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lunes, 25 de septiembre de 2023

Por las pasiones y tropiezos de dos clown

M. B y G. M.

Podría decirse que Paula Righelato y Ezequiel Caridad, de la Compañía Teastral (Paraná), adoptaron hace ya tiempo, el lenguaje del clown, con la creación de dos personajes entrañables como Manso y Patota. A “Dos payasos intentando ponerse de acuerdo”, bajo dirección de Raúl Bruschini, le siguió Picnic en suite, que desarrollaron en pandemia, y luego Suite criolla.

Ahora, con "Vidayvuelta", así, todo junto, se cuenta toda la vida y más allá también, de Manso y Patota, que también es el transcurrir de cualquier mortal. De ahí lo conmovedor de este último trabajo en el que chicos y grandes pueden sentirse identificados, reír o llorar. “Yo lloré”, confesó una nena al término de la función en Casa Boulevard.

Con una banda sonora muy pregnante producida por Julián Dal Colletto, predominantemente musical, se llena vacíos, se completa escenas, se abren significados, se conduce a determinados climas o se recrean diversas acciones. A diferencia de anteriores obras, tal como señalan sus protagonistas, acá la palabra es mínima, es síntesis. Pues las acciones, más los gestos exagerados de todo clown, y sus torpezas, hacen el resto, cuentan una historia pequeña y universal.


Vidayvuelta, un conmovedor recorrido
por la fugacidad de unas vidas
  Es el paso del tiempo en estos dos   personajes que andan juntos desde toda la   vida, como tantos otros dos que andan   también, y que un día se encuentran y se   proyectan juntos, se van de viaje, se buscan   la vida, se rozan, multiplican, envejecen   juntos y vuelven a viajar. Son   metafóricamente, maestros del equilibrio con   unos hijos o hijas o en plena vejez, crecidos,   con fisuras en su memoria compartida pero   un amor que les devuelve algunos recuerdos   esenciales.

Este trabajo, corolario de anteriores, parece emerger como la consumación de lo que expresa Cristina Moreira, cuando define al clown. “Hay un inconformismo bastante recurrente en la vida del artista tal vez debido al anhelo de encontrar siempre una mejor resolución de su expresión, la búsqueda de mayor reconocimiento, etc. (…)” y en esa búsqueda, los artistas comparten con el público sus hallazgos, sus frustraciones, sus elecciones, sus dudas, en un “rito purificador o sanador”.

Jugar

El juego y complicidad con los espectadores está presente como un guiño, con respeto y ternura. Y la angustia propia de los actores y actrices, disfrazada en la escena divertida y profunda a la vez, también se hace presente y es devuelta al espectador, que se va de la función con un nudo en la garganta, emocionado.

Al rojo de las narices de los personajes y sus coloridos trajes, se le oponen los tonos pasteles de la escenografía y la sutileza de los objetos pintados en las telas, como una rueda que rueda como la vida misma, un sol que alumbra y entibia, un pájaro que ayuda a escapar, volar o sobrevolar lo cotidiano.

Según señaló Righelato, la elección por el clown viene de cuando se constituyeron como Compañía Teastral, allá por 2007 y desde entonces se fueron formando en esa línea, con cuanto referente pudieron. Tomaron cursos y clases con Jorge Costa, Julia Muzio, Walter Velázquez, Julieta Daga, Alberto Drago, Mauro González y Raúl Bruschini. A este último maestro, fallecido hace poco, dedican especialmente las funciones. De la mano de cada uno de ellos fueron pergeñando diferentes espectáculos desde esta poética. “Es una forma de contar que nos permite contactar con el público de una manera que consideramos tal vez más humana o más sensible. Conectamos sí o sí a través de la mirada, un vaivén de acción y reacción en el que nosotros proponemos y cada espectador nos devuelve lo suyo”, confió la actriz.

En esta ocasión en particular, se evidencia y distingue una producción y un equipo importantes, detrás de cada detalle. A saber, “Vidayvuelta” es codirigida por Leandro Bogado y Julieta Daga, el vestuario, escenografía y diseño estético es mérito de Andrea y Silvina Fontelles a lo que sumaron la realización plástica compartida con Clorinda Mateos. El dispositivo y mecanismos utilizados son de Bogado, diseño lumínico de Oscar Lescano y producción de Mariela Bogado.

Se trata de una propuesta para grandes y chicos, poética y madura, que podrá seguir viéndose este último viernes de septiembre a las 21 en la sala de calle Ituzaingó 80 y también los domingos de octubre en el mismo lugar.

sábado, 16 de septiembre de 2023

Teatro para reír y pensar cuestiones de género

 Mónica Borgogno


Una nueva edición del ciclo de teatro y género denominado Mujeres Barderas, del grupo de Teatro del Bardo, se desarrolló del 8 de septiembre hasta este sábado 16 cuando por la noche, en la sala de Almafuerte 104, se vio la función de Matrioska del grupo Imaginateatro, de Paysandú (Uruguay).

El ciclo trajo en esta ocasión una serie de trabajos que con humor y talento, hicieron pensar a la platea. Entre las piezas programadas estuvo el aplaudido y celebrado trabajo de Mona Álvarez en La mujer Invisible de Las mandadas (Santa Fe), Lunática, una producción de teatro de papel con la actriz Mayra de Paco, que siempre sorprende, de Kika Producciones (Río Cuarto).

Asimismo, en el Teatro 3 de Febrero se hicieron funciones especiales para instituciones educativas, como las de El caballo y la Paz, y Pánfilos del grupo organizador.


En tanto el viernes 15 se vieron dos obras breves de La Zancada teatro (Buenos Aires). Una de ellas fue "Esto es una silla", protagonizada por Carolina Ayub. Con gran despliegue actoral, la actriz divierte, hace participar al público y en su monólogo, que gira en torno a una disparatada –o no tanto…- teoría conspirativa de los objetos cotidianos, repasa y desliza con sorna una serie de premisas, herencias y estereotipos que las mujeres cargan a sus espaldas.


Con una delicada escenografía, mérito de Nabila Hosain, la actriz juega en torno a una mesa con tres sillas, un juego de té, una frutera y un par de muñecas en particular, una muy pequeña, a la que suma unas curiosas e increíbles Barbie que le vienen bien para demostrar su idea a la que abona otras tantas más.

El trabajo siguiente fue interpretado por Aldana Pellicani. En este caso, la actriz hizo uso del espacio vacío, totalmente despojado, con tal versatilidad y gracia que disparó las carcajadas de los presentes. 

En su afán de dar consejos a las mujeres para que éstas se den cuenta cuándo están frente al hombre de sus vidas, el monólogo fue in crescendo en profundidad y cuestionamientos varios, echando mano siempre al humor. Recreando diferentes escenas, Pellicani arrancó trayendo a colación las etapas de enamoramiento y seducción, pasó por la convivencia y maltratos cotidianos, los típicos malentendidos entre varones y mujeres, hasta llegar a la maternidad que con la cultura del patriarcado aún vigente, genera cansancio y agobio.

