatro va camino a igualar ese derecho. Ahí está el éxito que tiene”.
Tras los discursos, comenzó La Pipetuá a desandar sus 13 años (la edad del pavo), con el clown, el circo, la música, curiosos efectos lumínicos y mucho humor. La antología del reconocido grupo de Buenos Aires, atrapó a una platea colmada que rió con cada ocurrencia o peripecias de Sebastián Amor, Fefo Selles, Diego Lejtman o Maxi Miranda, la generación de burbujas enormes o la permanente interacción que entablaron con el público en distintos momentos del espectáculo. Se los despidió de pie y lo mismo pasó con las otras dos obras programadas en el primer día, en el Teatro Lasserre y en La Máscara, con Muñeca…, de Armando Discépolo en versión libre de Pompeyo Audivert y Doberman, de Azul Lombardía, ambas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
En el caso del trabajo de Audivert-Andrés Mangone, la puesta en escena pareció verse enriquecida en un espacio tradicional en la primera salida de la sala del Centro Cultural de la Cooperación, y potenció la interpretación de un sólido elenco conformado por Ivana Zacharski, Diego Vegezzi, Fernando Khabié, Pablo Díaz, Gustavo Durán, Carlos Correa, Mosquito Sancineto y el propio director y protagonista, con la composición de un Anselmo para la memoria.
En Doberman, -que conoció el año pasado una versión gualeguaychense- Mónica Raiola y Maruja Bustamante encarnan a dos mujeres casadas, reconocibles en su singularidad. Las dos talentosas, en los contrapuntos rítmicos que proponen sus personajes, causan mucha gracia y a la vez, permiten atisbar el devenir de una historia acaso tragicómica.

Osados
El festival tuvo varios escenarios. Este año, volvió a lucirse una carpa de circo en la que 75 watts de La Metereológica del Circo Da Vinci, por caso, entretuvo a las familias con la misma magia de siempre.
En la Sociedad Italiana, en tanto, Jorge Villegas de la compañía Zeppelín Teatro presentó Argentina Hurra!, una propuesta de teatro político que continúa haciendo foco en la violencia de la década del ’70, una mirada crítica y mordaz al peronismo y los coletazos de su impronta y personajes que rodeaban a Perón. Un espectáculo pleno de ideas y gracia que entendemos consolida su particular poética, y que lleva al grupo cordobés a un lugar de atención nacional por su original proyecto creador.
(fotos de Gustavo Conti)
En las primeras jornadas se vieron también obras de Mendoza y Rosario y esta vez, la invitada internacional fue De-vir (Brasil) que se destacó junto con La Wagner, de Pablo Rottenberg, entre las altas ofertas de la danza contemporánea incluidas en una intensa programación. La danza proveniente de Brasil exhibió cuerpos elásticos que parecían idear figuras animales o monstruos, mostró imágenes que sumergían al espectador en un raro mundo silencioso y fantástico. 

