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domingo, 23 de mayo de 2021

Un poco de humanidad a través de una mirilla

Mónica Borgogno

Mientras termino de ajustar el mecanismo que creo que le dará mejor expresividad a Rosa, la protagonista de una de mis primeras cajitas lambe lambe, pinto y retoco, pruebo, corrijo y empiezo a ensayar. Los más cercanos miran del otro lado y con su mirada, me ayudan y sugieren. Es más fácil así, con otrxs.

De pronto sacando y poniendo, una lucesita roja, de esas de bicicleta, se cae en un lugar de la cajita y descubro que queda muy bien ahí. Serendipia le dicen. Hago fotos también, de este largo y nuevo proceso.

Entre tanto, miro la programación de la Bienal de Teatro Lambe Lambe de Paranaguá (Brasil) -que se desarrolló del 15 al 22 de mayo. Me anoto en el taller de Dramaturgia con la actriz, dramaturga y titiritera Valeria Correa Rojas, una de las fundadoras de Oani Teatro (Valparaíso, Chile). Quedo seleccionada para participar así que en esos días, seguí ajustando, revisando, experimentando y de pronto, escuchando, viendo y aprendiendo de grandes artistas de Brasil, Chile, Argentina y México. Fueron siete días de una intensa programación de calidad organizada en distintos bloques temáticos, con obras inolvidables, charlas con realizadores, laboratorios y conferencias.

Bienal

Cada jornada de espectáculos, era precedida por videos que mostraban un pedacito de la ciudad anfitriona. Jacques Beauvoir e Ineces Gomes, fueron las encargadas de presentar y leer todos los comentarios de la transmisión en vivo por youtube.

Diversas poéticas, materialidades y técnicas de manipulación, se dieron cita en esta bienal que en más de un caso, dejó a espectadores y espectadoras, con la boca abierta, sorprendidos y emocionados.

“Encontro”, de Cesar Mazari (Brasil) fue uno de esos casos. Una sala de cine en pequeña escala, una película romántica que se proyecta, el acomodador y dos que se encuentran apasionadamente entre las butacas. Todo es magia ahí dentro. Ver "Encontro".

Como dijo Valeria Rojas, “el teatro lambe lambe no es teatro en miniatura porque cuando el ojo entra en una cajita, ya deja de ser miniatura”. El concepto quedó dando vueltas y confirmándose cada vez que se veía una nueva obra.

En varias cajitas, uno entraba al interior de la casa de una señora con toda una mesa servida, tazas de porcelana y torta de chocolate y un ventanal desde el que aparecía un perro o un gato como ocurrió en “A espera” de Cía Fuxico; en “Me vou” de Murilo Cesca, se espiaba la casa de un señor, toda hecha de pizarra y dibujos en tiza blanca; en “Asas” de Essaé Cia., con figuras de papel y sombras, se ingresaba a otra casa más oscura o más poética, que invitaba a muchas lecturas.

En “Relicario d´ela” y “Relicario d´ele”, realizadas al interior de dos acordeones, quien mira la historia, invade tanto la melancolía y recuerdos de la costurera y del zapatero, que ambos, a su turno, terminan por echar al espectador y cerrarle la diminuta ventana por la que se accede a esos universos. Esta cajita tiene un nivel de detalles increíble, además de una simplicidad y poder de evocación magistral.

En cambio en “Missiva”, de Mónica Longo, la propuesta nos traslada al fondo de un mar, con un pez surrealista que da vueltas en torno a una botella con un mensaje y se pregunta, sorprende, se le prende una lamparita, usa anteojos, retrocede… lee y se enamora. Es un pez personaje entrañable, excelentemente animado.

En “Antonina, little star”, Julia Campos nos cuenta la historia de una mujer que un día gana la lotería y puede cumplir su sueño. Los pequeños gestos de Antonina que logra la titiritera y los recursos que usa para recrear esa historia, enamoran.

“Fragmentos de Hécuba” –basado en el texto de Eurípides-, de Alyne Rocha es una de las cajitas con más texto quizás, pero bien sintetizado. También es una de las más fuertes y densas en cuanto a la temática, pues nos hace pensar en las guerras de ayer y hoy, en la muerte de inocentes, el poder, las injusticias.

“A fiandeira” (La hilandera), es un trabajo de Plastikonírica que juega con hilos antes de exhibir su mujer araña tejedora y durante la función, acerca sombras, luces, ilusiones ópticas. Una obra plástica y onírica como el nombre mismo de la compañía.

Imaginar

De Argentina se vieron dos espectáculos: “Gato negro”, de Gabriela Céspedes (Mendoza) y “De cuando el tiempo abandonó los relojes”, de la Chía Teatro (Córdoba). El primero da vida a un gatito y su dueña y luego, un sueño o el más allá de una muerte. Tanto el gato como la mujer protagonista muestran movimientos ínfimos y cercanos, lo que habla de la maestría de quien los manipula. En el segundo caso, se ve a un personaje con un agujero en el corazón, muy metafórico y bonito que enseguida genera empatía y deja volar la imaginación.

De Chile, llegó “Humano”, de Camila Landón Vio de Oani Teatro, en la que mediante la técnica de pop up se narra la travesía de una mujer migrante y luego, en otro escenario, las manos se transforman en protagonistas de un encuentro y nos señala otros posibles.

Es difícil sintetizar estos siete días de bellezas, de arte, de diversidad. No obstante parece que hubo un denominador común, la necesidad de dar cuenta de las soledades, de los vínculos, tan justo en tiempos de pandemia y confinamiento rabioso.

La iniciativa de montar esta Bienal de Lambe Lambe por primera vez, desde Paranaguá, una pequeña ciudad al sur del país hermano, fue un éxito, estuvo muy bien organizado, pensado y compartido por las redes sociales, por lo que lo hizo por demás de accesible.

Tras estos siete días de festival y aprendizajes, en el que generosamente se compartían trucos, técnicas, posibilidades de manipulación, lecturas, experiencias varias, todxs quedamos contagiados de humanidad, como gusta definir Camila Landón, a este tipo de teatro.

Con esa panzada de teatro aún en mi retina, vuelvo a lo mío, con la misión de provocar, en breve, un poco de humanidad en quien pose el ojo en mi futura mirilla.

Ver transmisión y espectáculos del último día de Bienal.

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