En ambas obras, la maternidad apareció semblanteada en su complejidad y contrariedades, también como algo que puede ser no deseado, aristas que resultan cruciales para no romantizar el ser madres y en todo caso, considerarlo y contemplarlo desde otra perspectiva.

En fin, la invitación a disfrutar del teatro y tras la función, seguir hablando de lo visto y reflexionar sobre los cada vez más necesarios modos de vivir en una mayor paridad de género, prosiguió. El sábado a las 21 en la sala de Teatro del Bardo, se programó Matrioska del grupo Imaginateatro que llega desde Paysandú, Uruguay y las actividades culminaron con un taller sobre iluminación teatral del mismo grupo del país vecino.

viernes, 11 de agosto de 2023

Publicaciones Recibidas 2023

 Stefan Zueig por Pola Iriarte

 

Uno de los escritores europeos más reconocidos de la primera mitad del siglo XX, acaba de ser editado en Buenos Aires, en una cuidada publicación, traducida por Pola Iriarte (La Pollera ediciones, 2022). El misterio de la creación artística, tal el título de la conferencia que Zweig ofrece en Sudamérica en medio de su largo exilio, convocó alrededor de tres mil personas en la capital de Argentina el 29 de octubre de 1940, lo que señala la legión de lectores que tenía en el país este gran autor.

El escritor austriaco de origen judío (Viena, 1881- Petrópolis, 1942) debió exiliarse al ver sus libros quemados en Alemania. Estuvo en distintos países de Europa, luego en Estados Unidos, hasta establecerse con su esposa en el Brasil, lugar donde ambos, desesperados, se quitan la vida ante el avance del nazismo. (Tengamos en cuenta que Espasa-Calpe Argentina realizó siete ediciones entre diciembre de 1941 y junio del ’44 de su grandioso Brasil, traducido por Alfredo Cahn del alemán).

Los textos de El misterio... fueron escritos entre 1902 y 1939 según una nota de la traductora chilena, e incluyen perfiles y despedidas (discursos fúnebres), que Zweig dedicó a grandes creadores, como Mozart, Poe, y a figuras como Balzac, Dickens, Byron, Proust, Toscanini, Tolstoi, Roth, Rolland (1926), Rilke, Freud y Mahler, entre muchas otras.

“Zweig utiliza (...) un lenguaje que sin ser rebuscado, (...) es bastante sofisticado y, más de un siglo de historia mediante, en muchos casos en desuso, por lo menos a nivel del habla cotidiana”, asegura Iriarte, y no le falta razón, al hacer presente en su trabajo “una suave pátina que, sin forzar el castellano actual, permitiera remitir al tiempo en que fueron escritos los textos”.

Un libro hermoso que se va justificando con el correr de las páginas y deja asomarse a la personalidad y el genio de Zweig y otros artistas de pasados siglos.

 

El valor de Inteatro

Dramaturgia bonaerense de postdictadura. 30 años. Una antología crítica, de Julia Lavatelli (coordinadora) y La comunidad desconocida. Dramaturgia Argentina y Exilio Político (1974- 1983), de Andrés Gallina, son dos de los numerosos títulos que la editorial del Instituto Nacional del Teatro comenzó a distribuir gratuitamente en soporte papel, presentándolos en eventos durante los últimos meses.

Son dos de muchos libros que, retrasados por la pandemia, se acumularon en uno de los brazos más importantes de las políticas del organismo nacional, y cuya excelencia se destaca por sobre otros.

Estos trabajos y proyectos de las distintas colecciones que tiene Inteatro – en estos casos El país teatral e Historia-, ofrecen a la comunidad toda, estudios, creaciones y antologías de piezas que se ganaron lugares en la memoria grande del teatro argentino.

El primero de estos recibe en la contratapa, a modo de elogio, la definición de un volumen "esperado", de parte de Jorge Dubatti. Con introducción de la artista-investigadora Lavatelli, se “trazan historias y posibles caminos, que se multiplican en la polifonía de lecturas críticas de Patricia Davesa, Mariana Gardey, Gabriel Fernández Chapo y Andrés Carrera”, entre otros estudiosos, que dedican análisis a diez obras seleccionadas de Diablomundo, Luis Sáez, Roxana Aramburú, Guillermo Yanícola, Ariel Farace, Omar Aita, Beatriz Catani y Marcelo Marán, entre otros dramaturgos.

Un libro que como explica la coordinadora, “aspira a aportar una referencia para la construcción de una cartografía inaudita, jamás realizable”, es una respuesta a esa inmensidad que parece identificar a la provincia (el territorio de planicie fértil más extensa del mundo), que tantas veces lleva a la inacción y a la inmovilidad. Por el contrario, la empresa que acomete la introductora y el equipo de investigadores, valiosamente permite “compensar mínimamente tantos años de centralismo cultural en nuestro país y visibilizar el creciente desarrollo de dramaturgias propias”.

En el caso del libro de Gallina, adelanta el mismo Dubatti, se trata de "una investigación excepcional, que recupera documentos y concierta una polifonía de entrevistados” como Susana Torres Molina, César Brie, Cheté Cavagliato, Roma Mahieu y Diana Raznovich, entre muchos otros. Este es “un gesto político que desarticula silencios y omisiones, propicia el recuerdo, nombra lo no-escrito, amplía para la histografía teatral argentina un territorio casi vacante, abre nuevos horizontes de indagación” con una “escritura cuya sensibilidad y precisión dejan ver la mano” de un destacado artista-investigador.

Por demás de meritoria entonces, la labor de Andrés Gallina, como gestor teatral, dramaturgo y teórico, como afirma en el prólogo Silvina Jensen, y meritorio también, que Inteatro lo sume a su catálogo, así esta vacante historiográfica se vuelve más conocida.

 

 

 

miércoles, 2 de agosto de 2023

Rafaela teatral, una madurez para festejar


Balance del FTR 2023

Guillermo Meresman y Mónica Borgogno

 

Cuando uno cumple 18 lo celebra. Así podría decirse que se vivió esta 18ª edición del Festival de Teatro de Rafaela, como una gran fiesta. Detrás de este festival -o feliztival palabra que se inventó en una edición pasada-, hay un equipo que piensa y sostiene con ganas la potencia del teatro, la vidriera de las artes escénicas que esta vez llegó de La Plata, Rosario, Santa Fe, CABA, Neuquén, Río Cuarto, Córdoba, la decisión de conmover, movilizar o hacer reír.

El Festival es de Teatro, o más ajustadamente, de las artes escénicas, y es lo suficientemente importante en el país, como para que alrededor de quinientas compañías o grupos, según confirmaron sus organizadores, postulen y quieran estar allí, cada año en que se abre la convocatoria.

Pero ocurre que las plazas para formar parte de la programación, son 33 – tal las contabilizadas en este año-, con lo cual, los artistas tienen que mandar una y otra vez sus carpetas para, en función del diseño de cada edición, ver si tienen una posibilidad.

Por contrapartida, las plazas de la ciudad se repletan de gurisada, colores y voces.

Los treinta y tres trabajos programados este 2023, con la curaduría de Gustavo Mondino, director artístico del Festival, y su equipo, aportaron gran diversidad de estéticas y géneros, atendieron a una amplitud de gustos, estructuras y procedimientos, para que el festejo sea de todos.