En cambio las mujeres de La Wagner, desnudaron una técnica impecable, crearon con sus trabajados cuerpos, una atmósfera de osadía mayúscula, de violencia impronunciable, impensada, a partir de escenas difíciles de digerir, imágenes que sólo compartiéndolas con otros, abren más y más significados y ayudan a procesarlas porque sin dudas, punzan y 
muestran descarnadamente lo que no siempre queremos ver.
Nuevas miradas
La calidad de los trabajos presentados en esta edición, volvió a sorprender. Sólo por citar unos casos, destacamos a Boyscout, de Dennis Smith. La voz de este artista, la singular música en escena, la historia y cómo se la cuenta, constituyen un entramado visual y sonoro que mueve todas las estanterías: denuncia los rótulos -“agujeros en la cabeza”, dirá el actor en su relato- que imponen las familias y tantos nefastos actores del sistema educativo.
Historias como éstas y las que dejaron picando Argentina Hurra! o Un trabajo, de Lisandro Rodríguez y Elisa Carricajo, recién estrenada en Buenos Aires, propician movimientos internos, estelas de ideas y pensamientos que no se pueden medir ni transferir, pero nos acompañan y enseñan. Un trabajo pone en escena, de original modo, nuevas rutinas laborales y nuevas relaciones de poder y mediaciones, nuevos deseos, preguntas y respuestas, un contemporáneo estado de “confusión generalizado” en el que no se sabe qué está bien o mal, como dirá Rodríguez en la mesa de devoluciones, junto a críticos y periodistas.
También se vio Representación nocturna del marqués de Segrebondi (Rosario), una obra que se anima a meterse con el oscuro universo de Osvaldo Lamborghini y su cuento “El niño proletario”. 
Matías Martínez, Martín Fumiato y Matías Tamburri, encaran la pieza con una mirada crítica y una estética cuidada que se torna poética: se dice lo más crudo pero el espectador no lo ve. Las palabras en boca de estos buenos actores, bastan para denunciar e incomodar a tantos burgueses sueltos por ahí y en estos tiempos, se agradece.
Ingue, con la versátil actuación de Yanina Frankel, bajo dirección de Darío Levin, llegó a todos los espectadores. La clown subió y bajó del escenario para jugar con los presentes, improvisó un falso alemán ante la presencia de un perro que había ingresado a la vecinal Guillermo Lehmann y, -aunque el espectáculo cuenta la frustrada y triste búsqueda de su familia, en plena guerra- la actriz logra conquistar al público con un sinnúmero de recursos y gestos, hace reír como pocos y consigue restituir lazos vitales y emprender una vida nueva.
En Un gesto común de Santiago Loza, se lucieron Iride Mockert, Diego Benedetto y José Escobar. En particular, este último, conmovió con la creación de un personaje que con poco parlamento, transmitió su soledad y su amor.

En el último día, se asistió a Piedra sentada, pata corrida, escrita y dirigida por el joven Ignacio Bartolone. Esta pieza, a través de las vivencias de un grupo de indios de la tribu Lechiguanga, recrea un singular vínculo con el conquistador blanco, da vuelta las crónicas e imaginarios de la época y agrega nuevos sentidos. Aquí actores, también jóvenes y muy buenos, revisan la Conquista –tema poco representado según señalan especialistas-, con un humor que cuestiona y actualiza la figura del personaje blanco –y también de los aborígenes y del ser superior…- que de pronto será la cautiva, prenda para negociar cambios que se avecinan. El poder en manos de la mujer, la relación con lo divino y los sueños, los diversos modos de vivir la sexualidad en medio de la nada, son otras de las líneas que se leen no sin gracia, en esta obra.

La maratón de obras que ocurrió cada día, nos impidió llegar a tiempo y ver Un lazo rojo de elenco rafaelino pero sí pudimos disfrutar de Las arcanas con las reconocidas actrices Silvit Yori, María Cecilia Tonon, Mayra Armando y Marilú de la Riva.
La patria patrioootera, llegada de Córdoba, fue un derroche de ingenio, sea por la puesta que incluye la preparación de un guiso en vivo que luego se degusta a rabiar; la sarta de piropos que uno de los personajes inventa y le larga a una despampanante y fresca Ayelén que atina a frenarlo con un “ay Chiiiiche!”; el relato acerca de la argentinidad y lo propiamente cordobés que hilvanan mediante personajes bien caracterizados.
Fauna gótica, con 18 actores en escena, dirigidos por Matías Feldman y un público siempre de pie, conducido por los actores, fue otra de las piezas que abonó a la metáfora, puso a jugar otra estética y modo de hacer teatro que aquí se entremezcló con los espectadores, los involucró.
Esta edición quedará sin dudas en el recuerdo de muchos. Hubo riesgo e intensidad a montones. Hubo ganas de dejarse llevar y cautivar. Hubo público de sobra aquí pero también en Suardi, Pilar, Ataliva o un poblado como Clucellas, de no más de 915 almas. Si bien algunas mezquindades políticas hicieron caer algunas subsedes, quitándole la posibilidad de disfrute a muchos, desde la Municipalidad anfitriona, seguirán dando batalla. Intuyen que este Festival ya no puede parar y tiene un solo dueño, la gente.

Para destacar.
Niños y grandes envueltos

El lema de este año fue “El festival te envuelve” y así resultó. Más de 18.000 espectadores se dejaron abrazar. Una mujer sentada en la primera fila, a la espera de que empiece la función de Soñar no cuesta nada (Buenos Aires), en una vecinal, contó que su hijo había tenido que hacer una larga cola, el primer día de boletería, para sacar entradas y que en esa primera jornada ya se habían agotado varias. Después el dato lo confirmaron los organizadores y lo reprodujo la prensa, pero la mujer no lo podía creer.
Los más pequeños, boquiabiertos ante las destrezas, acrobacias y juegos que propusieron los distintos artistas en la Carpa de Circo o en lugares como el anfiteatro del Parque de los Eucaliptos, rebasado como nunca, en donde se vio la obra RosaRrosita (Buenos Aires), fueron grandes privilegiados. Fueron invitados a jugar por los Dislocados Minimi y Rockecycle (Buenos Aires); en la obra 75 watts (Córdoba) o en Aloloco que se hizo en la plaza 25 de Mayo, entre otras propuestas.

domingo, 19 de julio de 2015

Imágenes de un Festival que te abraza

Apertura del 11º Festival de Teatro de Rafaela con la Fanfarria Da Vinci.

(fotos de Mónica Borgogno y Guillermo Meresman)

Con "La Pipetuá 13 años (la edad del pavo)" de Buenos Aires, arrancó a todo humor, el Festival en el Cine Teatro Belgrano. Gran despliegue escenográfico y lumínico y actores que hicieron participar al público, incluso al intendente y su esposa, sentados en primera fila.








En la Carpa de Circo se vio "75 watts", proveniente de Córdoba. Excelentes músicos, comediantes, acróbatas que también supieron jugar y hacer participar a la platea infantil.




Todos los días, en una de las salas del Complejo cultural del Viejo Mercado, periodistas, espectadores y artistas se encontraron para debatir o compartir experiencias de uno y otro lado del escenario.

En la vecinal de barrio Villa del Parque se presentó "Soñar no cuesta nada" (Buenos Aires) que divirtió a grandes y chicos y con canciones en distintos idiomas, cautivó a unos y otros.

"RosaRrosita" (Buenos Aires), hizo su función en un desbordado anfiteatro Parque de los Eucaliptus.










Minimí y Roquecycle fueron los personajes "Dislocados" (Buenos Aires) se presentaron en la Carpa. Hicieron riesgosas pruebas y malabares y jugaron con los niños.



Una divertida y tierna "Ingue" (Buenos Aires), conquistó a quienes la vieron actuar en la vecinal del barrio Guillermo Lehmann.
Yanina Frankel es la actriz que encarna a este personaje situado al final de la 2da Guerra Mundial, que en clave humorística, busca a sus familiares y construye una nueva vida y relaciones. "Ingue" hizo funciones en distintas vecinales y también en la subsede de Suardi.

lunes, 13 de julio de 2015

Otro Spregelburd en Paraná

Reseña.
Guillermo Meresman/Mónica Borgogno

Se estrenó en junio en la pequeña sala Metamorfosis/Callejón de los sueños de Av. Alameda de la Federación, Remanente de invierno de Rafael Spregelburd, con dirección de Jesús Fercher, actor de varias obras ofrecidas durante la última década y docente a cargo de distintos talleres en Paraná.
El texto escogido es la conocida pieza estrenada en Buenos Aires a mediados de los años ’90 por el descollante autor porteño conocido del público local merced a los estrenos de Destino de dos cosas o de tres o La tiniebla, encarados por Lito Senkman y Oscar Lesa-, también por su abundante dramaturgia édita y por sus premiados trabajos como actor (de teatro, cine y televisión), director y protagonista del teatro argentino desde hace veinte años. En continuo movimiento, el texto pertenece a un período inicial de este artista, que ha ido complejizando sus propuestas pero que ya desde entonces, precozmente, supo recibir los mayores halagos del campo cultural.