El desfile de apertura,
protagonizado por artistas locales

Los temas, sin embargo, como en la gran historia del teatro (y de la humanidad), tienen edición tras edición, alguna continuidad: el amor y el erotismo, la muerte o la finitud de la vida, las pasiones, el sinsentido, los lenguajes, las identidades, las denuncias, los vicios, las alegrías humanas... Todo un repertorio de clásicos y contemporáneos, pertenecientes a la gran cultura terrestre, a la comunidad, y sedimentado por milenios...

El arte teatral, los espectáculos, los riesgos, se dan cita cada temporada de receso escolar, en el invierno de Santa Fe, en uno de los pocos eventos populares, de tamaña magnitud, que van quedando en el plano cultural y en la región centro de Argentina.

El futuro se hace, rezaba el slogan de la actual gestión municipal, principal organizadora de este evento, y que podía leerse en una de las puertas del Complejo Cultural del Viejo Mercado, allí donde se llevaron adelante dos actividades especiales: las tradicionales Rondas de Devoluciones y la entrega gratuita de ejemplares como ensayos, obras de teatro premiadas, volúmenes referidos a la iluminación teatral o el teatro de objetos, por citar algunos, editados por Inteatro.

Secretos y manifestaciones,
laboratorio dirigido por Juan Parodi

 
Los que la rompieron

No hay banda, de Martín Flores Cárdenas, fue uno de los montajes que más impactó este año en Rafaela. Como nos ha pasado con otras puestas, en pasadas ediciones del festival, este unipersonal del autor, director y actor, tocó las fibras más emotivas de una platea que prácticamente dejó de respirar por una hora. La liminalidad entre existencia y representación fue abordada a través de la historia de Flores Cárdenas y su abuelo, en una de esas obras destinadas a ser recordadas por mucho tiempo.

No hay banda. Gentileza FTR

 Es que sus temas no son solo los atinentes al de un   profesional de la escena y la necesidad de mostrar y   experimentar, sino que giran en torno al tiempo, al   ser, a la ausencia, la creación, los legados. Merece   destacarse el aporte en materia de iluminación que   hace aquí Matías Sendón, al igual que en la   obra Lorca, el teatro bajo la arena, gestando   provocadores climas.


Otra de las obras que expuso un proceso novedoso e ideas originales fue la creación colectiva De la mejor manera, de Jorge Eiro, Federico Liss y David Rubinstein. En un espacio no convencional como La Mula Bar, esta obra rompió el aplausódromo y la tranquilidad de calle Lamadrid, del popular barrio 9 de julio. La obra lleva tres años de temporadas en un bar a la vuelta del cementerio de Chacarita, en CABA, y cuenta la historia desde la exasperación y la dramaturgia del actor. Liss y Rubinstein –conocidos en el medio por otras actuaciones de excelencia-, componen a dos hermanos de frontera, al borde, igual de angustiados por la muerte de su padre y el amor a una misma mujer, y esa misma tensión sostenida con sus cuerpos, hace que el espectador esté todo el tiempo en vilo, sorprendido, con carcajadas que afloran en cualquier momento. 

El trabajo de Eiro, a partir de unas primeras improvisaciones, se entretejió con intertextos de la literatura argentina y llegó a buen puerto. En la atención y costura de todos esos materiales, resignificó contenidos y emocionó.

La Celestina, tragicomedia de Lita, fue una rara avis en el FTR. Creada por David Picotto y la bufona Julieta Daga, con la asistencia de Santiago Pérez, los cordobeses abordaron el clásico de la literatura española a partir de una desmelenada y filosa Lita, agonizante ante el drama pasional de los protagonistas de la obra de Fernando de Rojas. El público participó, se conmovió, rió con las desdichas de los personajes, y acordó con que “pocas cosas son tan peligrosas como el teatro independiente”.

La Celestina, tragicomedia de Lita. Fotografía de M.B.


De jerarquía esperada

Entre los clásicos presentes esta vez estuvieron Lorca, el teatro bajo la arena, en la gran sala del Lasserre, y Gaviota, inspirada en la famosa pieza de Chéjov, en La Máscara.

Una escena de Lorca...
que se vio en el Lasserre
La primera de ellas, con dirección de Laura Paredes, fue un tributo jocoso al granadino, con certero elenco compuesto por María Inés Sancerni, Rafael Federman, Claudia Cantero, Nicolás Levin y Agustín Gagliardi, y sigue en cartel en El Portón de Sánchez de CABA. Fue la única obra en gran formato y pasó justamente por una de las salas emblemáticas de la ciudad anfitriona, con larga tradición de teatro, en donde alguna vez supo verse, por caso, La casa de Bernarda Alba.  

En tanto la libérrima versión del talentoso Guillermo Cacacce sobre La Gaviota de Antón Chéjov, interpretada alrededor de una mesa con el público tan cerca como confundiéndose o fundidos en esa historia, se valió de un elenco femenino de reconocida trayectoria que estuvo a la altura de las circunstancias. Clarisa Korovsky, Marcela Guerty, Paula Fernández, Pilar Boyle y Romina Padoan, tras un proceso de largo aliento que incluyó ensayos en medio de la experiencia pandémica, recrearon ese encierro y actuaron sentadas concitando la atención con simpatía y profundidad, propias de la obra maestra dramática.

Los santos.
Los santos, de los trotamundos rosarinos Claudio Inferno y Eleazar Fanjul, irrumpieron con un espectáculo delirante y grotesco, procedente de Neuquén, que maravilló a la platea colmada del recién inaugurado Centro Recreativo Metropolitano La Estación.

Un altar al ingreso de la sala ya daba pistas de algo de lo porvenir: un deleite de ingenio y talentos que ya fueron disfrutados en Italia, España y varias plazas del país. En la Ronda de Devoluciones, ambos defendieron lo genuino y disidente del arte circense y callejero, explicaron su obra a partir de un cierto fetichismo por los vasos y las botellas, develaron sus procedimientos así como sus horas de entrenamientos de acrobacia y malabares.

Los cielos de la diabla fue otra de las piezas en las que los roles de dirección, actuación y dramaturgia fueron asumidos por una misma artista, Vilma Echeverría. La obra tuvo dos funciones en la Fiesta Nacional de Teatro del Chaco a comienzos de año, y realizó otras dos funciones en este festival.

Vilma Echeverría en Los cielos de la diabla. (FTR)

Se trata de un espectáculo conmovedor, inspirado en la pérdida de un padre adorador del Club Independiente de Avellaneda. El magnetismo que la actriz insufla al personaje, la lleva a transitar historias duras, de desposeídos y violentados, en un paisaje de luminosidad y desasosiego a la vez.



Conurbano, cotidiano, de Santiago Gobernori, es una comedia fresca, una historia simple, según definieron sus actores, en la que encontraron lucimiento Victoria Baldomir, Nicolás Giménez y Sabrina Zelaschi. Tanto en Rafaela como en Ataliva, una de las subsedes en la que se la vio, fue festejada por el público que pudo sentirse identificado con esas realidades del interior del interior, en donde los más jóvenes tienen pocas oportunidades y sueñan con viajar a la capital.







La sapo, de Ignacio Tamagno, es un drama interpretado por Eva Bianco y Carolina Saade, en el que el mágico y artesanal trabajo esceno-técnico de Maxi Bini y Estefanía De Gennaro, le suma más poesía y una dimensión insólita y onírica a la puesta. La novedosa iluminación creó con las actrices cordobesas, un sinnúmero de atmósferas y bellas escenas, que la prensa congregada y el público en general agradeció.

Antivisita.

Antivisita. Formas de entrar y salir de la ESMA, es una producción ritual que en octubre podrá volver a ser vista en Rosario, según anticiparon sus hacedoras. La experiencia performática que se ofrece como un recorrido emocional de Mariana Eva Pérez y Laura Kalauz, con el acompañamiento del antropólogo Miguel Algranti, dio carnadura a esa dimensión espectral de los cuerpos ausentes y el horror, con ciertas proyecciones, una sesión de espiritismo y sombras que parecían evocar a los que ya no están. Una propuesta que conduce a los visitantes por los vericuetos de una historia personal pero también social.

Otras obras que no pasaron desapercibidas fueron los dramas Limítrofe. La pastora del sol, de Bosco Cayo y dirección de Florencia Bendersky, Aire de montaña, de Pilar Ruiz y Shamrock, una comedia en verso, con buenas actuaciones y dirección de Nano Zyssholtz (CABA) que puede verse en Beckett Teatro.

 

La Pastora del sol.

Todo público

Los más chicos tuvieron, como todos los años, buenas propuestas y distintas, en diferentes espacios de la Perla del Oeste.

Acrobacias, malabares y más, en Casibache (La Plata) que también fue programada en Suardi; El aviador, de Damián Costa, o interesantes espectáculos para toda la familia como El aviso desoído, por Kika Producciones (Río Cuarto), que como comentó Mondino invita a bajar un cambio, Tiburón XXL, por La Gorda Azul (Santa Fe) con gran despliegue de títeres y dispositivo escenográfico, Universonoro de Tato Villanueva e Irene Ortín; Ensalada mágica, que cerró el FTR, el musical Algo que contar y El vuelo de Basilio, adaptación de Fedra García sobre un cuento de Haroldo Conti, expusieron la avidez del público infantil en plenas vacaciones escolares.

 

Tiburón XXL (Santa Fe) FTR
El aviso desoído (Río Cuarto) FTR








Las obras locales y los Laboratorios

Algo que contar.


Los Laboratorios de creación fueron, como el año pasado, espacios de aprendizaje y creatividad muy concurridos por teatristas y estudiantes de teatro locales. Estas instancias de formación o perfeccionamiento, concluyeron en disímiles búsquedas estéticas, de las manos de Juan Parodi, Luciano Del Prato, Agostina Luz López y Ana Gurbanov. Además hubo talleres, encuentros en nuevas salas (Biblioteca Sarmiento, Escuela de Música Remo Pignoni, entre otros) e intercambios, tan valiosos en estos tiempos de virtualidad.

Cerca de un treinta por ciento de la programación, comprometió producciones rafaelinas, un hito regional que habla del sentido o uno de ellos, del FTR. En este apartado pues, no podemos dejar de mencionar sucintamente cuatro obras muy distintas, que provocaron, denunciaron y sacudieron a sus respectivas plateas.

El último..., de Marcelo Allasino, ahondó en las problemáticas de los vínculos, las violencias y el homoerotismo, con valentía y buenas interpretaciones de Marcelo Gieco y Agustín Keller; Imaginación..., representó un buen debut de Mayra Armando y Luisina Valenti como realizadoras; Lingua ignota, regaló con la danza y el talento de Liza Taylor, un movimiento en equipo integrado por Mateo de Urquiza, Vanesa Del Barco, Federico Shmidt y Cintia Hernández, de factura acaso algo polémica y Decir sí, de Gambaro, con dirección de Paula Boero y memorables actuaciones de Danilo Monge y Mariano Patania, llevó a la sala chica de La Máscara el mundo opresivo y delator de la gran autora argentina.


Decir sí. FTR

Lingua ignota.







En resumen, un festival de prestigio que se ha ganado un lugar en el calendario de las artes escénicas nacionales. La apertura de DeSastres, de Cirulaxia (Córdoba), fue abrir una semana a los aprendizajes, a las emociones y a los encuentros que propicia este feliztival siempre.

 

sábado, 29 de abril de 2023

Publicaciones recibidas

 El regreso del hombre murciélago

Querido joven maravillas, de Osvaldo Bossi, publicado a fines del año pasado por Mágicas naranjas, es una pequeña y enorme edición del sello de Lanús, cuya luminosa contratapa corresponde a otro gran poeta cercano a la editorial creada por Hilda Fernández y Gustavo Gottfried, Patricio Foglia. Es éste quien glosa las sentidas palabras Baticueva, Batiseñal y Batiadagias, para acercarnos al autor de Fiel a una sombra (2001), Los poemas de amor que el Coyote le escribió al Correcaminos (2018) y Cuando yo era poeta (2022) entre otros memorables títulos.

Como afirma Foglia, sabiduría y misterio son en parte restituidos por la nueva aparición en prosa de Batman/ Bossi en 120 páginas, algunas de ellas ilustradas con viejas estampas, en blanco y negro, de la famosa batipareja. El poeta, por su parte, se aplica a textos en prosa que nunca traicionan su voz ni su didáctica, y que de algún modo repasan su vida y sus vínculos, su humor y gustos literarios, la soledad y las compañías en lecturas siempre nutrientes. Con oficio y empeño de años puestos en la poesía, Osvaldo Bossi insiste convencido en mentir para decir una verdad porque sino, no se es poeta, tal como afirma en una de sus batiadagias.

“Los poemas se escriben con el corazón. Escuchaste bien, Robin. Los grandes poemas (que casi siempre son pequeñitos) se escriben con el corazón”, dice en otra de esas premisas de tono simple y sin embargo tan profundo.

Todo el libro, desde sus primeras páginas, destila amor, de Bossi hacia Beatriz Guido -quien convirtió al autor en poeta, asegura-, hacia la literatura y hacia esa máscara de orejas puntiagudas tras la que el escritor se escuda, de puro tímido y sensible que es.

No es una poesía cualquiera la de Bossi. Y este libro, tampoco. Sus textos en prosa aquí, son clases de poesía en la que nos enseña a pararnos en el mundo de las palabras, a reflexionar sobre las formas, la crítica y la pedantería, los autores fundamentales, los tormentos de cada quien y las épocas crueles, la necesidad de escribir para vivir.

En fin, salgan a buscarlo, que es un libro con el que se disfruta y se aprende en iguales dosis.

 

Clown del litoral

Escribimos el año pasado: “El grupo teatral La rueda, viene hace unos años produciendo una rica y diversificada experiencia interprovincial. Animado especialmente por Daniela Osella y Pablo Vallejo, (...) ha realizado distintos aportes y participaciones al campo cultural regional.

Entre ellos figuran los Dossier Orillas Teatrales, que en su primer número está dedicado a ‘Experiencias pedagógicas en la formación actoral’, y el segundo a ‘El teatro callejero en el Litoral’”.