Las reflexiones que le dedica Patricia Zangaro al texto abordado, son demostrativas tanto de su atractivo como de las dificultades a las que se asoman los grupos del país que deseen enfrentarse a su personal poética: “Aunque puede ubicarse la textualidad de Spregelburd en relación al ‘significante imperial’ de la tradición dramatúrgica de Occidente en términos de diálogo, personajes y acción, parece escribirse desde un deslizamiento de ese sistema hacia un territorio que tiene que ver con la estructura misma del lenguaje y sus mecanismos de construcción y deconstrucción de la noción de sujeto, del montaje y desmontaje de los procesos de enunciación y la disolución del principio de verdad (…) En esta ecuación se sostiene la profunda renovación estética que propone el teatro de Spregelburd, que no necesita de complejas caracterizaciones psicológicas, ni de elaboradas escenas en las que esos caracteres entren en conflicto, ni mucho menos de grandes frases para dar cuenta, por ejemplo, como en Remanente de invierno, de la absoluta incomunicación que rige los vínculos familiares: le bastará mostrar a Silvita usando de manera arbitraria las preposiciones, ante la impotencia de sus padres, para poner en acto esa incomunicación justamente a través de aquello que usamos para comunicarnos. Y todo ello por medio de juegos verbales, pródigos en humor y eficacia teatral, que proporcionan el goce del mismo modo que la puesta en crisis de ciertas "verdades" adquiridas. Este ‘deslizamiento epistemológico’ desde donde parece escribirse el teatro de Spregelburd resulta fundante a la hora de preguntarse sobre los procesos de construcción del receptor ideal que esta textualidad promueve”.
En este sentido, Fercher opta por una puesta en escena tradicional ortodoxa, que respeta esa dramaturgia de autor, aunque creemos, se permite pocas licencias significativas a la hora de la definición de los personajes que tal vez podrían enriquecer la puesta y potenciar el humor irónico que propone el texto. No obstante, en esta conducción es bien acompañado por el trabajo de Andrea Fontelles (vestuario y escenografía), Leandro Osorio (diseño y operación de luces) y Gustavo Caprile (música original y sonidos), y por un elenco heterogéneo, constituido por actores con amplias experiencias y otros noveles locales. Guillermo Vesco, Andrea Militello, Sandra Cortes, Alberto Lescano, Roberto Fadil, Bravo Franco, Cecilia Yeregui y Mabel Maggioni conforman un elenco con entrega, con algunos resultados desparejos pero en pleno crecimiento.
Ciertas dificultades en materia de ritmo y la complejidad del mismo material literario hacen que el espectáculo se desluzca en algunos pasajes. Sin embargo, el público mayoritariamente agradece la osadía del grupo y la elección de un rico material dramatúrgico, que en unos momentos más que en otros, adquiere vuelo, fuerza y belleza, o al menos humor, inteligencia y dolor, en la desafiante representación de nuestra contemporaneidad.
Lo absurdo de las familias y los fetichismos encarnados en muñecos y muñecas pero también en el aparato de televisión que se consume a diario y que consume pasiones, son apenas parte de la historia-no historia que se pretende contar. La convivencia con técnicos encargados del “funcionamiento” del hogar, se aparece como una escena futurista al igual que la avanzada y protagonismo de los electrodomésticos que aparecen en escena bajo luces de neón, unos, iluminándose o apagándose, otros.
El absurdo y parodia de noticieros que propone el texto, acá con una coloratura local, le imprime un sello aún más dislocado y habla de una investigación sonora y visual que hace repensar algo tan básico y complejo a la vez como lo es la comunicación, cotidiana, familiar, massmediática.

domingo, 28 de junio de 2015

Anticipo

Del amor al humor en territorio cordobés

Del 3 al 7 de junio se desarrolló la IX edición del Festival Pensar con Humor, celebración que desde hace casi una década erige a la risa en protagonista de este importante encuentro cultural organizado por Agencia Córdoba Cultura. Motivo de orgullo de los cordobeses, este año el slogan escogido fue el de Cambio de humor, con una programación muy variada que se derramó en más de diez localidades de la provincia anfitriona y más de cincuenta espacios bien diversos.