Presentada recientemente en el Festival de teatro callejero Corriendo la coneja, la nueva publicación del grupo La rueda con apoyo del INT, constituye una grata continuación de los buenos trabajos editoriales que circulan actualmente por la región Centro-Litoral. Experiencias payasas a la vista. Orillas teatrales 3, Santa Fe/ Paraná, recopila una serie de propuestas, festivales, ciclos, actividades y teorías en torno al universo del clown, surgidos a ambos lados del río que limita y vincula las dos capitales provinciales.

En este dossier hay textos de Pablo Vallejo, Daniela Osella, María Cecilia Segovia, “Chechu” Piccioni, Vanina Monasterolo, Rocío Fernández Doval y principalmente, el texto dramático Icaria, de Paula Righelato y Nadia Grandón estrenado en 2016, ganador tres años más tarde de la selección provincial de teatro y representado decenas de veces por toda la provincia.

Como en los casos de Las aventuras del gaucho Calandria, adaptación del clásico de Leguizamón de Juan Carlos Izaguirre, de El principibito, del grupo La Tramoya, y de Lobizón vs Llorona, una aventura isleña, de María Cecilia Piccioni y Joaquín Lavini, que acompaña en el último dossier a Icaria, la publicación de las piezas aproxima la memoria de los acontecimientos escénicos, y restaura en los lectores/ espectadores, las emociones de su devenir y sus viajes.

 

Nos volvimos a ilusionar, Orsai

La última edición de esta revista binacional, comandada por Hernán Casciari, tuvo una explosión mediática a comienzos de este 2023, en paralelo a la obtención de la Copa del Mundo de la selección de fútbol en Qatar, luego de que el propio astro del fútbol mundial escuchara y se emocionara con uno de los relatos, La valija de Lionel, que reivindica su figura e idiosincrasia, y repasa su biografía desde el sentir compartido de un migrante en Europa. Los lectores de la siempre esperada revista, a partir de entonces, se multiplicaron.

Los vario pinto proyectos de Casciari se retroalimentan en un trabajo que ya hace unos años elogiamos sobradamente en este espacio. En esta edición de Orsai, la gran novedad está dada por la posibilidad de acceder, a través de un código QR a los relatos publicados pero en versión sonoro, en voz de diferentes invitados.

A eso se suma la calidad de las plumas incorporadas, una combinación de voces nuevas y jóvenes y de autores más reconocidos de las letras, más una diversidad de ilustraciones que complementan y hacen lucir todavía más, cada texto.

Un respiro divertido y necesario, lo constituyen esos diálogos mordaces, de competencias y rivalidades entre el director de la revista y su editor, amigo y secuaz, Christian Basilisy Chiri, que en el espacio de una página dicen algo acerca de las narraciones que le anteceden, discuten sobre el origen del descubrimientos de sus talentosos escritores y escritoras, plantean sus pareceres y sentires tras lo leído. Y así, mientras coquetean con reflexiones en torno a su propio envejecer con mucho humor negro, van arrimando una suerte de transición para los relatos siguientes.

Al pie de cada una de las páginas, por si no fuera suficiente todo el contenido de alto vuelo, deslumbrantes, que presentan, como los textos de Paloma Fabrykant, Daniel Mella –honrando a Mario Levrero-, Mayra Arenas o Daniel Divinsky, por citar algunos, se leen graciosas frases con las que varios podemos encontrarnos, identificarnos y reírnos.

Este número 8 de la revista es una obra de arte para la colección. Tanto los textos como las imágenes que trae este número en particular, tientan a volver a abrirla a cada rato, volver a leerla, citar sus aforismos o simplemente compartirla porque la disímil paleta de emergentes y reconocidos artistas, dice, cuenta, recrea, inventa con buen gusto, inteligencia, osadía y un ojo crítico y filoso que se agradece.

En fin, no seremos Messi pero creemos que nuestros elogios, tendrán algún pequeño rebote, se merecerán un lugarcito en este universo…

martes, 14 de marzo de 2023

Una lectura de “La noche ha caído”

Mónica Borgogno


La noche ha caído es una obra basada en textos de Pauline Sales y Coral Aguirre, con dirección y dramaturgia de Gabriel Cosoy.


Puede adivinarse que varios de los textos de estas escritoras, como Groenlandia (Sales) o El espejo del tiempo (Aguirre) por solo citar algunos, pueden haber sido de los más inspiradores para hilvanar esta historia de mujeres capaces de cuestionar, abandonar, resistir el deber ser o asumir un no poder, los múltiples poderes y mandatos asociados a la maternidad. 

La obra, protagonizada por Raquel Freijo, Sabina Piccini y Graciela Strappa, sobresale en la escena local por la dirección de estas actrices que aquí se destacan y lucen por igual.


Los gestos que parecen desencajar del rostro de Strappa, sus miradas punzantes e intimidantes, la fuerza de un cuerpo que la hace madre o policía, también incomodan tanto como lo que dice.
Junto con Freijo y Piccini componen unas madres que se permiten –o no- los descuidos, abandonos, olvidos, de un hijo o hija. Como en coro, sus historias se repiten, insisten, redundan, atosigan, como lo suelen hacer las madres. “Comé otro poquito, dale comé. Llevá abrigo, dale”.


Si la maternidad es la redundancia, la repetición, la insistencia, aquí aparece eso que hay que pronunciar, escuchar y gritar, para subvertirlo y hasta digerirlo.


Distanciarse del hijo como un acto de salud, dejarlo pero no tanto, en Groenlandia -que suena como Disney aunque más lejos- y observarlo, probar cómo sería o hacerlo definitivamente, hacerse la pregunta o ensayar la posibilidad del acto.


Hay que decir que es un trabajo de composición espacial y de personajes muy prolijo y a la vez despojado, que pone el acento más en lo que se dice que en lo que se representa, acaso porque los dardos apunten a los discursos sociales más pacatos y a la vez, más profundamente establecidos, que son los que más esclavitud y dolor provocan.


Un mismo agotamiento atraviesa a las tres mujeres, de tres generaciones diferentes. Es un cansancio tal que actúan para no ser madres por un rato, para reconciliarse con ellas mismas, desear otra cosa que cuidar a alguien.


Mientras, una espectadora agobiada, a sabiendas del tema de la obra, antes de entrar a la sala se pregunta “cuándo termina esto de ser madre” y otra le responde con unas lecturas recientes, ser madre es un trabajo esclavo, para toda la vida.


Con las angustias de la diaria dejadas a un costado, los espectadores pueden aflojar tensiones y reír, pero solo por momentos. La obra no pretende divertir como hacer pensar la época, los roles, las competencias, las diferentes maneras de amar.


El espacio reducido de la sala más pequeña de Casa Boulevard, elegido para esta puesta, espesa y tensa cierto clima de densidad y condensa la o las historias.


Esta propuesta tiene la presencia constante de un muro de imágenes en movimiento que acerca estampas más abstractas, las calles de una ciudad, el ingreso de unos niños a la escuela desde el ojo que podría ser el de cualquier padre o madre. Este aporte audiovisual proviene de Gustavo Hennekens y Victoria Puigcernau. En ocasiones distrae la atención del relato y suma metáfora, complejiza, completa y remata escenas.


La noche ha caído cuenta además con diseño de luces de Beto Lescano, diseño de vestuario de Dani Rudel, fotografía de Ivo Betty, diseño gráfico de Julián Villarraza, realización de utilería de Lau Claus, comunicación a cargo de Aldana Badano y asistencia de dirección de Ángela Martínez.
A partir de mayo se retomarán las funciones que se venían realizando en la sala chica de Casa Boulevard, Ituzaingó 80.

 

 

viernes, 16 de septiembre de 2022

Nuevas publicaciones recibidas

Reseñas

Un artista indispensable

“El teatro debe ser la piedra que rompe el espejo. Primero, hasta romper el espejo, el teatro es la piedra, luego de que lo rompe el teatro vuelve a ser el espejo, la piedra sigue su viaje en dirección al centro del misterio a donde van las fuerzas ciegas, el teatro queda en la superficie rota dando cuenta de los restos de una plenitud refleja y a la vez revelando lo que la sostenía como la naturaleza que estaba oculta, paralizada, tras la lápida reflejo”, repite en la contratapa de este valioso libro, su autor, el reconocido Pompeyo Audivert, como un mantra o una bendición. Es una transportación, en efecto, para los amantes del teatro, poder encontrarse en tiempos pospandémicos con un trabajo tan decantado y profundo del fundador del Teatro El Cuervo de Buenos Aires.

Con exactos y minuciosos prólogos de Nara Mansur – gran responsable de un titánico trabajo de Audivert, y suyo propio, y del trabajo de edición con Editorial Libretto- y Natalia Torrado, este poético y reflexivo Piedrazo en el espejo. Teatro de la fuerza ausente recoge la tarea de más de 30 años del descollante actor y sus máquinas, permitiendo asomarse a su práctica y teorías teatrales más renovadoras.

Audivert, como se sabe, es uno de los más grandes actores argentinos contemporáneos, así que siempre su nombre congrega una trayectoria central para las artes escénicas del país. Más aún cuando se trata de transmitir deseos, pulsiones y fantasías que generan los artistas más encumbrados, en el gran público.

Pompeyo, es de esos, pero es discreto y ahora, en el cenáculo de su carrera, se abre a un oficio milagroso y lo comparte, con esta publicación aparecida en 2019 pero devenida pandémica, que cuenta con apoyo del INT.

El libro está organizado en siete partes sustanciales: Fundamentos estéticos/ Procedimientos formales/ Tratamiento del tema/ Concepción y función de la palabra/ Archivo de imágenes/ Reflexiones sobre el trabajo y Edipo en Ezeiza, el texto dramático del teatrista, estrenado años atrás en el ex Centro Clandestino de Detención de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA), en Buenos Aires, Argentina.

 En suma, se trata de un libro teórico con abundante material gráfico- documental de distintos trabajos del artista, que introduce y convoca a la lectura de la obra y pensamiento de Pompeyo Audivert.


Teatros pandémicos y postpandémicos

Un cuarto de siglo de existencia hace de la publicación Funámbulos un emprendimiento excepcional en el teatro argentino. Este número 56, aparecido el último otoño, fue dedicado a las cicatrices y oportunidades que dejó la emergencia de salud global, entre 2020 y 2021.

La revista dirigida ahora solo por Federico Irazábal, incluye interesantes notas de Mónica Berman, Maximiliano de la Puente, Gabriel Isod y Malala González, con dos textos dramáticos de la producción teatral porteña actual, según es costumbre en esta publicación. En este caso, se trata de Tito: la peor tragedia de William Shakespeare, la versión del clásico de Marco Arano Forteza y Gabriel Graves y Soliloquio (Me desperté y golpeé mi cabeza contra la pared, de Tiziano Cruz, estrenada a comienzos del año en el marco del Fiba.

domingo, 24 de julio de 2022

En el Oeste está el agite (teatral)

Cobertura especial de

 Mónica Borgogno/ Guillermo Meresman

 

Parafraseando al tema de Divididos, la 17° edición del Festival de Teatro de Rafaela que se llevó a cabo entre el 9 y el 17 de julio, regresó con toda su potencia. Volvió a sus fechas acostumbradas en el receso lectivo del invierno, luego del parate que implicó la pandemia del 2020, y el cambio del mes en la edición del 2021.

Los nueve días de intensa programación y las numerosas actividades de formación y difusión, recuperaron su impronta y formato, lo que lo reafirma una vez más como uno de los festivales más atractivos del país. Las artes escénicas y sus hacedores se encuentran para mover, pensar, transformar y agitar en el frío de la comarca, y ese lugar es el FTR.

Una ciudad imbuida de teatro (Foto Mónica B.)

“La creatividad, la capacidad de superación, la apertura y la generosidad son rasgos que identifican a nuestra comunidad desde sus orígenes”, afirmó el intendente de la ciudad santafesina Luis Castellano en el programa, y este Festival es una manifestación de ello.

Luego del desfile y del acto oficial de apertura, la Banda de tías fue la propuesta musical elegida para inaugurar la maratón de obras y laboratorios de creación escénica con artistas locales.

A partir del martes 12, entre otras, se presentaron Un hueco, de Juan Pablo Gómez, en una renovada versión mendocina, con dirección Agustín Daguerre -y las potentes composiciones de Darío Martínez, Marcelo Díaz y Cristian Di Carlo-, y luego, le siguió la corrosiva comedia dramática Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual (Comarca Andina) de la chilena Carla Zúñiga, diestramente dirigida por Luciano Delprato y Darío Levin, que por primera vez salió de El Bolsón. Ambos trabajos estuvieron lejos de desentonar dentro de una programación artística de excelencia, a cargo de Gustavo Mondino.

Yo también quiero ser un hombre blanco heterosexual. 

Este año en que no se instaló la carpa, los programadores tuvieron el buen tino de además de proponer a los más chicos, espacios alternativos y ofrecerles buenos espectáculos de títeres, destrezas y variedades. Y como en todas las ediciones anteriores, se integraron trabajos en lugares no habituales ni convencionales. 


Más de veinte espacios de la planta urbana de Rafaela, fueron testigos del fenómeno.

Juventud

Los espacios de formación en formato de experimentación artística se hicieron presentes por primera vez el año 2021 en el FTR y fueron tan aplaudidos y demandados, que se quedaron, generaron expectativas, crecieron y se multiplicaron. 

Un poco más, propuesta dirigida por Ana Gurbanov
Esta vez, fueron cuatro las propuestas, a cargo de Francisco Benvenutti, Ana Gurbanov, Braian Kobla y Rodrigo Cuesta. Ellos afrontaron el desafío de dirigir en perentorio tiempo, prácticamente de manera virtual y con la asistencia de egresados de la Escuela Municipal de Artes Escénicas (EMAE), a elencos numerosos. 