Guillermo Meresman/ Mónica Borgogno

“El humor me subyuga”, confesó Raúl Sansica, motor principal de este Festival de características únicas en el país y que en esta última edición, supo subyugar a los casi 30.000 espectadores que disfrutaron cada una de las propuestas.
Con creces, este 2015 el Festival también pareció volver a dejar satisfechos a los organizadores, la prensa y los artistas que subieron a algunos de los 50 diferentes escenarios.
A lo largo de la década, el Pensar con Humor fue asumiendo riesgos y desafíos, y así agrandándose “como galleta en el agua”. Hoy es reconocido como un Festival único de la Argentina –al igual que el bienal Festival de Teatro del Mercosur-, por la variedad y jerarquía de su oferta escénica, la calidez del público y un entrañable y amoroso 
equipo de organizadores, la deslumbrante belleza de históricos teatros o espacios bien recuperados.
Fueron cinco días intensos, de shows, espectáculos, presentaciones de libros, muestras, chistes, parodias e ironías varias, que más de 200 artistas -en su mayoría cordobeses aunque la grilla incluyó además humoristas de Mendoza y Buenos Aires-, prodigaron desde todos los ángulos.

Consagrados y emergentes

Esta gran reunión en la “cuna del humor argentino”, fue no casualmente publicitado con figuras que mostraban la evolución del Hombre, hecho a la manera de Jericles y que remataba en un hombrecito que se destornillaba de la risa.
En el primer día, desde balcones y terrazas aledañas al Mercado Norte, donde actuó un picante Negro Álvarez, la gente se pareció a ese hombrecito dibujado que reía. El Negro  congregó a cientos de paseantes y hasta trabajadores del lugar que se permitieron una pausa. “¿Qué haces vos?”, le preguntó a un ocasional espectador devenido participante de su show y cuando le contestó que estaba trabajando, ahí nomás vino el retruque: “Ah, ¡yo también quiero trabajar como vos!”. Sus cuentos y humoradas hicieron las delicias de sus fans que lo demoraron varios minutos con la solicitud de fotos y autógrafos.
En esa primera jornada otros humoristas cordobeses oficiaron de presentadores del Festival y en paralelo, humoristas gráficos como Chumbi regalaron caricaturas y personajes propios a niños y adultos, que dibujaron en un santiamén.
Por la noche de la primera jornada, en la sala Carlos Giménez del Teatro Real, se realizó el homenaje al destacado autor y director cordobés Miguel Iriarte, que con sus 79 años, subió conmovido al escenario a recibir una plaqueta y fue ovacionado por una platea colmada de comprovincianos. Pero acaso el mayor tributo al popular teatrista, llegó de la mano de una inspirada Comedia Cordobesa, que con la dirección de David Picotto, reestrenó su comedia Eran cinco hermanos y ella no era muy santa.
Un excelente reparto integrado por Silvia Pastorino, Cecilia Roman Ros, Pablo Tolosa, Gabriela Grosso, Gabriel Coba, Giovanni Quiroga, Patricia Rojo, Carolina Godoy, Gonzalo Tolosa y Oscar Mercado, transformó el planteo original de Iriarte, perteneciente a los modos costumbristas del teatro argentino, en una rejuvenecida versión libre cuartetera, que a ritmo de opereta o vodevil, deleitó con su atrevimiento hasta al mismo creador del texto original. Coloratura de personajes humildes y situaciones ágilmente esbozadas o resueltas, combinados con una singular exploración expresiva y musical, esta última cargo de Elvio Arcando, dieron lugar a una puesta genuina y con claro y acertado acento mediterráneo, que periodistas nacionales y público general agradecieron de pie.