Quería llorar, bajo dirección de F. Benvenutti

Con salas llenas por los mismos rafaelinos y la prensa congregada de distintos puntos de Argentina, se produjeron trabajos atractivos que con distintas estéticas y mucho ritmo, dieron cuenta de la realidad, sobre todo de los más jóvenes. En efecto, las piezas subidas a escena tuvieron casi como un denominador común, la comunicación de un universo muchas veces subestimado –por el simple hecho de ser protagonizado por los más jóvenes-, los sueños y proyectos, la persecución y prejuicios hacia el arte callejero, las diversidades sexuales, cierta revalorización o diálogo con el pasado teatral de la propia ciudad en la que viven, su vínculo con el tiempo y las tecnologías.

Apenas un pasaje de Todos mueren al final, 
bajo dirección de Rodrigo Cuesta.







https://www.eldiario.com.ar/212094-la-centralidad-de-los-laboratorios-escenicos-y-el-decir-joven-local/

 

Entre lo destacado

Los gráficos de Imprenteros llegaron precedidos por excelentes críticas de Buenos Aires y el renombre de Lorena Vega, conocida eminentemente como actriz. En este caso, junto a sus hermanos Sergio y Federico, Vega concreta un espectáculo sensible y profundo, estrenado en el 2018 pero al que las restricciones impusieron la larga pausa de más de un año. La presencia de los tres hermanos acompañados por otros cuatro buenos actores y un equipo técnico de excelencia, hicieron que su biodrama fuera uno de los más de treinta espectáculos, aplaudidos a rabiar en el Teatro Lasserre.

Rota, un unipersonal interpretado por Raquel Ameri, bien dirigida por Mariano Stolkiner, conmovió con la historia de una mujer pobre que pierde a un hijo feminicida, entre otros hilos que tejió Natalia Villamil, autora de esta desgarradora obra. La actriz regresó así a un protagonismo para lucimiento de sus recursos expresivos, bien acompañada por otros artistas, como había ya ocurrido con Millones de segundos.

En El hombre de acero, otro unipersonal con igual nivel de interpretación, Marcos Montes se lució con la obra de Juan Dasso, ganadora del Premio Germán Rozenmacher en el 2019. En su espectáculo se retratan parecidos devaneos, pero de una clase social acomodada, de la burguesía nacional. Con un singular dispositivo montado en la sala de La Máscara, los espectadores fueron succionados desde el minuto cero, y soltados con el corazón estrujado a la medianoche de la gélida nocturnidad del clima y el alma.

En ambos trabajos, se pone en escena algo de lo que no se dice ni habla demasiado como el suicidio de un hijo o la sexualidad de personas con alguna discapacidad. En Rota, la trama se ancla prioritariamente desde el lugar de la pérdida de un hijo que se “vuela los pensamientos” después de matar a su mujer; en El hombre de acero, un padre comparte sus aciertos y desaciertos, las tantas estrategias que prueba con más o menos suerte para tratar de comunicarse con un hijo autista que está en su pleno despertar sexual.

Otro de los aciertos de la programación fue The big mountain. El platense Braian Kobla operó con su estrategia transdisciplinar, conduciendo a los nueve integrantes de un elenco dominantemente jovencísimo (Ilenia Contín, Ana Belén Recabarren, Denisse Van der Ploeg, Agustín Recondo, Mariel Santiago, Federico Aimetta, Juan Castiglione, Valentín Prioretti y Manuela Villanueva Fernández), para entre otras cosas, convertir la crítica social a la tecnologización de la vida cotidiana, en puro arte.

Los miedos (foto Gustavo Conti)

Los miedos, de un inspirado Ale Gigena, que también se vio en La Máscara, demostró por qué desde hace cinco años es un éxito en el Teatro El Grito de Buenos Aires. También aquí, un numeroso elenco integrado por Sofí Brihet, Max Suen, María Soldi, Camila Peralta, Javier Abril y Luciana Lifschitz, se lució en este caso, innovando en los procesos de creación tradicionales. Los actores, conducidos por su director todo el tiempo en escena, improvisaron y desandaron diferentes historias y personajes desopilantes con una versatilidad y desparpajo increíbles.

Escena de Las cargas (foto de G. Conti)
Las cargas, de Christian García (CABA) aportó algo más que buenas actuaciones en medio de un drama apabullante. La maternidad-paternidad, los límites, la angustia y violencia del no poder con los hijos, padezcan o no alguna enfermedad, la incomunicación filial, aparecen como ejes de esta historia, podría decirse. Pero la discapacidad tal como la componía cada uno de los actores (Valeria Franchi, Pablo Chao y Lucas Crespi) fue tremendamente conmovedora y profunda. Al respecto, un actor rafaelino, en las conversaciones junto a periodistas apuntó: “Era una deuda hablar de la discapacidad en este Festival, lo celebro. Me sentí muy identificado con lo que se muestra en esta obra”.

Federal y misterioso

Misterio (una obra de una obra) de Silvina Grinberg, fue en esta edición el único trabajo de raíz más entrerriana, aunque el grupo se definió como “interprovincial”, ya que integran su reparto los santafesinos Ciro y Juan Berrón y el radicado en Paraná Pablo Vallejo. Con algo de biodrama, el espectáculo de danza-teatro para toda la familia, que reactualiza las dificultades de cualquier grupalidad, fue bien recibido por la platea. En las rondas de devoluciones, precisamente, se destacó el crecimiento de esta pieza que hace poco se vio en La Vieja Usina (Paraná).

La nave disruptiva

La provocación en esta ocasión, en parte, estuvo dada por la perturbadora experiencia inmersiva en 360° de los locales Ramiro Rodríguez y Matías Brasca La nave.

A través de lentes de realidad virtual, y durante sólo quince minutos, uno podía meterse en la historia que representaban Lucas Vilches y Pablo Pellegrinet. Una propuesta de ciencia ficción, amoral y dramática en la colonización al planeta Marte, que cada espectador vivenció en un pequeño espacio previamente delimitado en el Museo Histórico Municipal. En esta apuesta, Rodríguez y Brasca, combinaron sus pasiones por los videos juegos y el cine.

Rodríguez –egresado en el séptimo arte de Córdoba- medio atajando cuestionamientos, dudas y turbaciones de la ronda de críticos, aseguró que “el cine 360° no va a funcionar jamás, porque el cine necesita del montaje”.

A siete años del comienzo de su construcción, ofrecer en El o Un Festival de Teatro su disruptivo concurso con algo de actuación, tuvo ese “pasarse de límites” respecto al propio milenario arte de la representación convivial, cosa que siempre se agradece en la Perla del Oeste. Pareció que para algunos, el teatro del siglo XXI no pudiera dejar de ser “un espacio vacío”. La trasgresión de La nave, (además de política o ideológica), provino precisamente de su “diferencia” con las artes escénicas practicadas, al menos, hasta hoy... o hasta ayer, cuando la pandemia nos asoló globalmente. Entonces aparecieron nuevos formatos, búsquedas y desafíos, tan propios de lo humano y de las artes en general.

 

Elegir el riesgo


Tamagno junto a Eva Bianco en La Sapo.
En tanto procesos de creación, Proyecto Migrante como La sapo, dos elaboraciones del cordobés Ignacio Tamagno, tuvieron por espacio el Museo Histórico La Usina y su magia de tuberías y conductos enormes y viejos. El teatrista –acompañado por una contundente Eva Bianco y por la dinamarquesa Petra Banke, con la imprescindible asistencia de “Tati” De Gennaro- desplegó una puesta que desnudó una vez más, parte de sus mundos poéticos, siempre no complacientes, arriesgados, que desovillan alguna piola de su biografía artística y personal. El Festival le dio un espacio importante para hacer lecturas de ciertos pasajes de los “bloques de recuerdos” que componen La sapo, y un desmontaje, en el marco de la creación en residencia por la que opta Tamagno, esto es migrando, moviéndose de un lugar a otro, con el abono de lo que dicen los espectadores. En efecto, dicho trabajo se orquestó y montó en cuatro días de FTR y proseguirá su camino y proceso. Ahora, el talentoso actor y dramaturgo estaba haciendo las valijas para su próximo work in progress en Colombia, donde el proyecto seguirá mutando y trascendiendo, aunque en dicha versión será con el desafío y riesgo, de ser sin Petra y sus hermosas canciones.

La tierra, las palas, las hachas, están muy presentes en ambos trabajos, para cavar o violentar, para levantar polvareda y ensuciar, para incomodar o simplemente, hacer viajar al público.

 



La mistonga y más

Imagen de Yateencontraré.
La variedad de los espectáculos infantiles o para toda la familia, sorprendió. El sinnúmero de títeres manipulados sólo por Omar Álvarez en Tic Tac, el héroe del tiempo, las destrezas de Aníbal Galeano y Azul Jaimes de Subite ahí, Yateencontraré, de Casablanca y Guadalupe Bervih, con unas deslumbrantes sombras dibujadas con arena, en el momento, por Alejandro Bustos, quien recreó escenografías únicas y evanescentes, más la música de Ricardo Scalise y dirección de Andrés Sahade, fueron celebrados en el Cine Teatro Belgrano, en pequeñas salas o en plazas, con igual intensidad.

La niña que fue Cyrano, de Guillermo Balbo, trajo una historia que se sale de la heteronormatividad para hablar del amor y las mudanzas en un amplio sentido, y cuestionar la figura de adultos en la crianza de niños, esa con la cual alguno puede sentirse interpelado y emocionado al término de la función.

La murga estilo uruguaya La Mistonga, de Rafaela, ofreció De sobremesa, con guiños humorísticos locales, y lo familiar como centro vital, bajo dirección escénica de Matías Masín.

En el cementerio

Nada de carne sobre nosotras, de Mariana Enríquez- Analía Couceyro fue, sin quererlo, un suceso social, puesto que la ubicación del Site specific fue en el Cementerio Municipal, alarmando al sector más conservador y ultra religioso de Rafaela. Sin embargo, la decisión del Intendente y los organizadores, bastó para una respetuosa experiencia artística y existencial, única y que más de uno atesorará por siempre.

“En la Chacarita, donde tengo a mi madre y otros compañeros tienen a sus muertos, lo hemos hecho como acá, adaptándonos al espacio sagrado, a la memoria y lo afectivo que reúnen estos lugares”, señaló Couceyro al valorar el trabajo de edición que hizo sobre cinco poderosos cuentos de terror de Enríquez.

Lo perturbador de los relatos, los sonidos de las palomas o de una puerta que se quejaba, la imagen de los nichos, panteones como casas y tumbas adornadas con banderas, caireles y hasta luces de neón, más el fuerte viento de la tarde, fue capitalizado por la  reconocida actriz y directora, que sumó a Ariel Farace, Susana Pampín, Lisandro Outeda y Rocío Domínguez. Ellos le pusieron hálitos inmejorables a las historias que se contaron entre lápidas, memorias, ausencias y presencias extrañas. Un hallazgo.

Escena de Maten a Hamlet (foto: M. Borgogno)
Y si de muertes y muertos hablamos, ¿qué mejor que cerrar con el Hamlet de William Shakespeare, en versión desopilante de Los Macocos? La gran tragedia del príncipe dinamarqués, algo así como el aleph del teatro, convertida en comedia por los extraordinarios Daniel Casablanca, Martín Salazar, Gabriel Wolf y Marcelo Xicarts, con dirección de Sebastián Irigo, fue disfrutada en un Belgrano repleto. Ovacionado por los artistas aún presentes, y más de mil espectadores en toda la sala, su función fue el cierre de una cargada semana, posterior al trabajo audiovisual final que se exhibe para cerrar cada edición. Casablanca aquí, compone distintos personajes, y en cada uno se aprecia un velado homenaje al popular capocómico José “Pepe” Marrone, tocando las fibras más emotivas de aquellos de más de cincuenta años. Maten a Hamlet fue como los actores, la síntesis de una época, y de un Festival a puro encuentro, tal como rezaba el eslogan de este año.


Para seguir leyendo y encontrarse

Los títulos de las coberturas especiales de LA OTRA BUTACA, son elocuentes del sostenimiento y crecimiento de un Festival, ocupado cada año de su juventud, de mejorar sin repetirse pero con una identidad ya ganada y deseo de futuro. Pese a las vicisitudes climáticas, políticas, ideológicas o de la salud, ahí está este entrañable encuentro de las artes, tan lejano de las populosas urbes.

Del “interior del interior” como se dice. Convoca, luce, transforma, genera, colabora, siembra. Agita, en el Oeste, en pleno invierno, para propios y extraños.

 “Rafaela, por el centro de la escena nacional” (2013, n 8), “Un Festival en el corazón de la gente” (2014, n 11),

https://issuu.com/alfalar/docs/lob_11_chico

“Algo de lo que vimos en Rafaela” (2013)

http://labutacaotra.blogspot.com/2013/07/algo-de-lo-que-vimos-en-el-9-festival.html

“Postales del 12 Festival de Teatro” (2016)

http://labutacaotra.blogspot.com/2016/07/postales-del-12-festival-de-teatro-de.html

“El teatro entibió de nuevo los corazones” (edición 2017)

http://labutacaotra.blogspot.com/2017/07/el-teatro-entibio-de-nuevo-los.html

“El teatro envolvió como un viento” (2015, en revista nº 14),

http://labutacaotra.blogspot.com/2015/07/festival-de-teatro-de-rafaela-2015.html

“Un festival que sacude ideas y emociones” (2016, revista nº 16), “Otra vez, escenas que arriesgan y cuestionan” (2017, revista nº 18),

“La resistencia como forma de cultura” (2018), http://labutacaotra.blogspot.com/2018/09/rafaela-2018.html

“Un festival que hace hablar a todos”

http://labutacaotra.blogspot.com/2018/07/anticipo.html

“Un festival que ni Dios puede parar” (edición 2018)

http://labutacaotra.blogspot.com/2019/07/un-festival-que-ni-dios-puede-parar.html

“Un festival como metáfora de progreso” (edición 2012) 

http://labutacaotra.blogspot.com/2012/07/

“Festival de Teatro de Rafaela 2021, para volver a celebrar y encontrarnos” (edición 2021).

http://labutacaotra.blogspot.com/2021/11/festival-de-teatro-de-rafaela-2021-para.html