Natural
Hay que ir y palpar cómo el humor está instalado, naturalizado y circula en todo momento, formas y variantes, fluye por calles, bares y comercios, museos y plazas del “corazón del país”. El humor está en la boca de todos, y si se perdona la frase, se erige dueño y señor de las almas. “Cambios de humor, fue el slogan de este año. Estamos viviendo momentos de tensiones, siempre cuando vienen las elecciones se genera mucha tensión y si este festival nace a partir de esta cosa identitaria que es el humor, nos propusimos ver qué pasa con estos cambios de humor. Bajo ese concepto armamos la programación. Humor al paso, es un espacio en el que la gente pasa y cuenta un chiste y uno puede ver que ahí salta la violencia de género, la política, el costumbrismo, lo popular, el humor fino”, puntualizó Sansica. En efecto, la idea de esta fiesta, allá por 2007, nace “para incluir a los humoristas consagrados de Córdoba y este patrimonio intangible que tenemos. No había un festival de humor, por eso se definió como Pensar con Humor y explotó la propuesta que se hace en esta fecha en que merma la actividad de los humoristas. Este Festival surgió para mostrarnos tal cual somos”, añadió.
La puesta en tensión de los públicos así como la búsqueda de nuevos espectadores, es la gran apuesta, siempre, según señala el director del Teatro Real. En ese sentido, una de las mayores apuestas estuvo en programar el conmovedor unipersonal francés Oú on va papá?, interpretado por Xavier Carrar de la Compañía Théàtre des Hommes. Basada en la obra de Jean Louis Fournier, adaptada por el joven actor, el espectáculo se mete con un tema nada sencillo de tratar, como lo es el de la discapacidad, los miedos de la paternidad, los propios hijos y los de los otros, las expectativas sobre los niños. Se trata aquí pues de otro tipo de humor, que divirtió y emocionó tanto como hizo pensar, como el mismo nombre del Festival enuncia. Pues es una pieza que primero habla de la discapacidad como desgracia, en tono de burla, pero luego, cuestiona descarnadamente tal premisa y así conmueve. Esta bella obra también fue disfrutada en Laguna Larga y Bahía Blanca, en esta primera gira por Sudamérica.

Y entonces?

No faltó el característico calor del público festivalero de la Docta. Se apreciaron largos aplausos tras el espectáculo de Marcelo Mazzarello y su Mazzarello no chilla así como en la función de la querida Doña Jovita y sus nietos músicos en el preservado edificio en el que funciona el Studio Theatre, una de las salas más antiguas de la ciudad en actividad. Ante la original entrada de este típico personaje serrano por el pasillo central de la platea, la gente no dejó de sacarse fotos o contestarle las ocurrencias.
Algo similar ocurrió en el Parque de las Tejas donde se vio Mundo amado, acuérdate de Agustín Lara, bajo idea y dirección general de Alejandro Viola, de esta compañía porteña con 25 años de trayectoria. En este trabajo, dedicado al creador romántico latinoamericano, las mujeres bailaron y cantaron con un exótico presentador y los varones presentes confesaron sus actos más románticos. “¿Ves todos estos árboles que están acá? Los planté yo en homenaje a ella, mi chica”, improvisó no sin gracia, uno del público ante la pregunta del curioso animador.
Ariel Tarico en tanto, aportó la necesaria cuota de humor político con su nuevo show Y ahora? que colmó el Teatro Real. “¿Qué pasó, Cristina? Te llenamos la sala otra vez”, desafió de arranque. Con gran despliegue escenográfico y valiéndose de su capacidad para imitar y caricaturizar, el actor santafesino con la apoyatura de David Rottemberg, le puso mucho humor a tantas contradicciones, alianzas, pseudo programas políticos, discusiones o falta de ellas, en un año signado por las elecciones, ya sea parodiando a la Presidenta, al Papa, a Guillermo Coppola, a Santiago del Moro o a  Nelson K, o bien a un taxista porteño facho, entre otros personajes. Tarico aprovechó y advirtió con complicidad de los presentes: “Ojo, que De la Rúa… Cavallo… salieron de acá, eh (risas) …No sé de qué se ríen”.

Locales

El stand up y el humor regional, con su impronta mediterránea, llegaron a esta cita con diversas y originales propuestas. Entre ellas estuvo la “Caminata Negra”, un recorrido junto a la investigadora y docente Stella Navarro Cima, que repasó historias de fantasmas en teatros de la ciudad, arquitectos esotéricos y anécdotas de, por ejemplo, don Remigio de los Santos que en el siglo XVII gustaba apostar fuerte como la vez que entró desnudo al convento de las Carmelitas Descalzas que se encuentra en la denominada Manzana Jesuítica, o bien, cuando inventó su muerte y despertó en medio del velorio. El paseo incluyó la visita al archivo de la biblioteca de la Universidad Nacional de Córdoba, donde se vieron ejemplares del pionero diario local La carcajada (1871-1905), El Eco de Córdoba (1860) y otras publicaciones del estilo que llegaban desde Buenos Aires.
En la capilla del Paseo del Buen Pastor, se lució Patricia de los Ríos, una joven maestra que el año pasado ganó uno de los concursos que se organizan para estimular la creación local. Fue un monólogo muy divertido, con ritmo y aplausos espontáneos. “A los maestros no nos queda otra que el humor”, arrancó y más adelante se despachó con la “bipolaridad” de los docentes, su relación con las nuevas tecnologías y redes sociales. También habló de la conformidad que tiene con su propio cuerpo o cabello “poroso”…“Nunca falta la que te dice “Patri te queda lindo pero por qué no te hacés un alisado definitivo”.
Con Las Pérez Correa, el humor del dúo Julieta Daga y Laura Ortiz, las conocidas payasas se presentaron ahora como candidatas a Presidentas “pero juntas”, “porque -como aclararon una y otra vez- dos cabezas piensan más que una, y cuatro ojos ven más que dos”. Así, exhibieron sus delirantes propuestas electorales, decididas a conquistar distintos votos.
Buena machos! y Mi vida con Robert, también tuvieron un lugar destacado en la programación de este año. La primera, desandó con muy buenas actuaciones –Gonzalo Dreizik, Hernán Sevilla, Alejandro Orlando y Marcelo Massa-, exagerados modos de ser varón que generaban una risa de identidad y también distanciamiento hacia las violencias que genera el “educar al macho” en una escena cotidiana o en el entretiempo de un partido de fútbol. En tanto, la segunda, cerró el Festival. Esta pieza, protagonizada por Alejandro Orlando, recreó la supuesta biografía de un actor cordobés que había “triunfado” y cosechado grandes amigos en Broadway. Amigos famosos, que en fotos muy bien seleccionadas y proyectadas en pantalla grande, iban contestando o completando su falso modesto relato. La propuesta, rindió tributo a buenos actores y fue más que propicia puesto que hacia el final la intervención de personajes, humoristas y autoridades de la ciudad, partícipes de la fiesta, refuerzan la veracidad de una graciosa mentira.

Una suerte de síntesis de este pensamiento humorístico-creativo cordobés es la enorme obra de uno de los más grandes escritores argentinos del siglo XX: don Juan Filloy. El autor de tantos textos en los que campean la ironía y la humorada, una suerte de aristócrata erudito mezcla con gaucho deslenguado, que llevó la experimentación hasta las zonas más sublimes de una literatura nacional excepcional, el autor de tres siglos que, como se dijo, “inmortalizó la siesta cordobesa en el 2000” y que es post mortem el recordman de la palindromía universal, debería algún día también tener su homenaje en este querido Festival Pensar con Humor.